Cuatro

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No sabes lo fuerte que eres hasta que ser fuerte es la única opción que tienes.

•••

Aspira con fuerza sobre la cabeza de su hija, justo ahora estaban en el hospital, Magnus odiaba los hospitales.

Con mayor razón este hospital.

- ¿Mis hermanos, van estar bien? - pregunto la dulce voz de su pequeña.

- Todo estará bien, cariño -

Después de la escuela Rafael tuvo una pequeña pelea, unos chicos molestaron a Máx y este no dudo en acudir a su ayuda. Estaban un poco golpeados, Máx sufrió una contusión muy fuerte pero hasta ahora todo parecía estar en orden.

Más que enojado, Magnus estaba preocupado, nunca se habían metido en peleas, eran excelentes, siempre amables y bondadoso.

- ¿Les pasara lo mismo que a papá? -

Magnus suspiro, colocando ambas manos sobre Madzie, la giro para tenerla de frente.

- No, mi amor. Tus hermanos tienen un par de rasguños nada más, lo que le paso a tu papá fue muy diferente, él estaba muy lastimado, ¿Recuerdas lo que le pasó? -

Asiente - accidente de coche -

- Así es - acuna su rostro negándose a las ganas de llorar que le golpean - tu papá estaba muy lastimado, muchas personas intentaron que estuviera bien -

- Papá era bueno -

- Si, él era magnífico -

- Si era bueno... ¿Por qué le pasó algo tan malo? -

- Bueno, a veces las cosas solo pasan, no sabemos cómo o porqué - no deseaba tener esta conversación - lo importante es recordar cada momento a su lado, saber que siempre está aquí - apuntó al pequeño pecho de su hija - tu papá te amo con el alma, siempre debes recordarlo así -

La pequeña solo asintió, recargando su cabeza sobre el pecho del adulto. Pronto se cumplirían dos años del accidente, siempre se tomaban unos días para ir a visitarlo, cada vez era más doloroso, pero el abandonarle le pesaba más.

Siempre recordaba... como si cada segundo de esa noche estuviera adherido a su piel y se negara a irse. La forma en la que miró su cuerpo desgarrado, la sangre brotando de cada zona de su piel en grandes disparos, el cómo lo miró... con esos ojos que alguna vez brillaron para él... como si Alec fuera consciente de que esa sería la última vez que lo tendría de frente.

Corrió a su encuentro, deseando sentir su calor, pero lo único que encontró fue un gran cubo de hielo apretando su mano y lágrimas corriendo por sus mejillas. Quiso decirle algo, lo sabe porque trató con todas sus fuerzas de apartar la mascarilla que le daba oxígeno. No puedo escucharlo, ¿Cómo hacerlo cuando el corazón del hombre frente a él se detenía?... deseo durante cada día escuchar sus palabras, decirle lo mucho que le quería, lo mucho que lo necesitaba.

Deseo tanto poder hacer algo.

La gente decía que cuando una persona se encontraba cerca de la muerte revivía cada momento en su vida, como si mirara una película.

Fue Magnus quién sintió en carne viva cada segundo a su lado, cada roce, beso, lágrima, sonrisa, discusión. Todo, lo vio todo.

Lloro cada noche en la soledad de su cocina.

Esperando que aquello vivido no fuera más que una horrible pesadilla, una broma de mal gusto hecha para él.

Cada día le recordaba que no era así, el paso del tiempo lo hizo más llevadero pero no menos doloroso.

Le partió el corazón decirle a sus hijos lo que paso. Ver como cada uno se derrumbaba a su lado lo dejo sin fuerzas, aguanto cada palabra de consuelo, cada nota que recibía diciendo lo mucho que sentían lo que sucedió.

Se planteó tantas veces dejar esa casa, pero no pudo, en su cabeza parecía ser lo único que lo mantenía apegado a Alexander. No soportaba mirar cada rincón, no soportaba dormir en su cama.

Incluso ahora algunas de las pertenencias que dejó sigue ahí, en su lado del armario.

- Señor Bane - miró al pulcro doctor que lo llamaba - Solo necesito que firme una formas y podrán marcharse -

- Si, lo siento. Gracias - tomo la tabla llena de papeles que le tendía, lo sintió como un deja vu.

No pasó mucho tiempo antes de tener a sus revoltosos hijos entre sus brazos.

- Lo sentimos - murmuraron al unísono.

- Fue mi culpa - sentenció Rafael.

- No, eso no es cierto, fui yo - defendió el otro - Rafa solo pensó que hacía lo correcto -

- Esta bien, están bien y es lo único que importa - no soportaría perder a alguien más - me asusté mucho cuando me llamaron -

- Nosotros... -

- No, está bien. Me hace tan feliz que estén bien, no saben cuánto los amo –

No se atrevieron a decir algo, se sentían muy mal por preocuparlo de esa manera, no pudieron evitarlo, no cuando escucharon a ese estúpido chico decir cosas tan tontas de sus papás.

Si quieres que me quede - MalecDonde viven las historias. Descúbrelo ahora