Capítulo 09

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Después de la sorpresa inicial, Arabella se vio envuelta en los brazos de los dos hombres que amaba.

Dejó que todo volviese a ella mientras disfrutaba de lo que pensó que no volvería tener.

Les habían dejado a solas, lo que agradecía porque estaba confundida todavía y necesitaba respuestas.

—¿Qué ha pasado?

—Pensamos que no habría modo de recuperarte, pero descubrimos algo dentro de ti que te ha salvado.

Y así fue como entre los dos le contaron todo lo ocurrido desde que la encontraron en el cementerio después de hacer el ritual.

—¿Y tú estás bien con lo ocurrido con Gillian? Estabas desesperado por volver con ella. La amabas tanto.

Acarició el rostro de Elliot con una mano mientras mantenía la otra entre las de Tánatos.

—Lo hacía y siempre será alguien muy importante para mí, pero cuando pensé que te había perdido... Pensé que me moría, Arabella.

Incluso sin que él dijese las palabras, ella las sintió en el aire, y cerrando la poca distancia que les separaba, dejó un beso sobre sus labios.

—¿Soy inmortal ahora?— preguntó.

—Lo eres.—Tánatos fue quien respondió.— Habría renunciado a la mía por ti. Eres todo para mí. Te amé desde la primera vez que te vi. Y ese amor se ha mantenido durante todos estos años. Mi divinidad, mis poderes, nada de eso significa nada si no te tengo.

Incluso si lo hubiese intentado, habría sido imposible contener las lágrimas.

—Os amo a los dos.

Y nunca en su vida se sintió tan amada.

Todavía había mucho que resolver, pero esperaba que con el tiempo, y junto a los hombres que amaba, las cosas volviesen poco a poco a su lugar.

Aquella noche, mientras descansaba entre sus brazos, la incertidumbre no le permitió dormir.

Tánatos era inmortal y ahora ella también, pero ¿Elliot?
Con el tiempo le vería morir y la idea apresaba su corazón con un dolor como ningún otro.

Con cuidado de no despertarles, salió de la cama y caminó a oscuras hasta la cocina para coger un vaso de agua.
Después, salió al balcón mientras se aferraba a su ropa debido a las bajas temperaturas.

—Hola, hija.

—No voy a responder a ti como mi padre— Zeus asintió en silencio— pero estoy agradecida porque de no ser por ti, no estaría aquí.

—El bebé que tienes en tu interior tiene mucho que ver en eso, Arabella.

Ella puso las manos sobre su vientre y sonrío.
Todavía no podía creer que estuviese embarazada.

ArabellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora