Minho lleva una vida tranquila, va a una buena universidad, es buen estudiante y siempre pasa buenos momentos con su mejor amigo, Han Jisung.
Sin embargo, cuando cinco niños aparecen en su casa llamándolo "papá" las cosas se descontrolan y su apasib...
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Porque Felix había sido un niño fuerte, valiente y alegre, pero todo se vino abajo una tarde hace tres años.
Ya no había más risas, ni siquiera llanto, todo en Felix se había secado, pero a pesar de eso Bangchan nunca se había ido de su lado, nunca había soltado su mano y nunca había dejado de protegerlo.
— ¿Amor, quieres ir a dormir?—
Felix se quedó en silencio como muchas otras veces y estiró sus manitas hacia su madre, Jisung lo comprendió, se acercó suavemente entre sus brazos y se acurrucaron en la hamaca fuera de la casa, ambos en silencio observaban las estrellas, madre e hijo intentaban trasmitirse todo el amor que sentían el uno por el otro, bajo un cielo hermoso muy típico del mes de enero.
— Lixie— el pequeño observó a su madre con los ojitos llorosos y sonrió—¿Has tenido una pesadilla de nuevo?
Felix sabía que era fastidioso, cualquiera se aburriría de él y sus tontos ataques de pánico, ni siquiera su padre soportaba estar cerca de él en el futuro y estaba muy seguro de que su familia biológica sabía que él iba a ser así y por eso le habían abandonado cuando bebé.
Nadie era como mami, nadie nunca había reemplazado a mami en su corazón, nadie.
— Mami...— murmuró acurrucándose un poquito más— Mamá...
— Tranquilo, Lixie — suspiró meciéndolo suavemente— Siempre estaré aquí
Y Felix sabía que no mentía, su mamá siempre estaría para él, en el pasado, presente o futuro, su mamá siempre estaría porque su mamá lo amaba...
— Eres un pequeño sol, Lixie— dijo Jisung con una sonrisa— Siempre serás mi pequeño solecito...
Felix recordó brevemente como había conocido a su madre en el futuro y no pudo evitar sonreír, realmente estaba agradecido de que lo encontrara, que lo salvara y le diera una familia tan maravillosa como la que tenía.
Ser un Lee era maravilloso.
— ¿Podrías hacer galletas mañana, mami?—
— Uh— Jisung observó el rostro entusiasmado de su hijo intermedio— ¿Galletas?
— De chocolate— dijo Felix sacando su lenguita para saborearse los labios— O coco, o vainilla o... lo que tu quieras mami...
Minho ingresó entonces con el rostro adormilado y se acomodó junto a Jisung, lo envolvió entre sus brazos y escondió su rostro en el cuello del menor.
— ¿Has escuchado, Honnie?— soltó con una risita— Al parecer todos nuestros hijos han heredado mi amor por las galletas
— ¿Galletas?— dijo con voz ronca mientras mordía ligeramente el lóbulo derecho del castaño— No son tan ricas como parecen, Lixie
— Pero no hay nada mejor que las galletas, papi— dijo cruzándose de brazos— Mami siempre me dice eso
— ¿Realmente?
— Aish Honnie— dijo divertido mientras se encogía de hombros— Realmente las galletas son muy ricas...
— ¿Qué es mejor que las galletas, papi?—
Minho recibió la respuesta en su cabeza de inmediato, pero se contuvo de decirla, su hijo apenas tenía ocho años y debía ser cuidadoso con sus palabras.
— Mmm— Minho reforzó el abrazo a Jisung mientras tomaba fuerzas para hablar— Los labios de la persona que amas siempre serán mejor que las galletas
No pudo evitar pensar en Channie, siempre había admirado a su hyung y sin duda era la persona que más amaba, sonrió tontamente y se lanzó a abrazar a sus padres con una sonrisa enorme en los labios.
Felix era feliz, no quería marcharse nunca, no quería dejar a sus padres ni mucho menos olvidar todos esos pequeños momentos.
— Los amo, papis—
Minho sollozó un poco aunque intentó ocultarlo con una sonrisa algo rara, sus hijos eran perfectos, su Jisung era perfecto, toda su vida era perfecta.
Si alguien viniera ahora y le dijera que su vida iba a ser una mierda en el futuro no le creería, tenía a sus hijos consigo y ellos eran la más grande prueba de que al final si podría ser feliz junto a la persona que amaba.
— Yo también los amo— murmuró depositando un beso en la frente de su hijo— Realmente los amo...
