Sungchan no podía quedarse con la duda, y durante varios días regresó a ese almacén a la misma hora en la que se encontraron con la mujer, con la esperanza de volver a verla. Necesitaba aclarar sus dudas, pero no tuvo resultado.
Su siguiente opción era más drástica. Hacer una prueba de ADN. Investigó bastante, incluso fue a un hospital a preguntar. Sus padres no iban a autorizar algo así, pero él no se rendiría por nada. Falsificó la firma de su padre Jungwoo, tomó muestras de los dos —debía estar 100% seguro—, y llevó la suya también, junto con sus ahorros. Debía esperar una semana por los resultados, y estaba seguro que sería la semana más larga de su vida.
—¿Estás loco? —se sorprendió Shotaro, cuando su amigo le explicó qué lo tenía tan inquieto—. Es más fácil solo ir y preguntarles a ellos, ¿no crees? —cuestionó—. ¿Lo que hiciste es legal?
—Claro que sí, dijeron que todos tienen derecho a saber quiénes son sus padres biológicos. Tal vez falsifiqué la firma de Jungwoo, pero nada más.
—Ya no te reconozco. Ellos son tus padres y te aman-
—¿Y eso qué? —interrumpió Sungchan, alzándole la voz a su mejor amigo por primera vez—, tal vez mi verdadero padre esté buscándome, tal vez ni sabe que existo y se alegraría de saber de mí.
—Pero...
—No, no entiendes lo que siento. Tus padres son destinados, es obvio que ellos son tus padres biológicos, no necesitas preocuparte por eso.
El fuerte sonido de la bofetada resonó en la habitación. Sungchan no sabía qué le había dolido más, si el golpe, provocar la sorpresiva actitud agresiva de Shotaro, o ver las lágrimas acumularse en los pequeños ojos frente a él. Definitivamente, hacer llorar al chico que lo era todo para él, lo destruía.
—¡Estás insultando a tus padres y a los míos! No quiero verte. Es mejor que te vayas.
A pesar del dolor por hacerlo llorar, seguía molesto porque su mejor amigo no lo quería entender. Tomó su mochila y salió enojado de esa casa, cruzándose en el camino a los padres de Shotaro, sin saludarlos y dejándolos más confundidos de lo que estaban.
Kun y Yuta entraron en la habitación de su hijo, y corrieron a abrazarlo al verlo llorar. Escucharon a Shotaro gritar enojado, y eso ya era preocupante, pero ver a Sungchan con la mejilla roja saliendo enojado de ahí, solo los asustaba más. Shotaro les explicó que era una tonta pelea y los abrazó con más fuerza, como si quisiera transmitir cuánto los amaba y agradecerles por todo a través de sus brazos.
Sungchan golpeó todas las puertas de la casa que se cruzaron frente a él, asustando a toda su familia. Se encerró en su habitación y arrojó la mochila al suelo. Se dejó caer en la cama y acarició su mejilla. Shotaro no lo entendía y eso lo hacía enojar.
Su —tal vez— padre Doyoung preguntó desde el otro lado de la puerta si estaba bien. Sungchan estaba muy molesto, pero intentó contenerse y no gritarle. Contestó con sequedad que estaba bien y que no lo molesten hasta el día siguiente. Por suerte, Doyoung no le insistió más y permaneció acostado, escuchando la charla entre Jeno, Jungwoo y Doyoung de su día, el celo del menor y otras tonterías. Los escuchó apagar todas las luces e ir cada uno a su habitación.
Ya en el silencio de la casa, Sungchan repitió la escena de esa tarde en su cabeza una y otra vez, enojándose cada vez más. Hasta que entendió algo importante. Kun sí era el destinado de Yuta, pero no era el padre de Shotaro, y él era uno de los pocos que sabía ese secreto. Shotaro había sido el fruto de un noviazgo de su padre, que un año después de su nacimiento, terminó. Y cuando Shotaro cumplió sus tres años, Yuta conoció a su destinado.
Ahora entendía un poco más por qué Shotaro insistía tanto en dejar sus tonterías atrás, pero ya estaba hecho, su historia no era igual que la de su amigo, y debía descubrirla.
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You never gave up on me •°• #2
Fanfiction"Nunca te rendiste conmigo" Parejas destinadas, amores infantiles. El regreso de alguien no muy querido que dará lugar a peleas y discusiones. Una familia que intenta no romperse en mil pedazos. •°•Omegaverse •°•Segundo libro de: "You saved me"