Seis

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No existen las despedidas entre nosotros. Ahí donde estés te llevaré en mi corazón.

•••

Trata de no perder el aliento, de aligerar el peso de su adolorido corazón, de acabar con la extraña sensación en su estómago... incluso conociendo que eso no es posible.

- Hola - le sonríe tímido, no duda en hacerlo devuelta - puedo... yo... ehm ¿Podemos pasar? -

No responde de inmediato, no cuando ese par de bellos ojos están sobre él. Titudea un poco sobre el marco de la puerta, no por la duda de dejarlo entrar, su presencia le pone de nervios.

Los niños no dudan en pasar sin importar su silencio, era insólito tenerlo de frente.

Por un minuto, Magnus se deleitó con el hecho de poder decir que no, de saber que Alexandre se quedaría tras la puerta. De tener la seguridad de que incluso ahora podía tener tan siquiera un poco de poder sobre él.

Pero no quería eso.

- Pasa - sonrió, moviéndose lo suficiente para permitirle el paso.

Lo vio bajar la mirada un segundo, considerando si aún cuando lo preguntó hacerlo era correcto. Entró, Magnus lo invitó a tomar asiendo y le ofreció algo de beber.

Los niños corrieron escalera arriba, emocionados por pasar el fin de semana con su padre después de una larga semana.

- Ehm... y-yo - dirigió sus pupilas arriba, deleitado por el noto bajo de su voz, por el resonar de su garganta ante el tartamudeo. Lo observo abrir y cerrar sus labios en un patético intento por decir algo, por apaciguar la espesa incomodidad en el ambiente.

Alec suspiro con frustración. Tomo aire, y con el retumbar de su corazón sobre su pecho pronunció algo, no alcanzo a escuchar el que, los niños bajaban con pasos fuertes y risas escandalosas.

- Papi - habló Máx - ¿Puedes venir? Quiero que vengas -

- Lo siento, cariño. Será para la próxima - Era difícil, apartarse de sus pequeños por unos días lo era - Se bueno - beso su frente - quiero que escuches a tu padre en todo. Te amo, arándano. -

Alec siempre los llevaba a acampar por estas fechas, era una tradición en su familia y por primera vez en años no iría.

Máx asistió triste. Rafael apretó su mano sin querer irse del todo, negándose a dejarlo en la soledad de su hogar.

- Tengo que cuidar a su hermana, diviértanse. Ya quiero escuchar todas sus aventuras -

Ambos sonrieron de solo imaginarlo.

- Cuidalos - dijo, una vez que ambos están en su auto.

- Deseo que vengas -

Magnus lo miro, solo por un instante. Deseando que su estómago no se sintiera como lo hizo, deseando que su piel no ardiera de solo pensarlo, de imaginarse estar ahí con él.

- Es mejor así - murmuró. Tan tenue, que por un momento creyó que Alec no lo había escuchado.

Pero lo hizo, si que lo hizo.

No se despidió, subió el equipaje de los niños y una vez que aseguró sus cinturones lo vio partir, sintiendo como un trozo de él lo seguía acompañando.

Si quieres que me quede - MalecDonde viven las historias. Descúbrelo ahora