Capítulo 7

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Narrador.

Habían pasado unos años, el bebé creció y se convirtió en un niño grande y travieso, además de ser siempre muy hermoso.

Era gruñón y serio, pero con sus padres era totalmente diferente, amaba a sus padres con todo su corazón, y ellos lo amaban a él, con su madre se comunicaba muy bien, ambos hablaban, pero de alguna forma, entendía los sonidos de su padre, entendía lo que quería decir con un ronroneo, gruñido o aullido.

De algo estaba seguro el Alfa, Ryder sería el próximo Alfa, tenía todo lo que él, inteligencia, fuerza y astucia. Ahora ambos protegían y espiaban a Nahia, quien trataba de jugar escapando, pero no corría ni diez pasos cuando ya era capturada por su pareja e hijo.

Nahia y el pequeño Ryder se encontraban sentados en el nido mientras el Alfa se despedía de ellos... Después de un rato los dejó, él se fue, y sus dos amores se quedaron en su cueva.

Pasó el día bastante normal... Y ya era de noche, casi la hora de dormir y el Alfa aún no regresaba.

- Ven cuchito, a bañarse.

Dijo Nahia levantándose para después tomar a su hijo en brazos.

- No mami, hace mucho frío.

- Te bañaré aquí adentro bebé.

- ¡No quiero!

Nahia ignoró a su hijo, y lo dejó en el caparazón de una tortuga, esta contenía agua tibia mientras cumplía la función de una bañera/tina... Pasaba un pedazo de tela por el cuerpo de su hijo cuando él la llamó.

- Mami.

- Dime mi bebé.

- Quiero teta.

- Ahora no mi amor, te estoy bañando, y te dije que tenías que aprender a comer.

- No quiero mami, sólo quiero leche.

- Tienes que aprender a comer carne, para que seas muy fuerte cómo tu padre, y a comer frutas para que seas igual de bonito que yo.

- Que asco.

- No es asqueroso... Empiezo a creer que tendré que darte los castigos que tu padre no quiere.

Habló seria, pero su hijo comenzó a llorar.

- Mami.

- Aprenderás a comer.

Habló firme, su hijo bajó la cabeza y se dejó bañar.

Después de un rato Nahia terminó de bañarlo, lo llevó al nido y con una piel secó su cuerpo, después le puso la ropa, que consistía en una sola pieza hecha con piel de un ciervo.

- Mami.

Dijo el pequeño refregando sus ojos con sus puños, Nahia sabía lo que quería, lo tomó y se sentó en el nido dejándolo a él en sus piernas.

- Es la última vez bebé.

Dijo ella para luego sacar uno de sus pechos y dárselo a su ambriento hijo.

El pequeño tomó el pezón de su madre y comenzó a comer.

Después de un rato se durmió, Nahia se levantó y caminó un poco, sacó su pezón de la boca de su hijo y después acostó al pequeño de tres años en su cuna de paja hecha por ella.

Después de un rato se durmió, Nahia se levantó y caminó un poco, sacó su pezón de la boca de su hijo y después acostó al pequeño de tres años en su cuna de paja hecha por ella

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