1...
2...
3...
4 cacareos lanzó el gallo iracundo a la mañana en que la vagancia invadió mi ser, las tripas me rugían obligándome a dejar la cama. Como de costumbre mis expectativas mañaneras eran nada más pensar en el platillo que mi madre me había servido, para mi sorpresa no había plato de comida, ni madre, ni padre. ¿Qué estaba pasando? Era temprano para que mi padre saliera a trabajar y aún más raro no ver a mi madre ya que poco salía. Analicé la situación sin cuidado y me dispuse a tomar un pequeño paseo, seguramente hallaría algo de comer en el camino.
Rodaba colina abajo, cosa que me relajaba, mi subconsciente daba vueltas y me hacía pensar en mis padres ¿Dónde fueron? en las faldas de la montaña yacía plantado mi manzano preferido, siempre daba las mejores manzanas, mmm.... Se me hacía agua la boca, trepé el árbol con habilidad y baje unas cuantas dando un sacudón a una de las ramas. De un brinco llegué al suelo y comí unas cuantas, estaban exquisitas. Con el estómago lleno, me tumbé en la sombra del manzano y tomé una siesta. Sueño tras sueño que pasaba mí mente se despejaba cada vez más, sentía la necesidad de salir en busca de aquellos que un día en el pasado me engendraron, sentía algo dentro de mí, algo malo.
La mañana arribó junto al cálido rayo de sol que me despertó, tome un respiro y salí a ver si mis padres habían regresado, más la sorpresa fue tan grande que lo único que pude hacer es salir corriendo. Una vez más rodé colina abajo a toda velocidad, gritando como un maníaco. Sobre la mesa de mi hogar descansaba tendido ¡un dedo! ¡Un dedo humano! Recobrando el aliento y reflexionando sobre lo sucedido, me armé de valor y regresé con paso firme hacia la mesa con el macabro hallazgo, tembloroso pero decidido tomé el dedo y lo observé. Sobre él estaba escrito la palabra ¨Encuéntralos¨ Mi mal presagio se estaba cumpliendo, mis padres habían desaparecido y debía encontrarlos. La decisión fue tomada de inmediato, era hora de emprender un viaje en busca de mi sangre. Iría ciudad a ciudad buscando pistas que me ayuden a dar con el paradero de mis padres. El miedo rodeaba mis entrañas, si el loco que tenía cautivo a mis padres fue capaz de enviar un mensaje plasmado en un dedo, su maldad no tenía límites.
Tomé mi sombrero de paja toquilla y mi abrigo, que no era más que un gigante trozo de tela que barría el suelo cuando me lo ponía. Portando nada más que mis arapos y mi convicción. Partí atentando contra mi seguridad hacia Greyland, la ciudad negruzca que perdió su brillo en la guerra de las naciones por el control de Argonia.

ESTÁS LEYENDO
El Diario de las Tierras Altas
PertualanganAlguna vez se preguntaron por qué están en este mundo? ¿Por qué nacieron hombre o mujer? ¿Por qué viven donde viven? Todo esto y más será desentrañado en esta historia. La sensación que causará esta historia en ustedes será subliminal. Nadie sabe lo...