13. 𝓡𝓮𝓽𝓻𝓸𝓬𝓮𝓼𝓸

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No es el capítulo más largo, ni el más corto pero  dos cosas antes de empezar.

1. Una disculpa por haber tardado tanto.

2. Una disculpa por lo que están apunto de leer.

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La noche parece tétrica, al menos así lo siente Kageyama que se encuentra al fondo de la habitación, recargando la espalda a la pared. Se cruza de brazos y las pone sobre su pecho, en un intento de alejarse lo más que pudiese de la situación. La odia muchísimo, pero no sabe sí lo odia más que estar parado a un lado de la puerta del lugar donde conoció a Hinata.

Arruga el entrecejo, y frunce los labios. Aguantando las ganas de torcer la boca. Quiere dar la media vuelta y mandar todo a la puta mierda. Es que sigue sin creerse que haya sido tan imbécil como para meterse en mierdas en las cuales ni siquiera se detuvo a pensar en las consecuencias.

«Bah, Puta mierda.»

Resopla un poco y pasa su mano entre sus cabellos. Los despeina un poco en un intento vago de ahuyentar esos pensamientos, pero la cosa no es tan sencilla sí solo tiene la presencia de Daichi y Osamu Miya frente suyo. Ninguno dice una palabra. aunque no hay nada que decir, al menos no hasta que lleguen los otros convocados a esa reunión.

Suelta un suspiro antes de saca su celular, para revisar su Line con la esperanza bien puesta de recibir un mensaje tonto, dónde el interlocutor escriba "Ey, YamaYama, encontré otro miembro del Yamaverso"; pero no hay nada. Siente su corazón estrujarse con creces.

Chasquea la lengua. De verdad espera no estar delatando con sus gestos su tristeza, porque siente que nada tiene sentido y que la vida se le va de entre las manos por nada. Sujeta con firmeza el móvil y vuelve a leer el nombre de "Hinata". Un chat que está muerto desde hace semanas.

La melancolía le embarga, extraña los días en los que parecía que todo parecía perfecto. Porque en ese instante se sentía como si estuviera en el mismísimo infierno. Quizá, así se vea el infierno. Estar en una organización criminal de la cuál no podía salir en un futuro próximo, a causa de querer acercarse a alguien, que lo tomó, lo elevó y lo dejó caer desde lo más alto del Everest.

Kageyama tenía la certeza de que algo había pasado, pero no tenía idea alguna de cuál era la realidad. Le era imposible, porque además de haber cedido a las provocaciones alcohólicas de Bokuto y Kuroo no sabía qué había hecho para que Hinata llegará al grado de ignorarlo con tanta insistencia. Por Tsukki se enteró que además de casi haberle revelado la verdad sobre su estancia en el burdel, no hizo nada imprudente aquel jueves en la playa; pero Shoyo no pensaba igual.

Desde el día siguiente de la fogata, empezó su martirio. Hinata pasaba de largo cuando se encontraba a su lado, escudándose detrás de sus amigos, o con excusas de mal gusto o huyendo con Yachi de la mano mientras ella le lanzaba un gesto fastidiado.

Sin mencionar que en el regreso también fue sumamente incómodo. Un silencio que a Kageyama le parecía tristísimo se había posado sobre los hombros de Shoyo. Ni siquiera las bromas pesadas del par de idiotas que lo acompañaban, pudo sacarlo de su estado de mutismo. A Tobio la preocupación le carcome desde adentro, no sabe qué hacer cuando Hinata es el primero en bajar del auto al despedirse, y todos se miran confundidos buscando dar un veredicto a un juicio sin caso.

"¿Qué hiciste, Rey idiota?"

Nada.

No hice nada.

Por la noche, después del trabajo intentó increpar a Shoyo en la entrada a su edificio, y un "No pasa nada, YamaYama. No tienes de qué preocuparte", le dejó claro que tenía de qué preocuparse porque en ese momento entendió todo. Supo bien que las palabras de Bokuto-san estaban llenas de razón. Esas que le dijo la noche que lo conoció y que se le habían tatuado en lo más recóndito de su mente. Shoyo si era una persona que remaba solo contra corriente, una que se guardaba todo para sí y que cargaba con el peso del mundo en sus hombros.

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⏰ Última actualización: Feb 11, 2022 ⏰

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