La sombra de la muerte.

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Desde ese momento supe que no estaba solo.

... ... ...

Axel:

Siempre supe que era diferente al resto de incompetentes que me rodeaban, y esa diferencia la mantuve oculta durante toda mi juventud, pues los humanos por lo general no toleran algo que no sea igual a ellos.

Pues yo soy mejor.

De alguna forma, un día solo desperté y mi cuerpo sufrió cambios extraños. Era ridículamente resistente, y podía percibir claramente recuerdos y emociones de las personas a mi alrededor, además podía controlar estos con mucha facilidad, sin embargo, no lograba dar con una razón para todo esto, solo sabía que era superior a cualquiera que estuviera frente a mi o a mis espaldas.

Pero... ¿Que se supone que soy?

Cierta noche caminaba por las calles de camino a casa. Había una hermosa luna llena adornando el cielo, la cual sería testigo de mi comienzo.

A medida que iba avanzando, lograba sentir una presencia extraña, una presencia malvada por así decirlo, era como estar bajo la sombra de la muerte, sin embargo no me causaba ni la más mínima pizca de temor en ese momento.

— ¿Quien será? — Me Pregunté a mí mismo mientras husmeaba por los callejones uno por uno. — Tal vez sea solo el frío.

— Ayuda, por favor. — Escuché la suave voz de una mujer y sentí como su vida se desvanecía poco a poco. Ambas presencias estaban juntas, y el sonido de golpes era bastante claro. — No me mates, por favor...

¿Qué mierda?

Cuando logré acudir al llamado de auxilio, me encontré con una chica envuelta en fuego carmesí, estaba golpeando lo que parecía ser el cuerpo despedazado de una mujer.

Maldita sea...

— Muere, Muere, — Le repetía una y otra vez la joven asesina con sus manos bañadas en sangre y sus ojos inundados en lágrimas. — No mereces vivir, zorra...

— ¿Que carajos estás haciendo? — Pregunté aterrado y con el cuerpo inmóvil al ver la masacre frente a mi. — Yo... Llamaré a la policía. — Intenté correr pero tropecé con un gato aparentemente muerto. Mi cuerpo no reaccionaba como debía ser. Tenía miedo, yo, una persona orgullosa y temeraria, estaba experimentando el miedo por primera vez. — ¿Cómo es posible?

— No deberías estar aquí, niño. — Me dijo la extraña chica acercándose a pasos lentos. Podía ver como el fuego que la cubría desaparecía gradualmente. — Lamento lo que acabas de presenciar, solo no debió hacerme enojar. — Tomó al gato en sus manos y lo dejo en una caja cerca. — Lo siento, amiguito...

Esta mujer tiene más de un tornillo suelto...

— ¿Quién eres? O más bien, ¿Que se supone que eres? — Pregunté y se agachó para quedar frente a frente conmigo. — Debería ser capaz de ver más allá de tu alma, pero no puedo.

Es como si tuviera algún tipo de inmunidad...

— Puedo sentirlo. — Sin permiso alguno puso una mano en mi pecho. — Tienes un pecado, al igual que yo. Jamás creí que me toparía con uno de esta manera.

¿Que? ¿Acaso dice ser como yo?

— Explícate ahora mismo. — Le ordené y rió.

Acaba de asesinar a una mujer, y está riendo, ¿Que clase de persona es?

— Soy una pecadora, la menor al parecer, y por la edad que aparentas, tú debes ser el que me sigue. — Explicó de forma calmada, ya su rabia había cesado. — Presiento que eres el pecado del orgullo. Eres como yo.

— Te equivocas, soy mejor. — Le repliqué.

— Sin duda alguna, estas llena de orgullo.

No sé si tomar eso como un cumplido o no.

— Quiero saber más de lo que soy — Le pedí, me vió fijamente y se puso de pie.

— Entonces, levántate. — Me estiró su mano ensangrentada para ayudarme a Levantar. — Por cierto, soy el pecado de la ira, Zoe, la valkiria. — Tomé su mano y me levantó sin ningún esfuerzo. Sin duda alguna,  ella tenía fuerza de sobra. — ¿No me dirás quien eres?

— Soy Axel, no lo olvides.

— Jum... No me convences. — Parecía inconforme con mi presentación, y nuevamente y sin permiso alguno, tocó mi pecho, sus ojos se encendieron en rojo. — Ya lo tengo, sé quién eres. — Sonrió. — Eres el pecado del orgullo, Axel, el demonio.

¿Demonio? Eso me gusta.

Fijé mi atención en el cuerpo despedazado frente a nosotros, y ví como su alma pasó a través del suelo, como si se dirigiera al mismo infierno. Al parecer ella no podía presenciar lo mismo que yo.

— ¿Por qué la mataste? — Pregunté.

— Maltrató a un gatito hasta matarlo, y eso me hizo enojar muchísimo. Cuando me enojo, pierdo el control hasta asesinar al causante de mi ira, y como ves, tengo mucha fuerza. — Pisó firmemente provocando un leve estruendo en el suelo. — Soy fuerte, esa es mi habilidad.

Pobre de quién la soporte cuando le llegue la regla...

— ¿Hay más como nosotros?

— Cinco personas más para ser exactos. No estamos solos. — Me aseguró, era lo que quería escuchar. — Ahora la cuestión es; ¿Vendrás conmigo? — Me estiró su mano esperando con una sonrisa a que le correspondiera el gesto.

Esto es bipolaridad pura...

— Siempre y cuando no me mates a golpes. — Levanté una ceja y finalmente termine dándole la mano.

Espero que esto sea lo correcto...

— Perfecto. — Dijo en un tono melodioso. — Vámonos antes de que nos vea alguien.

— ¿A dónde?

— Tu solo sígueme, chico demonio.

Era totalmente inocente del mundo de posibilidades que estaba a punto de abrirse ante mí, e ignoraba por completo todas las repercusiones que podría traerme, solo sabía que esa noche me había enamorado de la manera más extraña posible.

... ... ...

Dato extra: Zoe fue el último pecado en nacer de su generación, por ende la inmunidad recae sobre ella.

7 Pecados de la muerte. [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora