VIII

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—¿Y cuál es la respuesta alumnos?...—Escuché que dijo la maestra mientras despertaba de mi trance. Estaba pensando en los sueños que tuve, todos estaban conectados de alguna u otra manera. ¿Por qué en aquel lugar? ¿Aquella cabaña tan pequeña en un bosque tan grande? ¿Por qué había un niño que había llamado "madre" a mi madre? ¿Por qué ví a una persona igual a mi?. Ya me estaba empezando a doler la cabeza con tantas preguntas que la rodeaban. Debía tener una razón lo antes posible.

—Usted alumno... ¿Tiene una respuesta?—Dijo la maestra. Yo estaba acostado en la mesa pensando y pensando, olvidándome de todo el exterior. Cuando me doy cuenta que todos me estaban mirando, me levanté asombrado por lo que estaba pasando.

—Usted alumno, ¿Qué piensa sobre lo que acabo de decir?...—dijo señalándome.

—Ah...—dije confundido y sin saber que decir. Escuché que todos los alumnos se reían, eso me dio mucho pánico y empecé a sudar.

Escuché a la maestra suspirar.

—¿No está escuchando lo que le estoy diciendo? ¡¿No está prestando atención?!—Dijo frunciendo sus cejas un poco enojada. Mis compañeros murmuraban. Empezaban a comentar sobre mi actuar, risas por todos lados. Me quedé sin saber que decir, helado. Mis manos estaban temblando mirando el rostro de la maestra.

—Mira... Este idiota no sabe, he escuchado que es el peor de la clase —escuché que dijo el compañero del frente de mi asiento, le estaba diciendo a su compañero de lado, ambos se empezaron a reír después de lo que dijo. Me llené de coraje, lo miré saliendo de mi trance y sin pensarlo le dije.

—A quién lo llamas idiota...—En cuanto terminé de decir aquellas palabras, sin decir nada más sentí como mi mano en forma de puño estaba golpeando el rostro de aquel alumno que me había faltado el respeto.

Me desquité con él.

No aguantaba lo que me estaba pasando, cada golpe que recibía por parte de mí, era cada problema que tenía en mi mente haciendo que no descansara y me atormentara todo el tiempo, hasta en mis sueños. Estaba arto de todo, de toda mi vida.

—¿Quién te crees?...—Le dije terminando de destrozar su nariz. Reaccioné en cuanto ví que su nariz y boca empezaron a sangrar.

Miré a mi alrededor, todos estaban asustados, sin saber que hacer, paralizados sobre lo que había pasado. Solo miré mis manos, por partes estaban manchadas con sangre y ello hizo que mis ojos se aguaran e inmediatamente botaran unas pequeñas gotas de agua. Lo que hice fue levantar a mi compañero, inmediatamente ví que estaba conciente, eso me alegró.

—¡Allí está!...—En cuánto escuché esas palabras salir de la boca de la maestra voltee como pude para ver qué pasaba. Unos señores que parecían de seguridad estaban acercándose a mí, sus rostros eran furiosos y con ganas de descargar su íra en mí, como yo lo había hecho en aquel desafortunado alumno que no debió cruzarse en mi camino. Había cambiado, según yo ya no sería ese chico tímido que estaba en una esquina de la clase, ahora sería un chico rudo, que no le tenía miedo a nada, o al menos eso quería.

Sentí que ambos hombres me agarraron, uno de cada brazo llevándome hasta la salida del salón, cuando estaba apunto de salir, me crucé con la maestra.

—¿Pero que has hecho? Esto no solo merece ir a la dirección, si no una expulsión definitiva...—Dijo haciendo que todo su aliento se valla a mi rostro. Estaba confundido, no comprendía lo que decía, según yo, expulsión era muy grande, habían estudiantes que habían hecho cosas peores y todavía seguían en esta escuela haciendo cualquier tontería que se le venga a sus mentes retorcidas. Solo me había salido de control por todo lo que me pasaba, es más, tenía un punto a favor, ese tipo me había molestado, y yo solo me defendí. A quién engaño, nadie me creería, todos se pondrían a favor del agredido dejándome todo el problema a mí, además mi madre no me entendería, como casi siempre lo hacía, odiaba sus decisiones, era tan mala haciendo eso.

En Mis Sueños [En curso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora