034 | LA BODA DE UN PELIRROJO

558 43 0
                                    

034
LA BODA DE UN PELIRROJO

Y allí estaba ella, en mitad de un ataque de pánico. Sus manos temblaban mientras veía cómo la carpa empezaba a arder en llamas y cómo los mortífagos se lanzaban a los asistentes de la boda. Uno de ellos lanzó un Avada a un hombre que mantenía la varita alzada en su dirección, provocando de esa forma que su cuerpo saliera volando directamente hacia Layla, tumbada. Esa vez tirada en el suelo, con el señor muerto sobre sus piernas, abrió los ojos como platos y se arrastró hacia atrás tratando de quitárselo de encima. Notó un ardor en su antebrazo, pero no se paró a revisarlo.

Unas manos la cogieron por debajo de los hombros y la alzaron al segundo sin costarle si quiera requerir fuerza para ello. Al girarse y ver que se trataba de Lachlan, a escasos centímetros de ella, tragó saliva y sintió como incluso ese gesto le costaba más esfuerzo que matar a mil dementores a la vez. Los ojos oscuros del joven la miraron exigiéndole que reaccionara de una vez, y viendo que era imposible, atrapó entre sus dedos la mano de la chica y la arrastró por medio de las diversas peleas que estaban teniendo lugar a la vez. 

Su hombro chocó contra el cuerpo de alguien que vestía un precioso vestido rojo, y la persona que lo llevaba se giró para mirarle entre el bullicio de gente. Por unos instantes, Hermione y Layla se observaron en silencio por lo que parecieron largos minutos, pero que realmente fueron unos cortos segundos. Lupin lanzó a Harry contra su amiga y en unos instantes desaparecieron. Todo fue tan rápido que no hubo tiempo de reacción. La había visto.

—¿Estás bien? —exigió saber Neybur una vez estuvieron alejados de toda la gente, tras la madriguera. Eso era algo que no podía negar, lo mucho que se preocupaba por ella constantemente. Desde que volvió estuvo encima suya, asegurándose que nadie le tocara ni un pelo. 

—Me ha visto...

—Tu brazo —apuntó el chaval, ignorando al completo sus palabras. Arremangó la tela de su camiseta y vio la herida bajo la prenda—. Joder, ¿qué te ha pasado? 

—Me ha visto —repitió. Neybur alzó los ojos hasta fijarlos en los impropios, con una mueca. No sabía de qué coño estaba hablando—. Se lo dirá a Fred. 

Y entonces entendió cuál era su maldita prioridad allí. Ni si quiera después de todos aquellos días, donde parecía haberse olvidado, lo había hecho de verdad. Frunció su ceño en una mueca. Había sido estúpido por pensarlo. 

—Creerá que le mentí.

El joven de pelo moreno volvió a tirar del brazo de su, para él, amiga. La arrastró hasta que encontraron a Magnus, y se acercó a comentarle algo al oído. El varón de los Cunningham observó a Lachlan con el semblante serio, luego repasó a su hermana menor de pies a cabeza, sin poder evitar una mueca extraña. Ella seguía en un estado de shock. Finalmente, el moreno asintió con la cabeza y su amigo desapareció con Layla en cuestión de un par de segundos.

Para cuando la joven serpiente abrió los ojos de nuevo, se encontraba en un lugar totalmente diferente del que venían. Ya no habría gritos, ni maldiciones, ni peleas. Solo había calma a su alrededor. Dejó caer su cuerpo sobre una de las sillas de la cocina de los Neybur y miró sus manos. No había matado a nadie, pero las sentía manchadas por sangre ajena. Mientras ella continuaba en su mundo, el otro andaba de una punta a otra.

—Maldita sea —gruñó al mismo tiempo que empapaba un trapo con agua, bajo el chorro del grifo. Luego se acercó a su chica y giró su brazo para limpiarle la herida—. Reacciona de una puñetera vez, Layla. Te necesito consciente ahora mismo.

—Se lo dirá cuando le vea. Me odiará. 

—Layla —volvió a gruñir, apretando sin percatarse de ello sus rasguños. Ella simplemente se encogió un poco, pero no emitió queja ninguna.

—Cuando sepa que he estado ahí, él...

—¡Ya lo sabe! —gritó desesperado Neybur. Ahora sus iris trataban de evitar las impropias, que luchaban por dicho contacto. El chico, en cuclillas frente a la figura de la joven, se pasó la mano libre por la cara. Varios mechones de pelo rizado se balancearon en su frente, la misma que se encontraba ligeramente sudada—. Cuando fueron a por Harry. Lo usaron como distracción. Sabe que estás con nosotros. 

—¿Qué? 

—Mira, no sé cómo pasó exactamente, pero todos eran el putísimo Harry Potter físicamente y tenían que ir descartando. Tampoco sé qué le dijeron, pero sé que casi le vuelan la cabeza, ¿vale? Me lo contó tu hermano. 

—¿Por qué no me lo dijiste? —apartó su brazo de un solo movimiento del chico, llevándolo a su pecho y abrazándolo—. ¿Por eso no me llevaron, verdad? 

—¿De verdad no te parece obvia la razón? —soltó en un bufido, con tono sarcástico. Lachlan se puso en pie y caminó de nuevo hacia el grifo. Lo encendió y metió sus manos bajo el agua que salía del mismo—. Tu padre sabe que le importas, que les importas, lo usará cuanto pueda y más. Eres realmente estúpida si creías que no sería capaz de jugar con algo como eso. 

Cuando se giró otra vez, secándose las palmas sobre su propia ropa, le dirigió una mirada algo decepcionada. Layla continuó seria, examinándole, hasta que decidió apartar la vista y fijarla en un punto cualquiera de la cocina. 

—¿Está bien? —cuestionó, exigiendo una respuesta sincera. Él se encogió de hombros.

—Por lo que vi hoy, sí —cruzó sus brazos sobre su pecho, escudándose. No le importaba lo más mínimo su situación—. Tenía la cabeza vendada, es todo. 

Ella ni si quiera le había visto. Siempre se mantuvo tras varios de los mortífagos, evitando que su presencia fuera notoria en la zona de acción. En su cabeza la única pregunta que se formulaba una y otra vez era: ¿y ahora qué? Aquello no había acabado. Más bien, todo lo contrario. El Ministerio había caído hacía a penas una hora atrás. Más o menos. El tiempo pasaba raro cuando no te fijabas en él. 

—¿Qué viene ahora, Lachlan? —cuestionó, alzando los iris hasta que su mirada se perdió más allá del otro lado de la ventana. 

—Encontrar a Harry Potter. Y si no dan con él... Bueno, quién sabe qué harán.

my darling ; fred weasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora