☀️Capítulo 7🌻

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Gulf🌻

El vapor de mi té estaba arremolinándose alrededor de mi taza, el hilo estaba aún en mi dedo para que pudiera moverlo. Solo habían pasado un par de horas desde que huí de la oficina, pero me sentía unos años más viejo y unas décadas más triste. Había otra prueba de embarazo al lado de las tres originales en mi baño, la prueba nueva les hacía compañía a las anteriores mientras pensaba qué iba a hacer. Quería decirle a Mew. En realidad, quería decirles a todos, pero principalmente a Mew. Solo a Mew. Y quería también que él me deseara, que me amara.

Las palabras de Tul seguían retumbando en mi cabeza, Mew nunca había deseado nada tanto como deseaba tener hijos. Casi podía sentir que sus caricias, sus besos y el placer que compartimos desaparecía. No contaban ni significaron nada para él, excepto para intentar crear un hijo. Quizás otra hombre estaría encantado al descubrir que su amor quería un bebé, pero yo quería algo más que un papito. Quería a un hombre. Quería un compañero. Quería un marido.

Me sacudí con fuerza para no permitirme soltar más lágrimas.

Mientras me mecía lentamente en el columpio del porche, pensé sobre cómo estaría el clima en nueve meses. Caliente, probablemente. Soleado y con un poco de bochorno. El bebé tendría que usar solo su pañal la mayoría del tiempo. Pensar en eso me hizo sonreír.

Mientras consideraba todas las cosas que tendría que comprar para mí y para mi bebé, escuché que un vehículo se aproximaba por la esquina. Un SUV rojo se paró en la entrada, el único SUV rojo que no quería ver ahora.

«Mew», pensó mi cerebro y mi cuerpo respondió. Mis manos, por cuenta propia, comenzaron a suavizar mi cabello. Mi espalda se enderezó y mis sentidos prestaron atención. Mi cerebro me gritaba, pero a mi cuerpo no le importaba. Mi cuerpo lo deseaba. Mi cerebro también, pero era más inteligente. Me levanté cuando Mew abrió y cerró la puerta de golpe; prácticamente, saltó del asiento del conductor.

Noté que parecía molesto mientras yo iba hacia el borde de la entrada. Bajé mi té y esperé a que se acercara. Su traje negro era perfecto, los dobladillos de sus pantalones estaban confeccionados con estilo. Su cabello castaño despeinado lo hacía parecer un chico malo de la década de los cincuenta.

Dios, Mew era tan sexy. «Apuesto a que nuestro bebé va a ser hermoso como él», pensé espontáneamente y me dolió el pecho.

Lástima que eso era, probablemente, todo lo que él deseaba: un bebé hermoso que pudiera ser suyo.
Hice desaparecer la urgencia por llorar y miré a Mew. Mientras él se aproximaba a las escaleras, me di cuenta de que me estaba mirando de otra manera.

Estaba furioso, pero ¿por qué iba a estar él furioso?

—¿Por qué diablos huiste, Gulf? —preguntó Mew, haciendo alardes con sus brazos en su frustración. El brillo de sus ojos estaban muertos. Me sentí mal por haberlo hecho sentir así, pero no podía explicarle— ¡Gulf! ¡Háblame! —continuó demandando.

Luego colocó su pie en el primer escalón. La invasión de mi territorio me hizo endurecerme.

—Mew, por favor, vete —le dije.

Parecía un poco derrotado cuando me vio. Se suavizó visiblemente y bajó sus manos para calmarme.

—Tul me dijo lo que te contó… Tul es un idiota. Él no sabía de lo que estaba hablando y yo estoy aquí para arreglar las cosas. ¿Podemos hablar dentro, Gulf? —Vacilé cuando él puso su pie en el segundo escalón.—¿Por favor? —añadió con suavidad.

No pude evitar rendirme y le señalé la puerta. «Después de ti», pensé y Mew pasó adelante para sostener la puerta abierta, como el caballero que era. Una vez que estuvimos sentados dentro, él en el asiento de mi abuela y yo en el sofá más grande y cómodo, nos quedamos mirando el uno al otro. Lucía delicioso, el abotonado casi gris de su camisa hacía maravillas para ampliar su pecho y sus brazos. Por el contrario, yo lucía como mierda. «No planeaba tener compañía», me defendí internamente.

Buscando un Bebé.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora