𝙐𝙣 𝙇𝙪𝙜𝙖𝙧 𝙀𝙣 𝙏𝙪 𝙈𝙞𝙧𝙖𝙙𝙖

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El pasado nunca debía saber amargo.
Pero JungKook ya estaba acostumbrado a ello.

Dejó un pequeño ramo de flores en la tumba improvisada y suspiró, mirando al cielo. De seguro estaba pagando alguna condena de su vida anterior, porque no debía estar sufiendo tanto.

Recorrer el pueblo que alguna vez lo vio crecer también era incómodo: no había cambiado mucho, por lo que las siglas KT x JJk talladas en la barda del puente y encerradas en un corazón seguían ahí. Las flores que un par de niños de diez años habían sembrado en la plaza del pueblo seguían ahí, incluso con nuevos retoños.

La gente lo miró raro, pero ni se inmutó: sus tatuajes y perforaciones llamaban mucho la atención.

- ¡Hermanito! - SukHo lo saludó, alegre - ¡viniste! ¿Y JiSoo?

- Esta cerrando un caso, llegará pasado mañana -

- Me alegra verte bien, hermanito - insistió el mayor - ¿quieres dar una vuelta y ver donde te quedarás?

- Sí, aunque después del recorrido quisiera entrevistar al chico afectado -

- ¡Claro! Te llevaré allá después. ¡Ven! Tenemos un gran recorrido que hacer -

Su hermano mayor siempre ha sido positivo y animado, brincando por aquí y por allá. Por otro lado, él buscaba su privacidad y ser reservado: era desconfiado, y varios golpes en la vida lo habían hecho reafirmar esa creencia.

- Te vi en la lápida del chico Kim - comentó SukHo - ¿estás bien?

- Sí, solo la estaba visitando - murmuró - nada preocupante.

- Entiendo - asintió - cualquier cosa, sabes que cuentas conmigo.

No quiso darle más vueltas al asunto.
Siguió a su hermano mayor a través de aquellas calles que ya conocía de antaño, sonriendo ligeramente cuando vio la granja de los señores Seo y sus cultivos de tomate.

"- JungKookie~, ¿el conejito quiere sus verduras?

- Tae! Los conejos solo comen lechuga y zanahorias!

- ¡Deberías probar el tomate conejo malo!"

La librería Jung tenía nuevo asistente, pero era igual de hablador y comentarista que su fundador. Admiró con detalle los libros de mitología griega, tocando sus pastas y retomando algunas memorias que parecía haber olvidado.

A su TaeHyung le gustaba mucho la mitología, eso todos lo sabían.

Continuaron por la tienda de la señora Won, quien lo abrazó e invitó a una pequeña taza de café. Diablos, como había extrañado esa bebida.

"- Los conejos no toman café -

- ¡Yo soy un conejo único y detergente! -

- Divergente JungKookie, di-ver-gen-te -

- ¡No te burles! Estoy aprendiendo -

- Nunca me burlaría de mi precioso conejito -"

Sacudió su cabeza cuando notó que faltaba algo en la tienda de la señora Won.

- Creo que buscas aquellas pulseras, ¿verdad? - le dijo esta.

- Sí, esas -

- Se las di a un nuevo amor joven que me recordaba mucho a ustedes... - confesó la señora - sí quieres, puedo hacerles otras....

- No se preocupe, asi esta bien - aseguró, negando con la cabeza.

La heladería seguía completamente igual, salvo porque su local había crecido un poquito más. El sabor a mora silvestre seguía intacto, junto con el helado de frutilla ácida; no pudo evitar pedir un helado grande con ambos sabores.
Cuando lo tuvo entre manos, pudo apreciar la sonrisa de TaeHyung a través del delicioso postre.

un amor ən daəgu ☆ yəonbin/soojunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora