Nueve

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Anhelo el roce de tus labios, como un suspiro que busca su refugio en un beso.

•••

Alec se lo cuestiono mil veces, los meses pasaban y él seguía sintiendo ese fuego que le calaba hasta los huesos cada que le dedicaba aunque sea un pequeño vistazo a Magnus. La piel se le erizaba, su corazón latía tan fuerte que parecía querer salir de su cuerpo en cualquier segundo, sus manos picaban y sus pulmones no retenían el aliento.

¡Dios! cuanto era que amaba a ese hombre, cuanto deseaba poder estrecharlo entre sus brazos y nunca dejarlo ir.

Sentía tanta culpa, tanto amor... tanto dolor.

Los niños corrían por el jardín y su pequeña hija iba de brazos a brazos entre los miembros de la familia. Era el cumpleaños de sus gemelos, estaban en su casa, Alec había insistido tanto en que se celebrara ahí que Magnus no pudo decir que no.

Admiraba al moreno ir y venir, preguntando a cada persona como se la estaba pasando o si necesitaban alguna otra cosa, siendo tan amable y dulce como siempre ha sido. Así, todo él.

Lo miraba de ves en cuando, preguntándose seguramente si preguntaba a Alec que tal estaba, si la pasaba bien.

Lo diviso de nuevo, iba a la cocina.

Sus piernas comenzaron a andar sin permiso, siguiendo a ese ser que acaparaba toda su atención. Eran pasos suaves, firmes.

- Sé que estas ahí - murmuro el menor.

- Lo sé - contesta casi sin aliento - yo... ehm... no sé porque lo hice - menciona, refiriéndose al hecho de que le seguía.

- Yo si - asegura - nos movemos juntos, como imanes -

El más alto se acercó más, quedando justo detrás de Magnus.

Lo podía sentir, la cercanía de Alec sobre su espalda, el aliento sobre su cuello, el pequeño roce de sus grandes dedos deseando tocarlo y la inhalación sobre su piel.

Alec sabía que Magnus lo sentía y deseo sentir más.

Deslizo sus manos por su cuerpo con delicadeza dejando que el más bajo recargara su cabeza sobre su pecho, apenas. El cosquilleo que sintió lo hizo agachar la cabeza a su cuello, aspirando el olor con suaves desplazamientos de nariz, soplo cuando se apartó un poco y lo noto derretirse.

Giro su cuerpo, tomo su cintura y lo subió a la barra de la cocina en un movimiento. Sus frentes se unieron y la temperatura se elevó. Sus rostros estaban tan cerca que Alec no creía poder respirar.

"Te deseo" - estuvo a punto de decir.

Él estaba cerca, más cerca de lo que habían estaba en mucho tiempo. Magnus tenía los labios entre abiertos, sus ojos estaban cerrados, su respiración era pausada. Levanto su mentón... deseando, esperando que Alec realmente se atreviera a besarlo.

- Pídemelo – rogo – pídeme que te bese –

Magnus dejo ir todo el aire de sus pulmones. Pensando... pensando que tan malo sería cruzar esa línea. Que tan bueno sería cruzar esa línea.

Sus dedos apretaron los hombros de Alec en un intento por aproximarlo más, en un intento de darle un consentimiento silencioso.

Lo que era inútil, porque Alec no aceptaría eso, quería su permiso. Y pudo tenerlo, estaba tan cerca de tenerlo.

Oyeron murmurar algo, lo bajo de la mesa con pesar. Pareció que paso una eternidad antes de separarse.

Jace entro por la puerta, tomo un par de charolas con bocadillos antes de salir y llevárselos, junto con todos los deseos y anhelos de Alec.

La fiesta siguió, como si Alec fuera capaz de pensar en otra cosa por el resto de su vida.

Si quieres que me quede - MalecDonde viven las historias. Descúbrelo ahora