IX

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Terminé la llamada.

—Era mi amigo, dijo que su madre ya se recuperó.—Le dije con una sonrisa en el rostro. Sonrió también.

—Me alegro por eso.

—Me invitó a salir para celebrarlo mañana. ¿Puedo ir?—dije haciendo un puchero. Me miró un poco enojada pero asintió. Me sentí feliz. Después de todo lo que estaba pasando hoy, hacía falta una buena noticia.

Me dirigí a mi habitación, la cuál estaba al final de la casa cruzando un extenso y angosto pasadizo. Entré a mi habitación y me saqué los zapatos, quería sacarme este uniforme de la escuela lo antes posible para luego dirigirme a bañar y poder estar tranquilo, y eso hice. Salí del baño con dirección a mi cama.

Dormir un poco para despejar la mente no estaría mal.

Pero no podía, tenía miedo de soñar de nuevo esas pesadillas, a pesar de querer saber más, eso me aturdía. Mientras mantenía los ojos abiertos, estaba en la realidad, pero a apenas los cerraba, es cuando empezaban esos sueños tan escalofriantes.

Sin pensar más, cogí un pequeño radio que tenía y me puse a escuchar música, ello podría ayudarme a relajarme y estar mejor, perdiéndome de la realidad a través de ella. Casi siempre lo hacía y me gustaba. Tarareando cada melodía, parecía que me subía en un cohete volando por todo el espacio  haciendo que me tranquilice y esté en paz.

Vi el pequeño reloj que tenía, eran las 4:30 p. m.

A esta hora es cuando había salido de la escuela con dirección a casa, a esta hora es cuando me agarraron e hicieron lo que quisieran conmigo, golpearme, desquitarse. La música hacia que pensando en eso, suelte una pequeñas lágrimas, era tan sentimental que no podía evitarlo, y más cuando escuchas música triste en la radio. En eso me quedé dormido, escuchando la música en algo volumen, sin pensar en nada más.


                                    ***

Desperté con la música alta en mis oídos.


—Dios...—Dije medio sonámbulo mientras apagaba la música, sin darme cuenta me habían quedado dormido, bostecé al recordarlo. Volví a mirar el reloj que tenía, y esta ves marcaba las 6:40 p. m. Había dormido exactamente dos horas, sonreí por eso. Ahora mi cuerpo estaba más recuperado y con fuerzas para seguir, tenía una sonrisa en el rostro, y no sabía por qué. Salí de la cama y con ello, me vino un fuerte dolor de cabeza con mareos, ello hizo que cerrara los ojos y dé pasos hacia atrás instantáneamente. Bufé mientras ese dolor se iba. Caminé hacia el baño, me miré en el espejo, estaba todo despeinado, por suerte las heridas que tenía ya estaban desapareciendo, pero me dio tristeza al recordar las heridas que le hice a ese chico en la escuela.

Salí del cuarto con dirección al paradero de mi madre, dijo que me mostraría fotos mías de pequeño. Caminé tal cual dama al buscar a su caballero.

La encontré, estaba en la sala leyendo un libro.

—Hola madre...—dije. Ella volteó a mi mirarme.

—Hola Jiven.—respondió volviendo a mirar lo que estaba leyendo. Hubo un pequeño silencio. Suspiré.

—¿Recién te levantas verdad? Puedo reconocer tu rostro cuando recién te levantas.—dijo mientras empezaba a reírse cubriéndose la boca con sus manos. Fruncí mis cejas tratando de calmarme.—Si madre. Pero bueno, dijiste que me mostrarías algunas fotos mías de pequeño...—Dije para romper la risa y la incomodidad que tenía, a lo cual ella reaccionó y volvió a mirarme para luego levantarse del siento en donde estaba.

En Mis Sueños [En curso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora