❝Hay una ciudad donde cada persona tiene un color especial y un significado propio.❞
Esta historia no me pertenece
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Jeno frunció el ceño al escuchar algo afuera mientras escribía una de sus canciones.
Se asomó por la ventana y pudo ver que en el jardín que separaba ambas casas, Jaemin se encontraba jugando con un pequeño cachorro.
El chico de color azulado miró por unos minutos el como el Sol caía por los brazos anaranjados de Jaemin cual cascada, haciendo que se viera brillante.
El cachorro parecía muy pequeño para seguirle el paso o algo así, porque habían momentos en los que se perdía y el chico debía ir por él para seguir jugando.
El sonido que había escuchado antes se hacía presente de nuevo, eran las carcajadas de su vecino, las cuales eran bastante fuertes y sonoras.
A Jeno no le gustaba el ruido, pero fue diferente escuchar a Jaemin reír, porque fue un sonido que nunca había escuchado.
Jaemin reía con el corazón, de eso estaba seguro.
Y se quedó allí un ratito más, simplemente observando desde su ventana el comportamiento infantil del joven que invadía su calma.
El de cabellos caramelos giró su vista en dirección a la ventana, y agitó una de sus manos para saludar a Jeno al encontrarlo mirando allí.
El mayor sólo se asustó y como reflejo cerró las cortinas, prometiendo no volver a mirar así al chico que parecía un Sol.
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