Cap 3

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Mi vida era una mierda

Que sus manos de terciopelo toquen mi cara, mis brazos, mi cabeza, me hacen sentir que tocan mi alma también, creo que es una eterna tortura amar a quien morirá en tus manos, pensando que traicionó su confianza, gasto tu tiempo, y te uso depravadamente para matarte.

¿Que era peor? ¿Matar a quien amas? ¿O ver qué te mata quien te amó?

Creo que la pregunta ya en este momento del tiempo era muy redundante, carecida de sentido, y era muy crudo... Por más que quisiera negarlo, era crudo. Sentir el calor desprendiéndose de un cuerpo para ponerse frío no ha sido de mis sensaciones favoritas. De hecho, creo firmemente que sentir el frío de un cuerpo es hasta repugnante, mis gustos oscuros llegaban a otro tipo de situaciones excitantes para mi.

Aunque ahora solo me excitaba el pensar que el ángel podría salvarse de mis garras, tal vez llegaría a amarme para siempre, y morirá sabiendo que amó al amor de su vida, y que el amor de su vida estará esperando para siempre su siguiente vida. Creí que el destino era un hijo de puta sarcástico, incluso aún lo creo.

Básicamente me suena irónico como despoje a la gente del sentimiento del amor y ahora me despojan a mi de lo mismo, ahora que lo pienso es más Karma que otra cosa. Maldito dios, que me hizo conocerla, que no me dio tiempo de alejarme. Creo que el muy hijo de puta debe estar riéndose de mi, que por haber matado a tantas personas estoy viviendo eso en carne propia.

Cuando salimos una tarde de febrero todo se veía perfecto, su sonrisa resplandecía con la puesta de sol, su cabello se manejaba suave y caía delicadamente de su cara, y sus ojos azules, creo que nadie en el mundo se ve tan jodidamente bien como ella. Aunque escondía un dolor gigante dentro de ella, era su novio, sabía de sus problemas, cosas de adolescentes de la época.

Sin embargo escuchaba atento a sus problemas, me gusta la cara que pone de molestia, incluso cuando me hace algún tipo de puchero, u gesto femenino cualquiera. Todo mi ser se derretía, aunque sus problemas eran aburridos, ella tenía esa energía atrayente, por lo menos a mí, que caí en su hechizo.

Era de noche cuando la dejé en su casa, el mundo a nuestro alrededor no estaba, solo estábamos nosotros, caminando en la acera fría bajo la luz de la luna, su cabello brillaba en la noche y eso me parecía curioso, pero más que curioso adorable.

Hablábamos en el camino como dos niños, niños enamorados, sus dedos se entrelazaban con los míos cuando de un salto me robo un beso, cuando toque esos labios... Pensé que el mundo pararía, que todo estaba en pausa, imaginé que mañana se acabaría el mundo y que nunca podré sentirme tan bien en mi existencia. Me deje llevar por ella, y sentí su sabor invadir mi boca, no se como podría describirlo, pero si pudiera decir algo diría "fresa".

Caminé en otra dirección, las calles estaban solas, pero yo no estaba lejos de mi casa, y cuando llegue respiré alegría, porque al tocar mis labios sentía que me besaba, todavía sentía caliente.

Fue una de las torturas más malditas del mundo, porque comprendí que a pesar de disfrutar esto solo dolerá, al final eso será, unas ganas de vomitar se apoderaron de mi al recordar el asco que sentirá con nuestro último beso.

El pequeño angel me besaba en mis sueños más profundos y en mis fantasias mas locas yo dejaba de ser un demonio que podría amar a una mujer, con una vida normal.

La brisa se sentía delicada contra mi cara.

El efecto de la Mary hacia que la misma se sintiese como si traspasara cada parte de mi, cerrar los ojos, escuchar un poco de música y su voz fue lo único que necesite para amarle aún más de lo que ya le amaba, esos segundos donde se veía tan pero tan inocente, llena de energía y de pudor.

Vuelvo a su boca, lamiendo ese tono fresa que usa y le da un toque excitante, cuando la beso, el mundo vuelve a parar, como si todo en el cielo, en el aire, incluso yo levitara de felicidad, como si la mejor comida me estuviesen sirviendo, incluso como si escuchará mi canción favorita, más que la Mary.

A veces me drogaba antes de verla, me obligaba a sonreír y no sentir la culpa.

Para este entonces mi vida era una mierda, pero dejaba de ser tan mierda cuando ella estaba a mi lado, pero volvía a ser una mierda porque tenía que morir, por donde lo viera solo había una sola conclusión. Mi destino es amar eternamente a quien no morira amandome.

Un siglo esperándoteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora