4. El inicio de los problemas

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וווווווווו

Habían pasado años y como consecuencia la pareja de genios se había vuelto más cercana. Lamentablemente a dónde fueran ya sea juntos o separados siempre escuchaban los murmullos de la gente a su alrededor. Abundaban, entre ellos unos homofóbicos pero los que más se escuchaban eran los que cuestionaban cómo el joven Talis, viniendo de una buena familia piltoriana, podía estar con un pobre zaunita y sí, era un choque emocional para ambos. El castaño sólo se alejaba fingiendo que no los escuchaba pero la verdad es que le dolían. Por el contrario el mayor los confrontaba cuando se pasaban de la raya, diciendo que Viktor solo quería escalar en riqueza. Casi decir que era un prostituto. Y Jayce no iba a permitir que menospreciaran el trabajo y esfuerzo de su compañero.

Ese día, Jayce, abrió furioso la puerta del laboratorio. Viktor alzó la mirada del libro que leía. Y aunque estuviera molesto traía consigo un plato con una rebanada de pastel de fresas. El causante de su estado: de nuevo esos comentarios.

- Tranquilo, Jayce. Vas a amargar mi postre- sonrió, estirando el brazo para que dicho alimento llegara a él, ¡ah! y Jayce. El nombrado fue a su lugar, sentándose en la silla, a un lado del chico.

- Lo siento pero no soporto que anden comentando sobre nosotros, más que nada sobre ti...

- Y, en esta ocasión, ¿a cuántos les rompiste la mandíbula?- prefería que su pareja no repitiera las cosas que los otros decían. Era más "fácil" tratar de ignorarlas. Como siempre lo había hecho desde que lo trajeron a la academia. Y era mejor oír lo que Jayce siempre le decía.

Tomaba un pedazo del pastel. Después de estar juntos por primera vez, el moreno había empezado a traerle postres a diario pero últimamente solo dos veces a la semana ya que Viktor había notado que comenzaba a ganar peso y lo culpó, un poco, por eso.

- Tres tipos de primer ingreso y no pude golpear a dos chicas pero ya le dije a Caitlyn, ella se encargará- parecía estar orgulloso. Si fuese un canino seguramente tendría la lengua de fuera y la cola agitada- Vik, por ti haría lo que sea- tomó la otra mano y depositó un beso en los nudillos. El castaño se sonrojó mientras le sonreía. Ambos se comenzaban a acercar.

La puerta emitió un ruido.

- Hola, mis niños. ¡Oh!- Heimendinger había entrado sin tocar. Cubrió su vista con una mano, apenado de ver una escena íntima- Lo siento, debí tocar, ¿verdad, Porofesor?- El pequeño poro mascota caminó feliz hacía la pareja que se iba alejando, apenados.

- No se preocupe, profesor. Es extraño qué venga a esta hora, ¿necesitaba algo?- Habló Jayce.

- Sí. Te aviso que quiero hablar contigo más tarde. Es importante. De nuevo, lamento importunarlos. Ven Porofesor, es hora de la comida- dijo alegre hacia la mascota. Y salió del cuarto. Tenían tiempo sin que alguien los interrumpiera.

- Me pregunto ¿de qué quiere hablar?- se cuestionó el moreno mirando la puerta.

- Mmm... No lo sé pero debes convencerlo de mostrar nuestros trabajos en el día del progreso. Ya solo le faltan unos ajustes y podríamos empezar a distribuirlos en la zona suburbana- miró la mesa donde estaban los proyectos casi finalizados bajo una manta- O sinó no hay beso- alcanzó a levantarse y sentarse en las piernas del musculoso- Es un buen trato, ¿no?- acarició la perfilada mandíbula. Y el otro se sorprendió pero ponía una de sus manos en los muslos del menor, aferrado, cómo si temiera a que se fuera.

"Compañero"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora