Capítulo 4

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Narrador.

Habían pasado veintiún soles y veintiún lunas desde que Nahia escapó quedando atrapada en un sueño, en esos veintiún días Nahia estuvo dormida, la marca del Alfa fue demasiado fuerte que le provocó un sueño indefinido, por así decirlo.

En ese tiempo pasaron muchas cosas, mientras el Alfa no estaba, sus guerreros cuidaban la cueva desde afuera. El Alfa desarrolló cierta adicción por su humana, ya que aún dormida él se apareaba con ella.

Él no se preocupaba por su estado, sabía que era débil y no soportaría la marca, pero también notó otra cosa.

El vientre de su humana estaba ligeramente más grande, no podía saber que era o ayudarla ya que estaba dormida, al estar dormida era cómo si su aroma también lo estuviera, estaba viva, pero para ayudarla ella debía estar consciente.

Después de limpiar el torso de ella con su lengua, le acarició con su enorme pata el cuerpo, era suya, acariciaba lo que era suyo.

Lamió su rostro y tan tristemente la dejó allí, el Alfa salió de la cueva y les recordó a sus guerreros que cuidaran bien a su hembra.

Mientras tanto Nahia había perdido fuerzas, estar inconsciente tanto tiempo no le ayudaba, aunque al mismo tiempo era natural, mientras dormía soñaba, uno de esos sueños parecía ser repetitivo; ella estaba en una cascada, esta parecía estar en una pradera, allí había una mujer demasiado hermosa, llevaba puesto un vestido largo blanco, parecía seda. Su pelo lacio era tan negro cómo el carbón y tan largo que le llegaba a las caderas, su piel tan blanca cómo la nieve, y tan delicada y fina cómo porcelana, era bastante alta y su cuerpo era delgado y esbelto. Ella tenía ojos tan negros cómo la oscuridad, una nariz muy fina, y en si un rostro inigualable, se podría describir con una sola palabra, perfecta.

Ella siempre estaba con un hombre, o mejor dicho, observaba y cuidaba al hombre, él era bastante alto, de pelo largo y leonado, de cuerpo realmente musculoso y ojos tan azules cómo el cielo.

Su apariencia era parecida a un león, excepto por los ojos ya que no eran felinos. Él vestía con ropa hecha de pieles de animales y su mirada era tan seria que llegaba a intimidar. Era demasiado atractivo, su perfil era muy varonil, Nahia no pudo evitar no sentirse atraída por él.

 Era demasiado atractivo, su perfil era muy varonil, Nahia no pudo evitar no sentirse atraída por él

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El Primigenio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora