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3:39 a. m. 15 de enero de 1997

—¡Agárrenlo más fuerte!—. Decía el cura mientras mi madre y mi hermano me tenían las manos para amarrarme en una cama. Estaba muy confundido. No recordaba absolutamente nada de mi vida antes de esta escena, solo veía a mi madre con unas lágrimas en el rostro que me decía todo va a estar bien. Sabía que no lo iba a estar, parecía una escena sacada de una película de terror ¿Y si lo era?...

De pronto sentí que mi cabeza explotaba de dolor. Solo cerraba mis ojos para contenerlo, pero parecía que no era suficiente. Trataba de soltarme de las manos de mi madre y mi hermano, pero no conseguía tener éxito. Mi rostro estaba lleno de sangre, parecía que desde tiempo, ya que en mi nariz había sangre seca.

De repente en medio de mi dolor de cabeza, ví que alguien habría la puerta de el cuarto donde estaba, parecía un señor mayor, estaba vestido igual que el señor que tenía la biblia en sus manos.

—El no puede estar aquí señor—. Susurraba aquel hombre que había entrado a la habitación.

—Estoy haciendo mi trabajo, así que no se meta—. Escuché entre cortes que le respondió.

Rato después la puerta volvía a rechinar indicando que la habrían otra vez. Parecía que el señor que entró ya se estaba llendo. Cada vez el dolor de cabeza era más intenso. Sentía que mi cuerpo se elevaba del dolor, no podía respirar bien, solo gritaba, casi perdía la razón. El señor que estaba en frente mío, empezó a leer un capítulo de la biblia. Una vos salió dentro de mi, empezaba a reírse descontroladamente, y era claro que ese no era yo.

—¿Crees que eso servirá?—. Escuché decir a la vos que salía dentro de mí.

—El ya me pertenece—. Se empezaba a reír fuertemente asustando a todos en la sala.

Escuchaba cada ves más fuerte la vos del señor leyendo y rezando con la mano en la biblia, esa risa tan macabra que salía de mi ser se escuchaba cada ves más fuerte. De repente todo se apagó, parecía que había salido de mí, como si hubiese fumado marihuana. Cerré mi ojos, escuchaba gritos de dolor por parte de los presentes en la habitación, vidrios quebrándose, cosas moviéndose por si solas, sentí que volé por un segundo, y que luego caí de un acantilado sin fondo. Finalmente, pensé que era mi fin. Recordé algo sobre mi vida, recordé momentos con mi madre, con mi hermano, reí por un momento, sentí miedo y temor por lo que les estaba pasando, escuchaba gritos saliendo de mi ser muy aterradores que yo nunca hubiera podido hacer.

Abrí por un momento los ojos. Ví a dos personas en el suelo, llenas de sangre y con vidrios en todo su cuerpo, ví que era mi madre, deducía que ya había muerto, mis ojos se llenaron de lágrimas que no paraban, mi cabeza explotaba con tantos recuerdos que llegaban cada ves más y más.

—¿Por qué lloras? ¿No es esto lo que querías?—. Me dijo aquella vos que salía dentro de mi. Me quedé sorprendido de lo que me había dicho.

—¿De qué hablas? ¿Quién eres? ¿Por qué mataste a mi madre?—. Le respondí susurrando, ya que no tenía fuerza para hablar más fuerte.

—¿Y esto no era lo que querías? ¿Que todos murieran y paguen por lo que hicieron? Solo hice lo que me dijiste, ahora tienes que cumplir tu parte del trato—. Me dijo soltando una risa malévola que estremeció todo mi cuerpo. Sabía que ya iba a morir al escuchar su respuesta, pero aún no entendía por qué decía que yo lo había llamado, aún no recordaba en qué momento dije eso, si según los recuerdos que tuve, mi madre era buena conmigo.

—Pero ¿De qué parte del trato hablas?...

En ese momento solo mis ojos se cerraron. Sentí un fuerte dolor en mi corazón que me hizo gritar hasta más no poder. Mi cuerpo lanzaba señales de que no daba para más dejando de moverse y poco a poco me quedaba sin respiración.

En mi últimas palabras dije:

—Tengo que saber que hice para que pasara esto...

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Gracias por leer :)

En Mis Sueños [En curso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora