VI

39 13 2
                                    

11:02 p. m. 15 de Octubre de 1986.

—¿Dónde está papá?—Le pregunté a mi madre preocupado por dónde estaba. Me sonrió, aquella sonrisa me hizo cambiar de expresión a una más feliz.

—Ya pronto vendrá, hijo, no te preocupes. Está trabajando y saldrá tarde esta noche. Ya tienes que dormir, cierra tus ojitos...—respondió. Ví en su rostro preocupación y tristeza. Le hice caso esa noche, como la mayoría de las noches anteriores.

—Esta bien mamá, dormiré ahora...—Le dije dándole un beso con mi pequeños labios en su frente. Solo me sonrió y me tapó con una manta. Me quedé dormido muy rápido, pero no tardó en pasar lo peor.

                                  ***

2.27 a. m. 16 de Octubre de 1986.

Estaba muy dormido hasta que escuché un golpe muy fuerte.

Alguien estaba tratando de abrir la puerta.

Me dio mucho miedo. En ese momento mantuve los ojos abiertos, los toqué suavemente porque me dolían ya que no era hora de que estuviese despierto, pero el sueño se me había ido por completo. Intenté bajar de la cama, pero no lo conseguía, tenía mucho miedo saltar ya que era demasiado alto para mi tamaño. Solo podía observar por un hueco que había en la pared lo que pasaba en la sala.

Escuché que la puerta se habría.

Alguien había estado pateando la puerta hasta abrirla, y lo consiguió. Logré ver que quien entraba a la casa era mi papá, me alegré por un momento, pensando que él nos ayudaría a librarnos de aquel que había pateado la puerta. No obstante, noté algo raro en él; no caminaba bien; sus ojos estaban caídos y muy cansados; además de que cargaba una botella en la mano. No entendía por qué estaba así, hasta que escuché un golpe. Mi padre había agredido a mi madre. Escuchaba los gritos de dolor por parte de mi madre, quien luchaba por soltarse de las manos de mi padre.

—Suéltame... ¿Qué haces aquí? Así en ese estado ¿Cuántas veces te dije que no quería que vinieras así a casa? Pero nunca me haces caso.—dijo entre forcejeos contra el agresor.

—Yo hago lo que quiero, mujer, y no me alces la voz, que el quien puede hacer eso soy yo. Ustedes solo sirven para servirnos, para eso han sido creadas. Así que, cuida lo que dices; puedo hacerte todo el daño que yo quiera.—Respondió aquel hombre a mi madre.

Vi que mi padre se empezó a sacar la correa que tenía sosteniendo su pantalón, que por cierto, ya estaba ajustado debido a lo grande que era su estómago.

—Te enseñaré a respetar a los hombres; a los que mandan.—Escuché que le decía mientras la golpeaba con la correa que tenía en sus manos. Me dio tanto pánico que mi pequeño corazón se empezaba a acelerar, tuve ansiedad.

Empecé a ver sangre. De tantos golpes recibidos, mi madre sangraba por la espalda, la había golpeado hasta que sangrara. Al ver lo que pasaba solo pensé en dar un gran grito que estremeció a los presentes en la sala. Mi madre, como pudo se salió de aquel lugar dirigiéndose a dónde estaba yo.

La ví muy mal.

Sus manos tenían sangre, su frente también, ni que decir de su espalda, pues que se notaba que caían gotas de sangre de allí. Sus ojos brillaban, las lágrimas no faltaban en aquellos ojos que solo gritaban "¡Socorro, socorro!". Empezó a sollozar tocando mis brazos y rostro, haciendo que se marcharan también.

—¿Pero que haces aquí, hijo?...—Hizo una pausa. Sus ojos no aguantaban más, que ellos solo empezaban a botar lágrimas. Tan rápido, que en par de segundos, sus ojos ya estaban rojos e hinchados.

En Mis Sueños [En curso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora