Orphic;Druig

━━ v. Amar es castigar

⛓💫 ━━ ❴ ¿NO ES
DIVERTIDO? COMO
EL FRÍO ADORMECE
TODO, EXCEPTO EL
DOLOR. SI PUDIÉRAMOS
ILUMINAR LA HABITACIÓN
CON DOLOR, SERÍAMOS UN
FUEGO TAN GLORIOSO ❵

« Ada Limón; "Atado al timón, todo rígido y rígido" de Bright Dead Things »

📍 Reino de Inglaterra. 15 de noviembre de 1480.

━━ LAS HOJAS CAÍAN A LA PRESENCIA DEL
otoño, el paisaje ya se había teñido completamente por el marrón y la temperatura podía comenzar a descender.

Y Alaric, se había levantado de la cama con una sonrisa.

El olor a su desayuno favorito, el banquete que probablemente harían en honor a su cumpleaños número quince y que su padre al fin regresaría de su misión de conquista eran el motivo de su sonrisa. ¿Y cómo no? Si celebraría junto a la gente que quería.

Se dejó vestir por la mucama que había elegido un conjunto minuciosamente que después había sido aprobado por la reina, dejó hacerse el cabello justamente como a su madre le gustaba y después había salido de la habitación con la mejor de sus sonrisas.

Pero el ambiente del castillo no sonreía junto a él.

Podía observar rostros decepcionados, que se acercaban a él con miradas de lástima y compasión, que tocaban su hombro para solo soltar un "Sé fuerte, muchacho" o simplemente pedirle perdón, ¿había hecho algo mal? ¿Algo malo había pasado? Y la inseguridad del príncipe estaba al por mayor, ¿se había equivocado en algo? ¿Recibiría alguna reprimenda?

Corrió hasta su madre, ella sería quien le daría la razón de lo que estaba sucediendo, siempre lo hacía. Y dicho y hecho, en cuanto llegó a ella, entre lágrimas lo tomó lo más fuerte que pudo. La apariencia de la reina no era impecable como siempre, se veía perdida y destrozada, sus manos temblaban y parecía una sátira apresurada de ella misma, pues el cabello que siempre estaba hecho con sumo cuidado ahora era despeinado y descuidado, mientras que cualquier rostro de maquillaje se encontraba ya en sus mejillas.

Ni siquiera se necesitaron las palabras, Alaric ya entendía que estaba pasando, la mirada tácita de Agnes podía decirlo todo. Sus rodillas tocaron el suelo y su corazón, por primera vez, conoció lo que era romperse en mil pedazos; el llanto calaba y quemaba en sus ojos y las fuerzas para ponerse de pie no eran suficientes por más que intentara. El pecho comenzaba a hacérsele demasiado pequeño para aguantar consigo y tampoco podía, ni quería.

Absolutamente todo dolía.

Podía comprender porque le habían dicho que fuera fuerte, pero siendo realistas, ser fuerte no iba a ayudarlo a sobrellevar el dolor, ser fuerte no iba a llevarlo a ningún lado, ser fuerte no iba a quitarle el vacío en el pecho.

Pero la venganza lo haría.

—¿Quién fue?—Cuestionó átono, recargado en el regazo de su madre mientras ella acariciaba su cabello sin decir una sola palabra.—¿Quién fue?—Exigió una respuesta por parte del jefe de tropa, quien le tendió una mano para que se levantara, para llevarlo a la sala de estrategia.