Cap 10

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Su mundo se cayó y disfruté al verlo

Un cuerpo a veces vale más que mil sentimientos y eso era un hecho, el cuerpo expresaba emociones, emociones como el placer. Cuando yo estaba con la pequeña princesa eso sentía, puro placer. Su actitud por otro lado...

Recuerdo esa madrugada de diciembre, estaba conmigo esa noche, se veía delicada y suave. Yo estaba asomado en la ventana, una copa de vino acompañándome delicadamente con su sabor y dulzura, y ella despertó, al principio se veía dulce, pero cuando habló sentí el nudo en mi estómago, me repugnaba su voz, su forma de pensar, su forma de expresarse, todo en ella era malditamente estúpido y por eso le odiaba, empezó a hablar aún sabiendo que eso a mí nunca me ha gustado, intentaba contarme la pesadilla que tuvo, pero yo solo la veía con desprecio, me sentía asqueado y eso me desagradaba.

Puse mi mano en su boca, ella me miró, en sus ojos el dolor y la tristeza. Cuando vi eso sentí un placer impresionante, me deleite salvajemente en su miseria, y más cuando le pegué, le pegué duro dejándole suficientes heridas, ella lloró, ahogo muchos gritos, aguantó más de lo que alguien más grande aguantaría, ¿Me hizo algo después de darle la mayor golpiza de su vida? No, ni lo hará jamás.

La pequeña princesa me acompañaba en mis noches más profundas, donde la violencia se liberaba en mi, y se descargaba en ella, tan débil y delicada. Recibía muchos golpes conmigo, siempre lo hizo y lo hará, me gusta cachetearla y ver la marca de mi mano en su cara, así como me gusta morderla y maltratarla con puños. Ella no decía nada, era la chica mas estúpida del mundo, y tan bien con el mejor cuerpo que he visto, entonces la odiaba y le deseaba.

El deseo es más fácil de deducir cuando te gusta alguien, o cuando te atrae alguien por lo que es, normalmente la gente se desea con gente que quiere o acepta de alguna forma, yo no entré en ese grupo.

Sentir deseo por una persona que odio, que detesto, una persona que podría lanzar a los perros y ver morir, era sentir como empecé algo muy degenerado, ya que esa persona jamás recibirá un buen trato de mí, pero aguantará cada cosa que yo quiera. Ese era mi deseo.

O eso era lo que entendía estando con la pequeña princesa.

La pequeña princesa estaba enredada en mis hilos, se sentía atrapada, y sabía que yo no dejaría que saliera. Me distraía, me hacía sentir en la gloria, era inhumana. Ella había nacido con dones, desde el buen garganta profunda, hasta vagina más estrecha, el cuerpo más suave y curvas más bonitas, ella era eso para mí y solo eso. En cambio yo en su mente de fantasía cambiaría, sería el amor de su vida, sus padres nos aceptarían y todo sería perfecto. En primer lugar ¿por qué es perfecto el amar? ¿Por qué es perfecto el necesitar a alguien para estar contigo? Y mucho más allá de todo eso, la odio.

Torturarla me gusta, no solo porque la veo fragil y débil, sino porque la odio, de verdad siento que nunca me cansare diciendo lo mucho que la odio. Siento repulsión por su actitud, por el hecho de no hacer nada. Me da tanta gracia ver qué tiene que escaparse de un sitio donde casi podría matarse, ¿Y para qué? Para ver a un degenerado, alguien que cree que ama porque la manipula a veces con palabras bonitas, por alguien que la quiere muerta.

Mis palabras hacían llorar a la pequeña princesa, para tener 8 años sigue siendo la misma pretenciosa de mierda. Mis niñas en el burdel no serán perfectas físicamente, pero me encantaban, eran valientes, inteligentes, y sobre todo preciosamente complacientes conmigo. No sabía si era por el no querer arruinar su perfecto cuerpo, o porque la odiaba, pero algo me detenía cuando pensaba en hacerla mía, y si ella no quería, violarla. Su delicado cuerpo no aguantaría el dolor de una violación, no quería dañar eso de ella, al menos no de forma tan brusca, esperar a que ella cediera era una de las estupideces más grandes que podría llegar a hacer un demonio. Y yo sería el primero en ser estúpido.

Mis ojos la observaron suplicante, sus ojos verdes brillaban en deseo. Empezaba a tocarla poco a poco, quería ver si podría llegar a convencerla para que pudiera estar conmigo. Seguramente la dejaría después, porque ya estaba usada, y aunque sólo fuera usada por mi dejaba de servir. Pero por más que gemia mi nombre, por más que su cuerpo lo pedía, se negaba, se negaba tanto como si de su reino dependiese, como si Dios le dijera que sería su castigo, es tan estúpida como para creer en Dios y pensar que un ser así la va a castigar, pequeña, soy yo quien te lastima.

No quería rasgar su cuerpo de esa forma, quería que estuviera lista, y sienta que nuestras almas se unan en una, quiero eso, así sufrirá más cuando la dejé después de follarla.

No era nada del otro mundo para mi el hacer este tipo de cosas.

Observe mi reloj, la arena estaba bajando, no creo que quede mucho tiempo. Aunque la hija del rey fue la única que me trató bien cuando llegue a este reino de mierda, debía matarla y eso, sinceramente no me importaba, era una humana de mierda, y en la mierda se tiene que quemar. Ignoraba el hecho de que podrían descubrirme y matarme, de hecho ignoro toda mala posibilidad o daño, yo soy un demonio que decide cuando irse, y sé que me iré cuando sea necesario.

Contrario a la pequeña princesa, la hija del rey era muy extrovertida, le gustaba hablar conmigo y en secreto chuparme la verga salvajemente. Tenía unos 8 años igual que la pequeña princesa, me la cogía desde que tenía 5, era una dulce niña tierna, ahora con 8 es una perra mala. Su piel era suave pero no tanto como la de la pequeña princesa, ella era relativamente feliz, aunque ser la hija del rey nunca me impidió nada con ella, si que era jodidamente estresante colarme en su alcoba para cogermela.

Me emocionada el saber quién sería, quién sería la persona que tendría que matar a sangre fría, sobre todo si era la hija del rey. No me caía mal sinceramente, pero sería tan espectacular matarla a ella y a sus padres, sobre todo si escuchan como me los cogí a los 3.

Se sentía muy satisfactorio el pensar en cómo morirá cada persona que se me crucé en el camino, me reconfortaba, tal vez porque yo viviría eternamente y ellos solo sufrirán el castigo eterno, o porque sería yo quien los castigaría.

Para cuando lo hago solo consigo mi placer, ya que los demonios no pueden sentir placer propio. El placer proviene de las almas torturadas, mientras más se tortura un alma y más tiempo pasa en el infierno, más será el disfrute de ese demonio con el tema del placer.

Yo sentía como humano, y me daba asco el pensar que ellos sienten como yo, que seres inferiores y estúpidos pueden llegar a siquiera pensar o creer que sienten el verdadero placer.

Como se nota que son unos malditos ingenuos.

Era una noche de febrero cuando le hable al cielo, estaba solo en aquella montaña sintiendo el peso de la oscuridad sobre mi, me sentí como en casa. Apenas termine de hablar el cielo se despejó, reflejando una hermosa luna, justo se veía el lugar donde dormía la pequeña princesa, su ventana me mostraba como se cambiaba, se quitaba la ropa con cuidado haciendo muecas de dolor.

Sonreí victorioso pensando que me encantaba este destino hijo de puta, sobre todo porque era hijo de puta con todos, menos conmigo, cuando le dije que la odiaba y que me daba asco igual siguió conmigo, su mundo se cayó y disfrute verlo y ver cómo igual seguiría para mi.

Un siglo esperándoteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora