| Frío |

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Vale, Rui no sabia como acercarse a Ran y Rindou.

Ya habían pasado unas semanas desde que llego a la casa, había conocido a la mucama de la casa, que se encargaba de lavar las cosas, mantener la casa limpia y hacer la comida, le dijo que tuviera paciencia con ellos.

Ellos dos siempre habían estado solos, así que tenían que acostumbrarse a tener un hermano mayor.

Intento acercarse de a poco, para comenzar su relación de hermanos, pero Ran y Rindou siempre se mantenían alejados, susurrando a sus espaldas, mirándolo con sus ojos violetas de una forma que le daba escalofríos, además, tomaron la costumbre de tomar sus cosas y romperlas.

Nunca hablaban en las comidas, y a pesar de siempre saludarlos en las mañanas y desearles buenas noches, nunca le respondían.

Pero no se iba a rendir, claro que no, pero ya no sabia como acercarse a esos dos.

Era invierno, hacia mucho frío y Rui se desperto a escuchar unos pasos apurados y una puerta siendo abierta y cerrada de golpe, curioso fue a ver que pasaba, a pesar del frío.

Salió al pasillo, donde vio una puerta abierta, era la habitación de Ran, fue a ver y se encontró que no estaba en la cama, como el buen hermano que era, se preocupo y comenzó a buscarlo por toda la casa, siendo silencioso, no le tenia miedo a la oscuridad, así que no tubo problema.

Estaba temblando del frío cuando fue a ver en la habitación de Rindou, donde se encontró que Ran se había ido a dormir a la habitación de su hermano menor, se acerco para ver mejor y noto como los dos estaban temblando del frío y abrazados entre si.

Eso le dio ternura a Rui.

Su intento de hermano mayor se activo, tenia que abrigar a sus hermanitos para que no se enfermaran, él era fuerte, por ser grande, o bueno, eso le dijo su abuelo, pero ellos eran pequeños y no eran fuertes como él.

Hizo lo primero que se le vino a la mente, fue a su cuarto apurado y con mucho esfuerzo saco el cubrecamas de su cama, aunque le costo mucho, pero al final lo logro, soltando un gritito de felicidad al poder sacarlo finalmente.

Una vez con ella la llevo a la habitación de Rindou y con mucho cuidado los tapo bien, asegurándose de que no pasaran frío y que no faltara una parte por abrigar, y suspiro aliviado al ver que ya no temblaban.

Con una sonrisa en la cara acaricio la cabeza de sus hermanitos, les quería dar un beso de buenas noches como solía hacer su abuela, pero prefirió no hacerlo para no despertarlos, una vez termino, se fue cerrando la puerta de la habitación.

Ahora el problema era que se estaba muriendo de frío.

Fue a su cuarto, donde saco más pantalones de pijama y un chaleco, se puso los pantalones extras abrigando sus piernas, se puso otro par de calcetines, el chaleco y se acostó en su cama, que estaba media desecha.

Y así volvió a dormir.

Sin saber que sus dos hermanos estaban despiertos, pero que no dijeron nada.

El hermano mayor de los HaitaniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora