Hanna JonesLas cortinas de mi habitación se mueven con el viento mientras me quedo observándolas sentada en un extremo de la cama con las manos en mis rodillas. Aún seguía recordando lo que mi padre había hecho: seguir a la señora Miller cuando mencionó lo que pasó entre Jeremy y yo, y lo que Masson me había dicho; aléjate de nosotros antes de que sea tarde.
¿Qué quería decir con aquello?
Mis ojos estaban llorosos, pero esta vez no era por el recuerdo de Thiago sino porque me sentía mal por todo lo que ha pasado.
Sorbí por la nariz y la puerta de la habitación se abrió. Mi padre se quedó allí, de pie observándome, con un gesto calmado.
—¿Ha pasado algo? —dije, llevando la mirada a otra parte.
No quiero que me vea así y piense que he estado llorando por Thiago. Ya ni quiero que me vean llorar, lo he hecho demasiado durante todos estos años.—Sé lo que pasó entre tú y Jeremy porque...
—Porque yo te lo conté. Y ni siquiera le dijiste algo a Tessa, y la dejaste hablar como si no supiera nada.
—¿Quién te ha dicho que no he hablado con ella, Hanna? —Volteo a mirarlo. Se cruza de brazos, apoyando la espalda en un extremo de la puerta, con sus pies descalzos —. Que no me hayas visto hacerlo, no quiere decir que no lo haya hecho. Ella solo pensó cosas que no debía pensar. Creyó que tú y Jeremy habían tenido algo después de la muerte de Thiago. Que conste que no me opongo si quieres hacer...
—No, no, no. No es nada de eso —levanto una mano y sus ojos encuentran los míos cuando da un paso al frente y ya está dentro de mi habitación.—Vale —levanta las manos —. No he dicho nada —siguió caminando —. Pero creo que tienes el derecho a seguir adelante. Y encontrarte un novio.
Mis ojos se abrieron al tope, una pequeña sonrisa se formó en la comisura de sus labios. ¿En serio acaba de decirlo?
—¡Vaya! ¿Lo he dicho en voz alta?
—Por supuesto —sonrío y papá toma asiento a mi lado —Qué cosas, ¿no? Muchos padres no quieren que sus hijas tengan novio y tú me pides que tenga uno.
—Ya eres mayorcita —me acaricia la cabeza —. Pero sin importar la edad que tengas, siempre serás mi bebita.
Mi sonrisa se amplió y lo miré a esos ojos hermosamente azules. Bebita. Muchos años pasaron desde la última vez que me había llamado así.
—Pero, oye, nunca te he impedido tener novio —aleja la mano de mi cabeza. —Solo aquella vez cuando tenías ocho y llevaste a un chico del colegio a la casa.
—¿Qué?
—¿No te acuerdas? —agito la cabeza en forma de negación —. Cuando tenías ocho años, llevaste a la casa a un niño que conociste el primer día de clases, dijiste que se llamaba Timothy y que eran novios. Ambos estaban agarrados de las manos.
—¡No es cierto!
—¡Claro que sí! Si tu madre estuviera aquí te lo diría.
Entonces agaché la cabeza. Claro que mi madre recordaría aquello. Solía contarme historias de pequeña, historias que leía en los libros, historias que había vivido ella misma. Recuerdo casi todo lo que contaba cuando estábamos solas y yo me encontraba triste. Sus historias me hacían sentir bien, alucinar con tener una vida como la que ella tuvo: Siempre fue feliz, con una familia que la apoyaba; encontró el amor que siempre deseó, con un hombre que siempre la quiso.
—¿Crees que tengo la culpa de que mamá esté muerta? —solté de golpe, sin siquiera detenerme a pensar en las cosas que tenía que decir.
Los ojos de mi padre miraron los míos profundamente, con sorpresa en ellos.
—Por supuesto que no, Hanna. Por Dios, no pienses eso. Fue un accidente y lo sabes.
—Pero yo volví por la muñeca, sino ella aún estuviera aquí. Por mí murió —. Los ojos empezaron a llenárseme de lágrimas —. Si tan solo hubiese olvidado la muñeca, ella no hubiese vuelto a por mí y estaría con vida.—Hanna, ella murió, pero tú estás aquí. Murió por salvarte. Si ella no hubiese corrido hacía a ti y te hubiese apartado de la carretera, no estaríamos teniendo esta conversación. Doy gracias a todo porque no te perdí a ti también.
Sus ojos se cristalizaron.
—Hanna, no te diré que estoy rehaciendo mi vida porque nunca la perdí. Parte de ella sí, lo que era tu madre. Decidí darme otra oportunidad en el amor, con una mujer que amo. Esa es Tessa Miller. Tú amaste a su hijo y ahora yo estoy amando a su madre. Date tú también una oportunidad de amar a quien quieres. Le dijiste a Tessa que a Thiago no le gustaría verla triste, creo que tampoco le gustaría verte a ti. No dejes que lo que pasó hace un rato te haga perder las esperanzas en todo aquello que dijiste. Sigue adelante sin olvidarlo, cuéntale a todos lo increíble que fue. No tiene por qué ser olvidada una persona tan increíble como él. Lo conocí poco, pero sé quién era Thiago Miller: ese chico tímido y aislado del mundo, con miedos como todos los humanos; ese chico dulce y tierno del que mi hija se volvió locamente enamorada. La misma hija que le contó a su padre que lo amaba.
Sus palabras chocaron en mi pecho. Es una conversación que hubiese querido tener hace mucho tiempo. Mi padre nunca me dejó a un lado cuando pasó todo aquello, pero nunca me dijo nada como esto.
Sus labios se curvaron hacia arriba, formando una sonrisa. Entonces me incliné hacia adelante y lo abracé con todas mis fuerzas. Sus brazos se envolvieron alrededor de mí, haciéndome recordar los cálidos que son, haciéndome sentir esa sensación reconfortante y fraternal que invadió todo mi cuerpo. Haciéndome sentir bien. Haciéndome sentir en casa...
Dos días después.
Admito que después de aquella conversación con mi padre en mi habitación me he sentido mejor. Así como me sentí las veces que Ander estuvo conmigo. Ordené la habitación y cambié las cortinas. Fue cuando volví a recordar a Thiago. Recordé aquella vez que vino a esta habitación y me ayudó a cambiar las cosas de lugar y a cambiar las cortinas. Volví a recordarlo, pero ahora sonreía de alegría, porque sigue aquí. Sigue vivo en mis recuerdos y lo sigo amando. Ya no podremos estar juntos en eso de pareja, pero siempre nuestras almas lo estarán.
Puse Everything about you de Nick Merico, aquella canción que Thiago y yo bailamos en su casa. Las lágrimas empezaron a caer. Si la canción de por sí me parecía triste, ahora lo era más porque él no está aquí.
Recordando todas las cosas que solíamos hacer — dije con la canción, dejando las lágrimas caer a un más.
Duele. Sigue doliendo.
Pero una sonrisa se asomó a mi rostro mientras las lágrimas se deslizaban por mi mejilla, cayendo a mi pecho y mojando mi blusa.
Cuando la canción concluyó, me levanté del extremo de la cama y pasé las manos en donde estaba sentada, para alizar la sábana. Todo estaba en un total silencio. Así como me gusta.
Las cosas se habían vuelto tan diferentes. Recuerdo cuando volví aquí y todo se notaba de una forma extraña y vacía. Ahora se siente un vacío que empieza...
Mis pensamientos fueron interrumpidos cuando la puerta de mi habitación se abrió. giré la cabeza con rapidez pensando que me encontraría con la mirada de mi padre, pero lo que vi me tomó por sorpresa.
Intenté decir su nombre, pero las palabras no salían de mi boca. Estaba confundida. ¿Qué está haciendo...?
Sus labios cerrados se curvaron hacia arriba formando una sonrisa, haciéndome sonreír de lado.
—Tu padre me invitó a subir.
Sus ojos se quedaron fijos en los míos, y no podía apartar la mirada de él.
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Después de ti © #2
Teen FictionTras pasar los años de la partida de Thiago, Hanna aún no había podido superar a aquel chico que se había convertido en mucho para ella en tan poco tiempo. Su amor por él estaba más vivo que nunca. ¿Cómo podía olvidar a alguien que la había hecho s...