"Cronometrar"

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75.000 dólares. 2 firmas, 1 cheque que no aceptó y un estrechón de manos. Nada más. Ni todo ese dinero recibido le pareció razón suficiente para comenzar ese día satisfecha; con un día más en ese trabajo y uno menos para lo que faltaba.

Había perdido casi tres horas con Jessica Jung y otra más con Yang Hyuk Suk. Ninguno le caía bien y había compartido la mañana con ambos. Evans porque le parecía carente de inteligencia y Yang porque la tuvo rogándole, 60 minutos, por algo a lo que él solo respondía de manera negativa.

Estaba segura de que los odiaba. Odiaba que Jessica Jung fuese tan idiota y se dejara quitar el dinero de manera tan fácil, no le gustaba el trabajo fácil, pero odiaba el difícil que tenía con Jung Wook. Odiaba a ese hombre porque el tiempo ya comenzaba a jugar en su contra y no había caminado hacia ella más allá de un paso.

Odiaba a Yang Hyuk Suk. Poco había oído de él entre los pasillos de su edificio y no era la única que se burlaba internamente de sus acciones. Si no fuese por sus rescatadas ideas laborales, sería Jung con unos años de más y chalecos que nunca se quitaba. Pero lo odiaba por sobre todo porque respaldaba las ideas de James: no podía adoptar a Song Kang y Ella y no había nada lo que haría cambiar de opinión.

Odiaba en ese momento su trabajo. Odiaba a todos los que no fuesen de su equipo y estaban del otro lado la casa a la que caminaba. Odiaba Santa Bárbara. Odiaba sentirse así, frustrada y odiando a todos y todo a causa de ese sentimiento. Odiaba todo lo que nunca podía conseguir y lo que quería ahora era continuar manteniendo esa sonrisa ilusionada en los niños. Pero James ya se la había borrado y por eso lo odiaba a él también.

Pateó una pelota de goma que estaba en su jardín, hacia la calle, y rodó los ojos cuando golpeó contra la parte trasera de su propio automóvil. Sacudió la cabeza y regresó su mirada al frente, avanzando con lentitud y cansancio hasta el picaporte.

Lisa abrió la puerta de casa y el aroma a chocolate invadió su nariz con rapidez. Cerró y arrojó el maletín a un costado mientras oía las risas provenientes de la cocina.

- Ey, Song Kang ¡Song! ¿quién soy? – Ella estaba sobre una silla, de espalda a ella, mientras gesticulaba con sus brazos cubiertos de chocolate que goteaba y caía a borbotones en el piso-

- ¡Eres Olivia! - los oyó reír y a Song Kang tomar su abdomen en señal de ella. Olivia. La recordaba tras aquella charla en una noche de tormenta, donde ambos le aseguraron que se trataba de la mujer que los cuidaba de pequeños. Se preguntó por qué estaban riendo de esa mujer ahora ¿harían eso con ella en unos meses? ¿O ya estaban haciéndolo a sus espaldas? –

- Ella, baja de allí y no juegues con el chocolate- la puerta del horno se cerró y una Jennie sacudiendo sus manos en el delantal apareció frente a ella. Sonrió, estaban cocinando algo, tan sincronizados, que ninguno pareció notarla aún-

- Pero esto ya no sirve- le recordó la niña lamiéndose una de sus manos- ¡Oh, si! ¡Se la daré a Lisa! -

- No puedes hacer eso- reclamó Song Kang ofendido - ya lo manoseaste. Lisa no puede comerlo-

- Y no lo hará- aseguró Jennie cerrando la heladera luego de buscar una caja de leche- Puede hacerle daño-

- ¡Claro que no! Solo exageras porque es tu novia. Eres peor que esos niños que jalan el cabello de la niña que les gusta- reclamó Ella abandonando la silla y llegando a Jennie, que removía de perfil a ella algo en una fuente-

- No exagero- refutó la morena deteniéndose y volteando a ver a la niña- Y Lisa no es mi novia- agregó y luego alzó su mirada, notándola y evitando sonreírle. Ella se cruzó de brazos y se recostó contra la pared, observándolas luego de guiñarle un ojo a Song Kang que la había visto con anticipación-

The Golden RulesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora