IV

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3:21 a. m. 16 de noviembre de 1996.

—¿Qué es este lugar?... Ya lo he visto antes...

Me levanté asustado por una pesadilla que había tenido, de repente me dí cuenta que estaba acostado en una cama muy incómoda, en un lugar que definitivamente no era mi cuarto y mucho menos mi casa. Empecé a investigar ese cuarto y después el resto del pequeño lugar en donde me encontraba. El cuarto era muy pequeño, parecía que desde tiempo nadie había vivido en ese lugar, todo estaba tan sucio y empolvado, habían telarañas por todos los rincones, pero lo raro es que había un olor que ya conocía. Decidí salir de aquel lugar para investigar más lados de la casa, salí y empecé a caminar por el pequeño pasadizo que había allí, había otro cuarto al lado del que yo había salido, decidí entrar. De pronto me asusté por lo que ví y escuché, unos ratones salían de aquel cuarto que hicieron que mi corazón empezara a latir aceleradamente, logré esquivarlos y entrar a aquel misterioso y al igual que el otro, muy pequeño cuarto. Era muy rara la sensación que sentía cuando ingresé, era cálido, y no entendía por qué. Comencé a revisar cada rincón de la habitación, y definitivamente era de un niño, habían muchos juguetes, luces de colores y una cama muy colorida, pero todo muy empolvado, como si hubieran abandonado este lugar hace tiempo. De pronto mi vista captó algo que me asombró mucho, en aquel lugar había un cuadro en la mesita de noche, en la cual estaba mi madre con un niño, me sorprendí mucho y sentí un aire que pasaba por todo mi cuerpo haciendo que lo cálido que sentía en este cuarto se valla por completo. Mi mente empezó a buscar muchas hipótesis, ¿Cómo era posible?. De pronto escuché un ruido muy aterrador saliendo de afuera de la cabaña, mi corazón se aceleró mucho.

Decidí salir de aquel cuarto, y por consiguiente bajar las escaleras que daban a la primera planta de la cabaña, iba despacio por aquel sendero que me daba mucho terror, cada escalón que bajaba me hacía sentir más miedo aún, escuchaba cada ves más fuerte ese horrible ruido que me atormentaba, y lo peor es que ya lo había escuchado antes. Cuando terminé de bajar, me topé con la escena más espantosa que había visto en toda mi vida, o eso pensaba, habían dos personas colgadas en el techo ahorcadas con una soga gruesa, estaban muy pálidas, tanto que sus ojos se habían vuelto completamente blancos, ambos estaban tomados de la mano, las venas de sus muñecas estaban cortadas, me quedé atónito al ver aquella escena, y una ves más, escuché ese ruido que me había hecho salir asustado del cuarto. Escuché pisadas que provenían de afuera de la cabaña, cada ves se escuchaban más haciendo que el que las hacía esté más cerca de mí.

No me podía mover, parecía que alguien me tenía los pies para que no me moviera y tampoco podía hablar ni abrir mi boca.

—Ya era momento de que vengas a este lugar...—Escuché que alguien me dijo desde afuera, estaba seguro de que había sido la cosa que había hecho esos ruidos tan extraños, no pude contener el miedo que mis dientes empezaron a chocar entre sí, sentía cada ves más frío, hasta que me di cuenta que ya estaba adentro, y que estaba al lado mío. Empecé a llorar y a gritar, pero mis voz se fue por completo, parecía que mis cuerdas vocales habían perdido su sonido, como si hubieran silenciado mis gritos, cerré mis ojos muy fuerte.

—Como has cambiado pequeño...—Solo quería escapar de esa cabaña, de que ese ser me deje en paz, de tanto miedo que tenía, sentía que ya no podía respirar y...

Abrí mis ojos rápidamente, Inhalé y exhalé más rápido de lo normal, toqué mi cabeza y estaba mojada. Mis ojos empezaron a mirar el lugar donde estaba, ya había vuelto a la normalidad.

Miré la hora y eran las 3:46 a. m.

Me asusté mucho recordando aquel mal sueño que tuve y aliviado por haber despertado. Me bajé de la cama y me dirigí al baño del hospital que daba al final del pasillo. Cuando salí estaba muy oscuro, no podía ver muy bien, por suerte ya conocía el lugar. Caminé agarrándome de la pared derecha, un paso tras otro, cada ves se hacía más largo el camino, sentí escalofríos cuando escuché pasos atrás de mí, aceleré el paso hasta llegar a aquel tan deseado baño, cerré la puerta con seguro y empecé a miccionar. Cuando terminé me lavé la cara y manos, abrí la puerta del baño, me asomé si ese ruido seguía allí, pero noté que no daba señales de vida así que decidí salir y dirigirme a mi cuarto del hospital, está ves sin miedo y con más seguridad.

En Mis Sueños [En curso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora