El último pecador.

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Desde aquel día, supe mi destino era estar en la cima de todos.

... ... ...

Sebastián:

He sido el mejor desde el momento de mi nacimiento, ese era un hecho innegable, y una vez tuve aquel sueño que me mostró la realidad de mi ser, supe que estaba en la cima del mundo.

El pecado del orgullo... Y eso me pone por los cielos.

No era el único, habían más como yo, habían más personas con habilidades como las mías, y aunque no sé igualan a mi, de cierta manera éramos iguales. Sabía que debíamos reunirnos para librarnos de nuestra maldición, pues en mi sueño, todos estábamos juntos cuando recibíamos nuestra salvación.

Y los encontraría a cada uno sin importar que...

Dicho y hecho, así fue. Primero me encontré con la envidia, luego la codicia, la gula, la pereza y por último la lujuria. Aún faltaba la ira, y ya que parecía ser el único que no había despertado su pecado, no podía percibirlo como a los demás.

El destino me sonrió cuando Lili, el pecado de la lujuria, me confesó que tal vez podía tratarse de un amigo suyo llamado Joseph, y si había la más mínima posibilidad de que fuera el, debía apostarlo todo.

En marcha.

— Oye, idiota, ¿Estás seguro que es aquí? — Mi noche iba de maravilla hasta que Kim empezó con sus preguntas. — Es una fiesta de cumpleaños, y no nos invitaron.

— Lo sé. — Le desvié la mirada con fastidio, ella odiaba eso. — Simplemente haz lo que ordené.

— Si serás... — Se dirigió hacia mi con intenciones de discutir, pero Midas, la que consideraba mi mano derecha, la detuvo. — No defiendas a ese imbécil.

— No lo hago. — Replicó mi compañera de armadura dorada. — Solo no debemos llamar mucho la atención.

— Odio que tengas razón. — Como de costumbre un cigarrillo de canela pareció calmarla. — Bien, ¿Y ahora?

— Lo que planeamos. ¿Estas listo, Peter? — Me dí media vuelta, y lo ví levantando el pulgar con su típica actitud somnolienta y a Richard a punto de destapar uno de sus bocadillos. — Perfecto, vamos.

Es una lastima que Lili se haya negado a venir, me hubiera sido muy útil.

Nuestro objetivo se encontraba en un club campestre que al parecer fue alquilado para una fiesta de cumpleaños. La música y el gran número de personas me decía que sería un poco complicado encontrar a ese tal Joseph.

Por lo que parece, es el cumpleaños de una chica llamada Diana... Nada que ver.

Entramos desapercibidos, como su fuéramos cinco invitados más, pero nadie se imaginaba lo que estábamos a punto de hacer.

Esta sensación...

Por un segundo logré percibir al pecado de la ira. Sentirlo fue tan fugaz como un rayo, pero me bastó para tener su ubicación exacta aún en medio de tantas personas.

Te encontré...

Joseph:

Una noche de sábado reunido con mis amigos en el cumpleaños de la chica que me gusta, todo apuntaba a que sería una velada increíble.

— Oye ¿Ya son novios? — Me preguntó uno de ellos dejándome avergonzado.

— ¡Claro que no! Apenas llevamos saliendo una semana. — Le respondí y parecían más intrigado aún. — Dejen de hacer preguntas, manada de payasos.

7 Pecados de la muerte. [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora