El Primigenio.

Capítulo 2

Narrador.

Después de ver que cada vez se alejaban más de su hogar en un tiempo considerablemente rápido, Nahia no pudo evitar llorar, pero no tenía planeado quedarse con esa bestia para siempre. Secuestrarla fue fácil, escapar también debía serlo.

Después de unos segundos la bestia que la tenía en su poder, se detuvo frente a una cueva, pensar que la mataría dentro de ella era lo más lógico.

Habían más de esas bestias detrás de ellos, el Alfa se dió la vuelta y en un gruñido les ordenó que se fueran... Que fuese la única hembra no significaba que era de todos. Ella era única y exclusivamente suya.

Sus guerreros se inclinaron y se fueron del lugar.

Mientras ella veía cada cosa que pasaba, para estudiar su comportamiento y saber sus capacidades. El Alfa la vió y con alegría en su corazón se adentró a su cueva, la cueva de ambos.

Nahia pudo darse cuenta que la cueva era más oscura de lo que pensaba. El miedo jamás la abandonó, en ese momento era su único amigo... El Alfa se detuvo en una parte un poco más clara, pero oscura en su mayoría. Él la dejó con mucha suavidad en el suelo y ella trató de controlarse... Después de unos segundos pudo observar una cama que parecía un nido de aves enorme. Era tan alta cómo una cama, más bien, más alta que una cama, su forma era cuadrada y bastante ancha. En la superficie había una piel, no sabía con exactitud de que animal era. En el suelo por las esquinas y en los extremos del lugar habían muchos huesos de animales apilados cerca de los muros de la cueva. El suelo tenía una evidente suciedad, y un poco alejada de la cama había una vasija. Tal vez había sido de los humanos, la vasija contenía un líquido, probablemente era agua.