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—Conduce —gruñó el hombre de pelo oscuro mientras saltaba al coche de YoonGi. Éste miró. No conocía a ese hombre.

Aunque le gustaría conocerlo. Olía maravillosamente. Pero no lo conocía.

—¿Cómo dice?

—¿Mierda, estás sordo? — gritó el hombre mientras golpeaba el salpicadero. No dejaba de mirar por encima del hombro a través de la ventanilla trasera, como si revisara, buscando algo — Dije que condujeras.

YoonGi parpadeó por la confusión, sin dejar de mirarlo.

— ¿Te conozco? —Tuvo que preguntar. No es que su memoria fuera muy buena recordando caras. Olvidaba a la gente que conocía todo el tiempo. Quizás conocía a este tipo y simplemente lo había olvidado. No sería la primera vez.

—Conduce, maldita sea.

—¿A dónde? — preguntó YoonGi, curiosamente, todavía se sentía un poco desconcertado de por qué un desconocido estaba sentado en su coche. Cosas como estas simplemente no le ocurrían. Les sucedían a otras personas. Ocurrían en la televisión. Ocurrían en los libros que YoonGi leía. Pero no le ocurrían a él.

—No me importa, sólo conduce.

YoonGi volvió a parpadear antes de poner el coche en marcha. Había empezado a salir del aparcamiento del lugar en el que se encontraba cuando se dio cuenta de que el hombre no llevaba puesto el cinturón de seguridad. YoonGi presionó el freno y se volvió hacia el hombre.

—¿Podrías ponerte el cinturón de seguridad por favor?

—¿Qué? — El hombre lo miró sorprendido por sus palabras, sus cejas oscuras se dispararon casi hasta el nacimiento del pelo, y YoonGi no lo entendía. Parecía una solicitud perfectamente razonable para él. Era ilegal montar en un coche sin el cinturón de seguridad. Todo el mundo lo sabía. Además, era peligroso.

—Por favor, ponte el cinturón de seguridad.

—No hablas en serio.

—No lo habría dicho si no hablara en serio — explicó YoonGi con cuidado en caso de que el hombre no entendiera sus palabras. ¿Tal vez no entendiese el inglés? — Es ilegal montar en un vehículo sin cinturón de seguridad. Es la ley del estado y no quiero una multa.

El hombre le dio a YoonGi una peculiar mirada, a continuación, llevo su mano al hombro y agarró su cinturón de seguridad, tirando de él alrededor de su cuerpo y haciendo clic en su lugar.

—¿Feliz? — preguntó, una ceja levantada.

—Sí, gracias. —YoonGi empezó a conducir de nuevo, comprobando el indicador de velocidad para asegurarse que iba al límite de la velocidad permitida, a continuación, miró a

ambos lados para ver si venía algún coche

— ¿Dónde puedo llevarlo, señor... ehm...?

—Jeon, Jeon JungKook. — YoonGi asintió.

—Es un placer conocerle, Sr. Jeon. Mi nombre es Min YoonGi.

— Ah, sí, es un placer conocerte también, pero me llaman JungKook.

YoonGi miró al hombre, curioso por saber por qué estaba tan desconcertado por su presentación. Era educado presentarse al conocer a alguien por primera vez. Su madre se lo había enseñado.

—¿Dónde puedo llevarte, JungKook?

—¿Puedes conducir más rápido?

—Por supuesto que no —dijo YoonGi, sacudiendo la cabeza. Quiso reírse del atontado hombre, pero sabía que no habría sido cortés — El límite de velocidad es de sólo treinta y cinco aquí. Se trata de un distrito de negocios, después de todo.

El Maullido del GatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora