XI

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—¿A dónde vamos?—escuché que me preguntó el chófer del taxi en dónde iba. Le dije la dirección y empezó a conducir.
Me estaba acomodando en el asiento del auto cuando recordé cómo había salido de mi casa. Me había cambiado de ropa a una más suelta y decente, mi madre me dijo que tenía que vestirme bien ya que mi amigo era de una sociedad más alta y tenía que estar presentable. Me reí por lo que había dicho, el no era así, el era un chico bueno que no usaba su dinero para minimizar a las personas. El era un bien chico.

Allí me encontraba. Pensando en lo que diría o haría en la reunión con aquel chico que había sido mi amigo desde casi siempre.

—Ya llegamos joven...—me dijo el chófer abriendo la puerta del auto. Me bajé con dirección al lugar planeado, no sin antes pagarle.

Caminé y caminé hasta llegar a la puerta del lugar. Entré y lo empecé a buscar con la mirada. Estaba muy seguro de que ya estaba allí, el era muy puntual y aparte que estaba llegando 20 minutos tarde de lo acordado. De pronto veo que alguien alzaba sus manos.

Era él.

Estaba esperándome con una sonrisa que me hizo sonreír también. Me acerqué, sentí que saltaba, pero era mi imaginación. Llegué a la mesa en dónde estaba y al mismo se levantó de su silla.

—Hola amigo...—Me dijo dándome un gran abrazo, el cual fue correspondido.

—¿Cómo has estado?—-le dije terminando el abrazo.

—¡De maravilla! Mi madre está fuera de peligro, y parece ser definitivo—Suspiró mirando a sus pies sonriendo.—Ahora ella y mi padre están en un viaje de negocios. Así que me quedaré en casa solo por estos días.—siguió. Me sorprendí.

—¡Que milagro! Nunca te dejan solo en casa por ser un niño aún...—le dije en tono burlón haciendo que haga un puchero y se avergüence.

—Ya no lo soy... Es bueno que me comprendan...—Me dijo guiñándome el ojo. Lo cual hizo que suelte una pequeña risa.—Además mi madre insistió en que me quedara. Dijo que iba a ser un viaje difícil y hasta peligroso...—Siguió para luego agachar la cabeza tocando su nuca.
—Supongo que es porque no quieren que te estreses con sus cosas... Además seguro quiere que disfrutes de estos días, ya que sufriste mucho por ella.—le dije tratando de animarlo, y si funcionó.

—Eso debe ser.—dijo cambiando su rostro.—esto tenemos que celebrarlo...—siguió para luego dar un golpe en mi brazo izquierdo y soltar una pequeña risa.

—Tu lo has dicho—le dije haciendo un rostro coqueto. Soltó una pequeña risa otra ves.

—Bueno—hizo una pausa para tomar su café.—¿Cómo van las cosas para ti? ¿Tu madre como está?—me preguntó. Solté una risa pensando en todo lo que me había pasado en su ausencia, tantas cosas que debí contarle pero no pude, mi boca se atragantó de tantas palabras que luchaban por quien salía primero.

—Mi madre está bien...—Le dije tomando un sorbo de mi café. Alzó la ceja esperando a que siguiera.—Y con respecto a la otra pregunta, pues me pasaron muchas cosas. Me expulsaron de la escuela.—Le dije sin más, me había sorprendido de lo serio que estaba cuando dije eso. El me miró confundido, abrió demasiado los ojos que se volvieron canicas que brillaban con la luz del sol que entraba por la ventana. Me rei al ver su expresión.

—¿Qué?

—Así es.—respondí rápido.

—Pero ¿Cómo pasó?—Me preguntó intrigado. Bufé pensando en lo que le diría.

—Bueno. Golpeé a un compañero de clase, por eso.—le respondí, que como lo anterior, estaba muy serio. Ahora sí podría decir que sus ojos se volvieron canicas de verdad, notaba en su expresión que no lo podía creer. Y era de suponerse, nunca había golpeado así a alguien, hasta yo mismo me sorprendí recordando lo que pasó. Noté que no sabía que decir. Alcé la ceja.

En Mis Sueños [En curso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora