Capítulo 6

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Mi madre me ha dicho que vaya a darme una vuelta al parque, a que me dé un poco el aire.

Sigue haciendo frío, voy con mi abrigo negro largo, una bufanda y unos guantes, mi mente vuelve a estar en blanco lo sé porque voy mirando el suelo, siempre me pasa, levanto la mirada, Carlos está haciendo deporte en el parque, me agarro la bufanda y me tapo hasta la nariz, decido acercarme para hablar con él.

-Hola

Deja de hacer ejercicio y me mira

- Hola, ¿Ángela verdad?

-Sí

-Me alegro de verla, ¿quiere algo?

-No, solo paseaba por el parque y le ví, pensé que ya que usted viene a mi casa cuando le da la gana pues no estaría mal saludarnos si nos vemos.

Se rie.

- Lo veo justo, ¿quiere hablar de algo?

-¿Está casado?

- Guau! Eso sí que es ir al grano. Estuve casado pero me divorcié, tenemos una hija en común de tres años, viene cada poco a verme.

-Oh lo siento

-¿Por qué?

-No sé, ¿qué se supone que se dice cuando alguien te cuenta que se divorció y que ve cada poco a su hija?

- Emmm, la verdad, si, él lo siento está bien ¿y usted está casada?

-Jaja que gracioso, me da que aún soy muy joven para pensar en casarme.

- Si bueno... oye, tengo hambre

- Emmm vale

- Señorita es usted muy difícil, lo decía para invitarla a algo.

- Oh vale, si jaja ee no lo pillé, lo siento, ee si, invítame.

- Jaja si insiste

- Carlos, no me trates de usted por favor que soy más joven que tú.

- Haré el esfuerzo lo prometo.

Me imaginé un restaurante o algo así, pero no, me llevó al puesto ambulante de perritos calientes, están buenos eso sí, el me habla, yo le hablo, me gusta, creo que me gusta, pero soy demasiado joven para él, por dios tiene una hija, él buscará una mujer madura capaz de hacer de madre y a mí todavía la mía me castiga.

No sé cómo sentirme ahora, sé que hay una lágrima que cae por mi mejilla al pensar que lo más posible yo solo tenga la oportunidad de ser un polvo que echarse cada x tiempo, pero también se me pasa por la cabeza una pequeña niña de tres años con el pelo rizado de color miel, mentiría si dijese que no he pensado en que de verdad podría demostrarle a Carlos de que aunque solo tenga dieciocho años puedo ser lo más madura posible por él, para demostrarle que puedo ser una buena madre.

Ahora mismo tengo mis propios problemas, mi mejor amigo/lio ha muerto... Ema, ella es mi amiga y no la he visto desde el funeral, no, realmente creo que no quiero verla, las tripas se me revuelven solo con pensar en sus labios puestos en los de Adri y que lo más posible sea que después me besase a mí.

Cabreo es lo que siento en estos instantes, él me hizo sentirme especial, cada mirada, cada palabra que salía de esa boca con esos labios tan perfectos, me hacía enloquecer y encima lo más seguro es que a Ema también la hiciese sentir así, de que ella puede que ahora mismo esté pensando en lo mismo, pero eso lo puedo comprobar ahora mismo, acabo de llamar a su puerta, estoy muy muy cabreada, no me puedo creer que hayamos llegado a este extremo, la odio joder, la odio por ser tan mona, la odio porque siempre la prefieren a ella, la odio por que el único chico que se fija en mí muere y unos días después me entero de que se acostaban, joder, la odio porque está tardando mucho en abrir la puerta, porque ahora mismo estoy llorando y destrozándome los labios porque me los estoy mordiendo de la rabia, no, no puedo más, no me puedo contener, abre la puerta, todo pasa muy deprisa, ni me doy cuenta de nada porque he cerrado los ojos, Ema tiene la figura de mi mano clavada en una de sus mejillas.

- Le quería, joder, no podías estar por un momento con las piernas cerradas, siempre eres igual, necesitas follarte a todo lo que se mueve, muérete Ema.

- Ángela... Yo...

- Adiós Ema.


Estaré ContigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora