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—¡Voy a salir! —gritó Sungchan, seguido del sonido de la puerta de entrada.

Jeno salió corriendo de su habitación hacia la sala, encontrándose con su padre observando la puerta de salida.

—¿Channie se fue? —preguntó el menor de la casa, observando a Jungwoo.

—Ni siquiera me dejó despedirme —murmuró. Se encaminó hacia Jeno y lo abrazó—. Espero que no sigas los pasos de tu hermano y sigas saludando como corresponde.

—Claro que sí —sonrió Jeno, haciendo desaparecer sus ojitos, atacando con ternura el corazón de su padre—. ¿Puedo salir con mis amigos?

—Siempre que le envíes saludos a sus padres de mi parte —Jungwoo besó el cabello de su hijo y cargó su bolso al hombro—. Si te vas antes de que regrese tu padre, envíale un mensaje. Debo ir a trabajar, nos vemos en la noche.

Jeno quedó completamente solo en casa. Se lanzó al sillón y suspiró, tomando su teléfono y escribiendo en su grupo de amigos. Acordaron ir al parque de siempre y Jeno le envió un mensaje a sus padres, avisándole dónde y con quiénes iría.

La diferencia entre los hermanos Kim era enorme. A pesar de que eran todos muy unidos, Sungchan solía ser más reservado con su vida, sobre todo a sus diecisiete años. Doyoung y Jungwoo conocían al amigo con el que siempre salía su hijo, era un niño adorable y lo único que les preocupaba era que su hijo lleve por mal camino al pequeño Qian.

En cambio, Jeno siempre pedía permiso y avisaba todo lo que haría con sus amigos. Aun con catorce años, saludaba a sus padres con besos y abrazos, Sungchan había dejado de hacerlo a los once años.

A veces le echaban la culpa a las hormonas del segundo género. Sungchan, siendo alfa, parecía estar más a la defensiva, ser más reservado con su vida y sus sentimientos. Pero desde su primer celo a los quince años, durante esos días del mes, Sungchan regresaba a ser el niño necesitado del cariño de sus padres.

Jeno, como el estereotipo de omega, era más dulce y cariñoso con los demás en todo momento, y tal vez esa era la razón por la que se aseguraba de avisar a sus padres dónde iría y con quién, para evitar cualquier problema. Sabían que era omega por los exámenes realizados a sus doce años, pero aun no había tenido su celo. Esperaban que no sea lo contrario a su hermano y se vuelva agresivo. Pero aun no era momento de preocuparse por eso. Tal vez...

—¡Jeno!, ¿estás bien? —Renjun se acercó con prisa hacia su amigo cuando lo vio caer de la bicicleta.

Haechan giró sobre sí al escuchar los gritos de Renjun y los vio con confusión. ¿Jeno cayendo de su bicicleta? Definitivamente había ocurrido algo malo. Subió nuevamente a su skate y se dirigió hacia ellos, pero Renjun tenía otros planes.

—¡Vete, no te acerques! ¡Si lo haces te asesinaré! —Renjun gritó con fuerza, logrando que su amigo no se acercara más. Quitó su bolso de su espalda y rebuscó en sus bolsillos, estaba seguro que lo tenía, su padre Sicheng nunca lo quejaba salir sin eso. Suspiró aliviado cuando lo tuvo en sus manos y sin dudarlo demasiado, clavó la aguja en el muslo de su amigo.

Haechan no era tonto, entendía perfectamente lo que estaba pasando, pero no de la forma en la que esperaba. Incluso en esa distancia podía sentir el fresco y adictivo aroma a moras y arándanos, su corazón comenzó a golpear con fuerza y necesitó toda su concentración para no correr a él. Su respiración se sentía agitada de una manera que nunca le había ocurrido, y su piel ardía.

Pocos segundos después de que Renjun le diera el supresor de emergencia a Jeno, el aroma comenzó a perderse, y las miradas curiosas de las demás personas comenzaban a quitarse. El pulso de Jeno, y también el de Haechan, comenzaban a regularse poco a poco.

Renjun tomó su teléfono, llamó a su padre para que fuera por ellos, explicándole levemente la situación. Después llamó también por teléfono a Haechan, que se mantenía estático a varios metros de ellos.

—Me llevaré a Jeno a casa —comentó, viendo a Haechan a los ojos—, es mejor que regreses a la tuya también.

Puedo ayudarte- —su voz tembló, pero fue rápidamente interrumpido por Renjun.

—No, eres un alfa inmaduro, no podemos arriesgarnos. Estaremos bien, mi papá viene por nosotros.

Haechan asintió y terminó la llamada, subió a su skate y se alejó con prisa. Renjun se quitó sus patines, se colocó las zapatillas y acomodó todo, esperando a su padre que no tardó en llegar. La camioneta blanca frenó frente a ellos y Taeil salió de un salto. Renjun acompañó a Jeno a recostarse en los asientos traseros mientras su padre acomodaba sus cosas en la parte de atrás.

—Ya avisé a Doyoung, irá por él a casa cuando salga de su trabajo. ¿Están bien? —preguntó Taeil, observando a su hijo y a Jeno a través del retrovisor.

—Sí, le di el supresor de emergencia, pero fue algo muy fuerte y repentino —Renjun observó a su amigo, que estaba adormecido sobre su regazo, mientras le acariciaba el cabello.

Él aun no había tenido su celo, pero sí conocía a otros omegas que lo tuvieron y nunca supo de un primer celo de ese tipo. Normalmente empezaba con algunos calores corporales, la respiración un poco agitada, fiebre, cansancio... Pero Jeno no parecía presentar ninguno de esos síntomas antes de que colapsara.

—¿Crees que alguien se lo provocó? —preguntó con un murmullo hacia su padre. Taeil le dio una rápida mirada a través del espejo.

—¿Te refieres a que casualmente encontró a su destinado? —Renjun se encogió de hombros y Taeil suspiró—. No lo sé, pero recuerda que eso no define nada —intentaba calmar a su hijo de alguna forma, pero ya había visto sus ojos enrojecer.







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Esta historia será actualizada lunes y jueves, nos leemos pronto!

You never gave up on me •°• #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora