XIII

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—Nos lleva al hospital...—Escuché que mi madre le dijo al conductor del auto en dónde estábamos. Él asintió.

Solo mantenía la cabeza mirando mis zapatos jugando con mis dos manos. Tenía una sensación de miedo, angustia, como si algo malo fuese a pasar. Todos mis otros problemas se hacían de lado en este momento, solo esperaba llegar al hospital con la noticia de que los padres de mi amigo estén bien, al igual que él. Quisiera verlo otra vez sonriendo en la cafetería, volver a ir a su casa a dormir y comer con su familia; mi segunda familia para mí. Volví a llorar en aquel taxi. Odiaba esto de mí, no poder ser más reservado, cualquier persona que me viera podría decir que estoy mal, que necesito ayuda, y eso era verdad.

Llegamos al destino planeado. En cuanto abrí la puerta, el sol se adueñó de gran parte de mi rostro haciendo que mis ojos se cierren inmediatamente. Recordaba este lugar, ya que en plena lluvia había venido corriendo para verlo a él.

Logramos entrar.

Ví a muchas personas. Caminamos por aquel pasillo que daba a la sala de espera, en la cual después iríamos a preguntar sobre mi amigo. Estaba sentando en uno de los asientos al lado de mi madre. En eso me doy cuenta de algo. Mi mirada se distrajo con el rostro de un niño, el cual estaba jugando con su juguete en un asiento del frente mío; se veía feliz; un niño que no tenía preocupaciones. Sin embargo, ví a la señora de su lado, deducí que era su madre; ella estaba hecha pedazos; sus ojos estaban hinchados al igual que los míos, solo cubría su rostro con sus manos llenas de lágrimas, lograba escuchar que también sollozaba. Ello me hizo pensar que cuando eres niño no te das cuenta de los problemas que sufren los adultos. Ser niño era mejor que ser adulto, ya que puedes vivir siendo un ignorante, pero feliz, y con felicidad lo eres todo. Me di cuenta que al parecer no era un niño normal, ya que desde pequeño me preocupé, lloré por los problemas de mi madre, la entendía, sufrí demasiado, y ahora también lo estoy haciendo.

Llegó el turno de nosotros, mi madre me dijo que esperara en el asiento, pero no le hice caso, los dos nos paramos y fuimos. Nos atendió una señora mayor, su rostro estaba cansado y hasta un poco enojado. Mi madre le preguntó si había visto a un chico joven de mi edad, a lo cual respondió que sí, pero salió corriendo de aquí minutos antes de que llegáramos. Me intrigó mucho, al mismo tiempo me asustó, sin pensarlo salí del lugar, corrí los más rápido posible que apenas escuchaba los gritos de mi madre que me detuviera. Sin embargo, hice caso omiso a todo ello. Quería encontrar a mi amigo y nadie me detendría.

¿Por qué habrá salido corriendo del hospital?

Lo peor ya estaba ocurriendo. No quería ni pensar que esos cuerpos hayan sido de sus padres. No quería pensar que tomaría una mala decisión haciendo echar todo a perder más de lo que ya estaba. Tenía miedo, y ello me carcomía cada que daba una pisada para llegar lo más rápido posible a su casa, donde seguramente lo encontraría. Ahora sí tendría las palabras necesarias para decirle cuánto lo siento, que trate de estar bien a pesar de todo esto, sé que no es fácil, pero es mejor que llorar y llorar sin llegar a nada más, como yo lo hacía.

El lugar era largo. Llevaba como media hora corriendo sin parar, el sol se ocultaba haciendo que no conecte con mi piel descuidada y un poco soleada. Suspiré y suspiré cuando llegué a la puerta de la casa, al fin pude notar el cansancio en mi cuerpo lastimado sentimental y físicamente. Pude darme que cuenta que no estaba aquí, ya que la llave estaba igual a como la había dejado cuando salí de aquí. Bufé golpeando la puerta con mi pierna derecha. Ahora me preocupaba su estado, en dónde se encontraría él. Imaginé lo peor. Lo que yo hubiera hecho en ese momento, salir corriendo y tirarme de un puente más cercano sin dejar rastro, supongo que así dejaría de sufrir como lo hace ahora, pero él no haría eso, él era diferente a mí, era más inteligente y sabría salir de éstas situaciones. Caminé rendido saliendo de la casa con dirección a un paradero desconocido, no tenía ganas de hacer nada, solo de buscarlo y encontrarlo como de lugar, pero por mala suerte no sabía dónde podría estar. Lamentablemente quedaba ir a casa a esperar a que llegue mi madre para que me comunique más al respecto, sobre lo demás que le había dicho la secretaria del hospital sobre el paradero de mi amigo, y sobre la notícia que hizo que salga corriendo de allí, ella sabría que yo iría a casa, por eso la esperaría en casa. Me subí a un taxi y llegué a casa, y como pensaba, no había nadie allí, la única opción que tenía era quedarme en ese lugar. No podría ir de nuevo al hospital, ya que habría la posibilidad de que mamá ya no esté allí, así que aquí estaría mejor, viendo el atardecer con los colores variados que surgían en el firmamento; anaranjado, morado y algo de rojizo se adueñaban de aquel oscuro y miedoso cielo, que no podía hacer nada para impedirlo, al mismo tiempo me hacía recordar a aquel niño de mis sueños, el que al igual que el cielo en estos momentos, sentía mucho miedo y pensaba que había oscuridad en él, pero era todo lo contrario, el era una de las personas más buenas que había conocido en toda mi vida, llegué a la conclusión de que si existía esa persona, la llegaría a amar más de lo que me amo a mí. Sonreí al darme cuenta de lo que pensaba. En ese momento llegó mi madre haciendo que todo lo que pensaba se valla en par de segundos. Vió que estaba allí afuera de casa en plena noche; se veía muy furiosa, pero triste a la vez.

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⏰ Última actualización: Feb 09, 2023 ⏰

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En Mis Sueños [En curso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora