En la soledad de la habitación del hotel, Elliot miró a través de la ventana.
Habían pasado dos días desde su aventura en plena selva y durante dos noches sus sueños se habían llenado de imagenes de una mujer de pelo rojo.
No sabía quien era o dónde encontrarla, pero ella le llamaba una y otra vez, y por algún extraño motivo, la necesidad de llegar hasta donde se encontraba era prioridad.El teléfono junto a la cama sonó.
Su taxi le esperaba en la entrada para llevarle al aeropuerto.
Se aseguró de que lo llevaba todo, incluido el libro y la pequeña runa. Necesitaba investigar más sobre ambas cosas, averiguar como funcionaba y traer a Gillian de vuelta.Una risa melodiosa retumbó en su mente.
<<Nu o poți folosi niciodată fără mine.>>
(Nunca podrás usarlo sin mi.)Sí, eso era lo que decía en la cubierta del libro, pero él estaba seguro de que en todos los años que habían pasado desde que lo escondieron, alguien más que no fuese esa bruja llamada Arabella, sabría como usarla.
<<Poți încerca... Și când nu funcționează, vino să mă ia.>>
(Puedes intentarlo... Y cuando no funcione, ven a por mi.)—Maldita sea, está bien. ¿Dónde estás? Apareces en mis sueños pero nunca me respondes.
Todavía podía cambiar su billete e ir a donde sea que ella se encontrase. Si es que se dignaba a decírselo.
No respondió.
Elliot resopló frustrado.
Ella había estado burlándose y divirtiéndose a su costa y él no tenía tiempo que perder.—No me gustan los juegos, Arabella.
Nada.
Cabreado, dejó la habitación y fue en busca del taxi.
Ni siquiera pensó que había entendido perfectamente lo que ella le había dicho, incluso cuando su rumano no era muy bueno.Muy lejos de allí, en la profundidad del bosque Selva Negra en Alemania, una mujer corría entre los árboles escapando de las sombras que la perseguían.
Su poder todavía no alcanzaba la magnitud que tenía en el pasado.
Había permanecido dormida durante años, aguardando a que alguien la despertase. Lo que no esperó jamás, es que se tratase precisamente de él. Su apariencia era distinta, pero podría reconocer su sangre en cualquier parte. Su linaje era tan antiguo como el de la propia Arabella. Si tan sólo él lo supiera, pero no podía decirle, al menos no todavía.Tampoco podía contarle donde estaba porque ni siquiera sabía cómo había terminado en aquél lugar.
Había nacido y se había criado en Rumanía, sin embargo ahora corría escapando de algo que no podía ver en medio de ninguna parte en la jodida Alemania.Tropezó con la rama de un árbol y evitó caer con la ayuda de sus manos, sin embargo podía sentir a sus perseguidores alcanzarla.
Si lograse conjurar un pequeño encantamiento para ocultarse quizá tendría una oportunidad.
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Arabella
FantasyCuando lo más importante en su vida le es arrebatado, Elliot cae en la más absoluta desesperación. Una noche, mientras trata de olvidar, escucha a dos hombres hablar sobre una misteriosa reliquia que puede devolver la vida de aquellos que han muerto...