Capítulo 01

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De pie, sintiendo su cuerpo helado bajo la lluvia, vio como la única persona que amaba en este mundo, era sepultada frente a sus ojos.

No podía evitar pensar como solo unos días antes, ambos habían hecho planes a largo plazo.
Dejó que la enterrasen con el anillo que tan bien había encajado en su dedo, porque no tenía ningún sentido recuperarlo. Tenerlo con él no haría más que recordarle lo que jamás tendría. Gillian se había ido para siempre.

Se sentía culpable. Ella había muerto por su culpa. Porque no llegó a tiempo.
La atacaron cuando estaba sola, esperándole.
Ella pidió ayuda. Sus gritos todavía seguían en su contestador, como recordatorio de la peor noche de su vida.

Había escuchado como ella exhalaba el último aliento, paralizado por el dolor.
Cuando llegó donde estaba, ya era tarde. Su alma había abandonado su cuerpo, dejándolo frío y vacío. Igual que él.

Destrozado, pasó por todo el proceso como si de una pesadilla se tratara.

Gillian había sido doctora, y como tal, una de sus últimas voluntades fue donar sus órganos, lo que había retrasado la ceremonia y el entierro, alargando aún más su sufrimiento.

Los asistentes empezaron a marcharse, dejando palabras de consuelo que no ayudaban, hasta que quedó a solas frente a su lápida y deslizó los dedos sobre el grabado.

GILLIAN PHILLIPS

1984-2021

Amada hija, hermana
y MI TODO.

Las lágrimas que había contenido durante todo el día escaparon por fin mezclándose con la lluvia que le empapaba de cabeza a los pies, convirtiendo la tierra en barro, calando su cuerpo y borrando las huellas de las personas que poco antes habían permanecido a su lado, llorando por la
prematura muerte de la mujer más bondadosa que habían conocido.

Sus recuerdos felices se volvieron una tortura que le perseguía dormido o despierto.

El sonido de su risa.
Como desafinaba cuando cantaba bajo la ducha.
Como sus ojos brillaban cada vez que la miraba.
El modo en que se retorcía en sus brazos cuando estaba profundamente enterrado en ella.

Revivía cada instante a su lado, desde el mismo momento en que la conoció, precisamente en el hospital, cuando había terminado allí después de que un idiota había lanzado su avión teledirigido hacia su cara, cortando profundamente la ceja.

Gillian había desinfectado y curado la herida. Once puntos de sutura después, él había salido del hospital con su número de teléfono y tan pronto como llegó a su casa la llamó.

Una cita más tarde ya sabía que quería pasar el resto de su vida con ella.

Su relación había sido fácil, sin complicaciones.
Ambos tenían un carácter fuerte, por lo que a menudo chocaban, sin embargo, solían solucionar cualquier diferencia o discusión hablando entre ellos.

Seis meses había tardado en lograr que ella se mudase con él y esa misma noche, se arrodilló frente a ella y se declaró.

Habían empezado a planear la boda cuando ella murió, llevándose con ella las risas, la felicidad y su razón de ser.

Estaba roto por dentro. Su corazón seguía latiendo, pero para él, eso ya no significaba nada.

 Su corazón seguía latiendo, pero para él, eso ya no significaba nada

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