━━ viii. El baile

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⛓💫 ━━HABÍA MILAGROS
EN TUS BESOS QUE FUERON
MEDICINA EN MIS VENAS

━━ LLEGÓ AL VESTÍBULO JUNTO A SUS compañeros eternos, había una gran cantidad de gente y a pasar de eso, la sala no parecía tener gran ruido, aunque debía admitir que la acústica del lugar era increíble, pues cualquier murmullo podía ser perfectamente oído.

Podía escuchar como las mujeres hablaban entre ellas sobre lo encantador que Alaric era y cómo sería un sueño poder casarse con él, solamente arrugó ligeramente el rostro mientras pasaba, algo definitivamente tenía que sucederles para querer tal cosa con tanta ilusión, mientras que los o hombres formulaban todo tipo de teorías sobre el porqué el susodicho no se había casado aún. Si algo era seguro, era que Alaric era el tema de la noche, ya fuera para bien o para mal, el lugar era más que grande y las paredes mostraban distintas pinturas que en absoluto habían sido elegidas por él, dudaba que autorizadas siquiera pues por lo que sabía, los retratos de sí mismo no eran su cosa favorita para decorar.

Y ciertamente podía entender el porqué, lo que no lograba entrar en su cabeza, era el porqué no había despedido al pintor de aquel retrato ya que éste no le hacía ningún tipo de justicia. Empezando por sus facciones, que eran finas y firmes al mismo tiempo, mientras que el pintor solo había retratado un rostro con facciones que podían resultar demasiado fuertes como para tratarse de él, su cabello en el retrato de encontraba perfectamente peinado hacia atrás cuando en realidad algunos mechones solían caer por su frente de una manera -Ni siquiera estaba seguro que esas dos palabras podrían ir juntas, pero no había otra manera para describirlo.- impecablemente desordenada, su rostro expresaba emoción alguna cuando en realidad siempre mantenía una ceja enarcada en señal de desafío, eso había sido algo que había notado en él desde el primer día, también, sus ojos presentaban un color opaco que llevaba a absolutamente ningún lado cuando la verdad era toda la contraria, en los ojos de Alaric había un brillo que gritaba ambición y adrenalina ante las cosas que parecían apasionarle o las que parecía apreciar, que de haberlo juzgado ese tiempo, no eran demasiadas, pero las que apreciaba lo hacía con demasiado empeño.

—Druig.—Escuchó una voz que finalmente interrumpió sus pensamientos.—¡Druig!—Ikaris golpeó su cabeza en un intento de llamar su atención.

—¿Qué te pasa?—Respondó molesto ante el golpe para después poner su mano izquierda en donde se lo había dado.

—¿Qué te pasa a ti?—Interrogó el ojiazul, mientras podía ver como Acacius se ponía del lado del eterno, tocando su espalda ligeramente.—Llevas, sin exagerar, diez minutos viendo ese cuadro.—Señaló la gran pintura de Alaric que, efectivamente, si llevaba un buen rato observando.

—¿No tienes nada mejor que hacer?—Cuestionó después de rodar los ojos al verse descubierto, harto.—No sé, ve a meterte en otros lugares.—Señaló a Acacius con la cabeza, el señalado rió, mientras que Ikaris lo miró disgustado para después llevarse a su pareja de la mano, dejándolo solo al final, o eso pensaba, pues Ajak se había puesto del lado suyo.

Orphic;DruigDonde viven las historias. Descúbrelo ahora