59. Se acaba el juego.

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Mis manos sostendrán las tuyas para siempre, por eso me rehuso a mancharlas de sangre.

Ira.

... ... ...

Joseph:

Gabriel estaba entregando su vida para salvar la nuestra. Rechazar un acto tan noble sería un insulto.

Y pensar que alguna vez fuimos enemigos...

— Adiós Gabriel... Gracias por todo. — Apreté su ala listo para arrancarla, y aunque tenía temor de hacerlo, no era correcto dudar ni un momento, pues Axel se aproximaba a cada segundo. — Te juro que tú sacrificio no será en vano.

— Confío en tus palabras. — Agachó la cabeza y cerró sus ojos. Estaba listo para partir. — Explícale a Michael todo lo sucedido.

Muere como un héroe...

Apreté su ala con toda mi fuerza con el fin de desprenderla de un tirón, sin embargo alguien me detuvo apretando de mi muñeca.

— Gabriel ¿Que quieres que me expliquen? — Preguntó Michael apareciendo de la nada. El me detuvo. — Y tu... ¿Qué crees que haces? — Me dirigió la mirada y me apartó.

— Michael, ¡Espera! Yo le pedí que lo hiciera. — Gabriel trataba de explicarle la situación, pero este era necio a sus palabras.

— No me interesa las razones que tengas para dar tu vida. — Le reprochó. — No dejaré a mi amigo morir. — Estiró su dedo hasta la frente de Gabriel y este desapareció en un rayo de luz, como si fuera arrastrado al cielo. — Tómate un descanso, viejo amigo.

— Quien lo diría, el malévolo cucarachón se puso sentimental. — Por primera vez estaba feliz de verlo.

— ¡¿Tu qué haces aquí, Michael?! — Preguntó Axel impactado por su llegada. — ¡No puedes romper el trato!

— ¡Yo no hice ningún trato contigo! — Le replicó. — Tampoco he venido a salvar la vida de nadie. — Me dedicó una mirada a medias. — He venido aquí simplemente porque soy un arcangel, y tú un demonio. — Lo señaló de forma imponente. — ¡Es mi misión acabar con tu existencia! — Levantó su mano y en ella apareció una lanza de oro, su cuerpo fué cubierto por su típica armadura y de su espalda salieron dos alas de fuego.

Este maldito tiene agallas de sobra...

Michael:

Ayudar a un pecador... Realmente he perdido la cabeza.

— ¡Joseph! — Lo llamé y me dirigió su atención al instante. — Tu debes derrotarlo, yo te guiaré a la victoria. No quiero excusas.

— No esperes mucho, No estoy en condiciones de seguir peleando.

Retiré el casco de mi cabeza para observar mejor su estado, en verdad sus heridas eran mortales.

Dios... Dame paciencia...

Sin su consentimiento puse mi mano en su pecho, y usando mi poder lo sané por completo.

— ¿Algo más? — Levanté una ceja.

— Y yo que creía que Gabriel era el único con trucos increíbles. — Observó su cuerpo anonadado al verse sin ni una herida. — Bien, ya no te odio tanto. — Me sonrió con determinación. — ¡Vamos por el!

Bien dicho.

— ¡Tu hora ha llegado, demonio! — Extendí mis alas y lo embestí a toda velocidad incrustándole mi lanza en el hombro. No pudo hacer nada para defenderse. — ¿Creíste que me quedaría de brazos cruzados luego de que asesinaste a Abel?

7 Pecados de la muerte. [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora