DEVE
Moví la sabana ensangrentada lejos de mi, estaba dándome asco y contando todo el alcohol que tenía en el sistema no sería buena idea seguir oliendo la sangre seca, la enfermera me hecho un vistazo desde la lejanía, juzgándome de seguro, o quizás temiendo que me fuera. Una idea que me estaba planteando sinceramente.
—Job Giessler! —el grito podía reconocerlo desde cualquier distancia y lugar, cerré los ojos, quizás si me hacía el dormido podría salvarme del regaño que mi madre iba a darme. —No te hagas el dormido, claramente te he visto desde la entrada. —falle, abrí los ojos acomodándome para recibir toda su furia
—Mamá. —digo, ya estaba frente a la camilla donde me habían retenido desde hace una hora aproximadamente, minutos después del accidente, aún me sentía un imbécil por lo qué ocurrió aunque fuera buena anécdota que seguro estaría en boca de todos mañana en clases.
Mi madre me lanzó cuchillos con sus ojos iguales a los míos, pero estos me juzgaban, y como no.
—En que fregados estabas pensando para manejar ebrio, Job? —rodé los ojos
—No estaba ebrio.
—Esa es tu respuesta? ¡No estaba ebrio! Pero Job, que...
—Disculpe. —la misma enfermera interrumpió el escandaloso regaño que mi madre comenzaba a darme. —Es usted su madre? —me miro de reojo, mi señora madre asintió
—Si, hable con la señorita hace una hora.
—Claro, necesito que firme algunas cosas, y bueno, hay asuntos que resolver.
Sentí la fuerte mirada que me lanzo antes de alejarse unos pasos para arreglar todo el rollo en qué me había metido, joder si que estaba jodido, la había regado hasta el fondo.
—Que estaré pagando con con ustedes?— mi madre pregunta cuándo vuelve, tenso la mandíbula. —Parece que les gusta estar causándome angustias, una tras otra, Myles con sus constantes idas y venidas, Sasha que no se ha dignado a ir a casa ni preocuparse por su hijo, y luego tu, chocando en un automóvil que no es tuyo trayendo contigo a una chica y ebrio, fantástico! —mi madre soltó todo eso tan rápido que no pude procesar bien cada palabra solo me preocupo una sola cosa
—Donde has dejado a Dely y al bebe? —le pregunto enderezándome, dejo en una silla su bolso con un bufido
—A fuera, con tus amigos. —me dice buscando algo en su cartera, quizás dinero, no sé qué daños haya causado con el choque, además no sé cómo se encuentre Stella, joder pobre.
—Amigos? —pregunto —Quienes?— mi madre rueda los ojos
—Pues Edek y una muchachita, Hallie, creo que dijo que se llamaba.
—Hallie está aquí? —suelto sorprendido. ¿Acaso no se había ido con el idiota de Lincer?
—Si. —responde. —Tenemos que esperar a que nos entreguen algunos papeles, afortunadamente no has causado daños en nada importante, no hay que pagar. —suelta el aíre aliviada, yo igual
—Genial.
—Iré a ver a los niños, y dejare que entren tus amigos un momento, parecen preocupados. —me informa tomando sus cosas, me mira y suspira para acercarse. —Estoy agradecida que no te haya pasado nada grave, cariño. —asentí, me acaricia la cara y deja un beso en mi frente, dejo que lo haga porque negarme sería ya ser malagradecido, se aparta y dándome otra mirada ya no tan molesta sale del cuarto, tomo el teléfono que la enfermera amablemente me ayudo a limpiar, también estaba cubierto de sangre, quería revisar los daños.
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_El de converse blancos
Teen FictionApuesto que has escuchado su nombre en alguna ocasión, de seguro te parecerá conocido o te sonará su nombre de alguna parte, o quizás no. Pero te aseguro que no es tan malo como se ve, o como la gente lo cuenta, todo lo que dicen de él, ni siquiera...