Decidí que la felicidad era ella, y que si no, entonces ya no existiría
La culpa era un sentimiento, si, pero de gente fuerte, porque los débiles no sienten, el no sentir es no visualizar, no expresar, por eso la culpa era uno de los sentimientos más difíciles de aceptar pero más fáciles de comprender, o sea, haces algo mal y automáticamente te sientes culpable.
Como demonio ese no era mi caso, soy libre de eso, no tengo necesidad de sentir culpa por seres inferiores a mi. Hasta el sol de hoy sigo sin sentir esa culpa, si tuviera que matar a 40 humanos porque sí lo haría sin dudar. Mi único cargo de culpa fue el haberme enamorado de una mortal, de una inferior.
Otra cita que tuvimos, 24 de Febrero de 2022, para este momento nosotros estamos más que enamorados. Me he dejado caer por las drogas, por tanto tiempo que ya no recuerdo la vez que deje de verla sin usarla, sin sentir la culpa en mi pecho martillando tortuosamente, ya no había nada que me quitara eso, hasta que caí en lsd.
El lsd es una droga que en retrospectiva te hace imaginar x cantidad de cosas en un momento, es muy peligroso, pero aún más fuerte que coca y mary, subestime que su efecto pudiera ser tan fuerte y en efecto.
Sus manos estaban aún más tibias que de costumbre, fue cuando abrí los ojos y visualice al ángel con un paño en su mano, estaba limpiando las heridas que tuve cuando caí desmayado por el efecto tan fuerte que tuvo el lsd en mi. Me veía horrorizada, mi cara estaba pálida, incluso más que normalmente, las ojeras marcadas. No desperté de un gran sueño, el desmayarme fue más un viaje al pasado, uno que me hizo ver cada cosa, cada cosa que le hice a ella.
El efecto del Lsd me ponía impaciente, pero podía controlar lo que decía, podía estar algo consciente, al menos para ella y para nosotros. Mi cara se redujo a una sonrisa de inmediato, ella notó el cambio algo triste y me abrazó. Su abrazo transmitió mucho calor a mi cuerpo, tanto que casi podía volver a sentir que era sangre correr por mis venas.
Su corazón estaba acelerado en mi oreja cuando ella me presionó contra ella, el día que escuche los latidos de su corazón por segunda vez pude sentir como la amaba, como podía tenerla para mí y verla, feliz e inocente..
Aleje por un momento ese recuerdo, esa culpa, y pude disfrutar por un pequeño instante que era la felicidad, la verdadera felicidad. No era armar una guerra, tampoco inciar una invasión, para mi en toda mi existencia y la que me queda, decidí que la felicidad era ella, y que si no, entonces ya no existiría.
"Aún quedaba mucho" Pensé tantas veces, todavía hay tiempo para sentir.
Mi corazón late como loco, y creo que tiene vida propia, porque sé que si no es lo que me pide, moriría lentamente, aunque sea mi decisión, sin él no puedo vivir, si el duele, entonces todo dolerá. Me animaba tocarla, sentir sus mejillas entre mis manos, sentir sus labios sobre los míos, estar vivo nunca había cobrado vida antes.
Sus ojos relucientes por el sol de verano llamaron mi atención ese día, me perdí en el azul de sus ojos, imaginé una escena de Zeus peleando contra los dioses, y ese azul adornando el cielo.
Verla es mi adoración, y planeo sentir cada parte de ella, cada delicada cosa que pase, quiero amarla otra vez, así sea mi propio infierno, así el que sufra sea yo, quedarán los buenos recuerdos, quedará eso vivo en mi, hasta su próxima vida.
Era egoísta, pero para un corazón herido como el mío, era lo correcto.
Su cuerpo era tan liviano como si de una pluma volando por el viento fuera, me gusta cargarla y sentir todo su cuerpo, su delgada figura, se me hacía delicada.
Siendo un demonio posesivo, y no lo niego, decidí muchas veces seguirla hasta su casa
Cuidarla a distancia era una de mis prioridades del día, sobre todo porque, era mi destino matarla, a pesar de que no quiero que muera, sigue siendo mi deber, no dejaría que nadie me quite la oportunidad de una muerte rápida para ella.
Verla cuando llegaba a su habitación me relajaba, su figura en la ventana era perfecta, y en las noches pasaban las cosas más pecaminosas y horribles del humano. Si, eso es considerado así por Dios, deberían dejar de hacerlo, sin embargo no los culpo. Recuerdo subir a su techo con cuidado, quería ver si estaba dormida como muchas veces, asome mi cabeza lentamente y la vi.
Estaba abierta, metiendo dos dedos dentro de ella, gimiendo mi nombre, incitándome, haciendo crecer una furiosa erección en mi pantalón. Tenía ya los 18, pero ella no, era ilegal, sucio, y estaba listo para cualquier cosa. Sus dedos se introducían cada vez más rápido, su mano libre empezó a manosear uno de sus senos, sus gemidos eran leves, contenidos de todo ruido fuerte que se pueda escuchar afuera del cuarto.
Yo estaba viéndola con deseo, era la misma chica que escondía su lado sucio, me roce un poco intentando calmarme, pero me fue imposible cuando vi que acabo, que su orgasmo la hizo estremecerse mientras el líquido salía a chorros, no aguante, no pude. Toqué su ventana, ella me vio asombrada por un momento, hasta que se dió cuenta de su estado, se tapó en vergüenza y se sonrojo salvajemente, algo que me excitó aún más.
Ella abrió la ventana asombrada, y sin más que decir la besé, la besé con ese deseo y pasión que me recuerdan a esa época, a ese primer instante donde la conocí de verdad, cuando me di cuenta de todo lo que perdí por años.
Ella siguió mi beso me dejó pasar y cerró la ventana atrás de ella, ya para ese momento yo no tenía pantalón, ya dolía estar así, me sentía débil y eso me gustaba.
Ella se abrió de piernas, me separé de ella expectante y sus ojos me vieron suplicantes, la mire con preocupación, recuerdo que movió sus labios y suavemente susurró "te amo, estoy lista"
Fui su primera vez por segunda vez (y aunque suena mal, fue una de las mejores cosas que me ha pasado), en la mañana tuve que vestir rápido y salir, no podía dejar que me alejaran de ella si descubren que paso eso.
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Un siglo esperándote
Teen Fiction5 vidas diferentes, el amor es sufrir y sufrir es amar. ¿Crees que amas de verdad? ¿O solo eres un egoísta de mierda? Siempre se ve a la víctima pero no al victimario, siempre se ve el dolor de una persona y no el disfrute en carne propia de la otra.