CAPITULO 29

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Se hizo el silencio y Rider avanzó con elegancia.

Las piernas me comenzaron a temblar y Andras me sujetó del codo para estabilizar mi equilibrio. Dargan puso su brazo frente a mi pecho y nos obligó a retroceder. Seth hizo lo mismo para darle espacio a su imponente, aterrador e increíblemente atractivo hermano mayor.

Rider se detuvo a medio camino entre la puerta y nosotros, nos observo con el ceño fruncido y los ojos entrecerrados, mientras terminaba de ajustarse los guantes de entrenamiento a sus enormes y robustas manos. Ya sabéis, esos que te cubren hasta los nudillos y dejan el resto de los dedos a la vista.

- ¿Puedo preguntar por qué estáis holgazaneando en lugar de estar haciendo algo productivo?.- dijo sin dirigirse a nadie en particular.

- Un pequeño descanso no viene mal ¿No crees?.- comentó Caleb al acercarse a la mesa de armas para coger un cinturón de cuchillos. Nosotros seguíamos en silencio y él pareció percatarse de eso.- ¿Por que tenéis esas caras? ¿Me he perdido de algo?.

¿Donde diablos se había metido los últimos cinco minutos? Era imposible que no hubiese escuchado aquella conversación que tenía lugar segundo antes de que Rider atravesara esas puertas cual criatura divina que es.

- Casualmente me hago la misma pregunta.- la voz de Rider se había tornado más grave de lo habitual, aunque al mismo tiempo parecía totalmente calmada. Era como si estuviera reprimiendo un rugido o algo por el estilo.- Tú.- me señaló con el dedo.- ilumíname.

Sentí que el alma me abandonaba el cuerpo cuando se acercó un poco más hasta plantarse delante de mí. Rider era tan imponente que me obligó a retorcer a tropezones hasta colisionar mi espalda con el pecho de Andras. Su cuerpo tonificado no pasó desapercibido, las luces de la habitación le daban un aspecto como si estuviera hecho de oro macizo, y me di cuenta de que toda esa fuerza muscular se movía sutilmente cada vez respiraba a ritmo increíblemente lento.

- ¿Te gusta lo que ves, mortal?.- ronroneó con cierto desdén. Sacudí la cabeza al percatarme de que todo este tiempo llevaba mirándole los pectorales brutalmente marcados en el centro de su pecho.

Baje la mirada hasta clavarla en el suelo.

- ¿Quieres dejarla tranquila?.- intervino Dargan.

- Aun no ha respondido a mi pregunta.- Rider no apartó la vista en ningún momento. Podía sentirla, era increíblemente pesada.- Teniendo en cuenta el parloteo que se escuchaba hasta el otro lado del pasillo, y que vosotros no soléis gritar durante los entrenamientos, intuyo que la culpable de este alboroto es vuestra preciada mascota.

- Si tanto te interesa saber...

- ¿Podrías dejar de responder por ella? ¿Acaso tiene algún tipo de discapacidad que le impida hablar conmigo?.

- Ella no quiere hablar contigo.

- Pues que sea ella quien me lo diga.

Le cogí la mano a Dargan en un intento por detener la discusión con su hermano. Dargan observó nuestra unión con gesto confuso pero no se apartó en ningún momento de mi lado. Al parecer mi apretón logró tranquilizarlo.

- Convencí a tus hermanos para que me trajesen aquí. La idea de quedarme encerrada en esa habitación me aterraba, y ellos no se negaron ante mi petición...

- Por supuesto que no.- interrumpió con un bufido.- La ley los hizo guardianes, lo que significa que están bajo tu merced. Tus deseos son ordenes para ellos.

Pensaba que eso de ser guardianes era algo metafórico, no imaginaba que aquel título fuese de una manera tan literal.

- Prosigue.- ordenó.- Y me harías un favor si fueses directo al grano. Me da igual como te sientas al respecto.

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