8. Promesas II

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Jimin se levantó de su lugar y pensó que sería demasiado peligro e innecesario si iba a la ciudad, debiese haber algo entretenido entre tanta chatarra oxidada. Volo rápidamente hasta llegar al lado de la puerta y desde arriba miro a los lados como un espía. Debía ser precavido. Esperó el momento en que alguien abriese la puerta y se escabulló hacia el interior del local. Habían demasiados objetos donde esconderse con lo que era fácil no captar atención.

Quedó fascinado como la chatarra de afuera se transformaba en vehículos tan llamativos, aunque los ruidos fuertes le molestaban un poco y algunas personas jugando con fuego le causaban un poco de temor, en general, Namjoon parecía trabajar en un lugar decente.

Paseo de aquí a allá buscando algo que llamase su atención y la cabellera castaña de Namjoon logró el cometido. Un poco intrigado le siguió y lo vio entrar a una parte más solitaria del taller con una martillo en mano para luego derramar todo su fuerza contra la lámina de hierro en el suelo.

Jimin empezó a pensar más a fondo en Namjoon

Era un humano muy tonto por hacer eso y pensar que tendría algún resultado pero Jimin admitía que parecia trabajar duro. Quizá hacía eso cada día, y por eso estaba cansado todo el tiempo sin importar cuánto durmiese, cuando estaba cansado Jimin también se ponía gruñón y tal vez su forma de ser gruñona no era su forma de ser, debía haber alguna razón para que Namjoon actuara como un perro de calle sin amor.

Y entonces, mientras lo observaba golpeando ese metal como si le hubiese hecho el daño más profundo a su alma, lo vio.

El dolor en sus ojos, el miedo, la soledad, la desesperación y la incertidumbre.

—No sé para que me esfuerzo, no importa cuánto lo haga nunca voy a obtener los resultados que deseo —Mascullo el humano impulsando el martillo con más fuerza —Nunca voy a ser la persona que quiero ser y nunca será mi tiempo... sin importar qué haga —Otro par de golpes —El mundo nunca me va a escuchar. Seguiré arruinado y solo —Con un último golpe soltó el martillo estruendosamente y Jimin brinco en su lugar.

Namjoon cubrió su cara enrojecida mientras recuperaba en aliento pero Jimin sabía que cubría sus ojos cristalizados. El hada en un impulso por abrazar al humano tropezó con unos tornillos que giraron por la mesa con un siseo, Namjoon giró la vista y Jimin se escondió debajo de aquella mesa, dándose cuenta que no le haría ninguna gracia verlo ahí y no donde lo dejo.

Jimin no quería causarle más problemas de los que tenía, sobre todo cuando podía sentir el dolor del humano en su propio pecho y le lastimaba tanto saber que él, tan joven y lindo estuviese tan roto. Querría ayudarlo y aliviar su pesadumbre aunque sea un 1%.

Con esa idea en mente, la idea de hacer algo por Namjoon que le recordase que debía seguir luchando y que no estaba solo, volvió al patio y paso todo el día juntando pinturas en un rincón inaccesible para el resto de trabajadores. Quizá le tomaría un tiempo pero valdría la pena si podía hacer algo lindo por el castaño.

Haría algo lindo por él, era una promesa.

Moonfairy [Minimoni]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora