XI

382 31 0
                                    

YoonGi acariciaba con sus dedos la piel de Precious, mientras escuchaba a JungKook, NamJoon, JiMin, y HoSeok hablar. Estaba cansado y frustrado. Se sentía irritable y de mal humor. Después de que Precious había sido atendida, y todo el mundo hubiera tenido una buena noche de sueño, de nuevo se congregaron en la sala para discutir lo que YoonGi debía hacer. Habían estado hablando desde que NamJoon regresó con ropa nueva para JungKook. Cada uno de ellos tenía una opinión sobre lo que pensaban que YoonGi debía hacer con su tío.

Ninguno le preguntó que pensaba, ni siquiera JungKook.

JiMin y HoSeok pensaban que YoonGi debía tomar el trono. Su pareja vetó cualquier idea que lo pudiera poner en peligro. Y NamJoon parecía pensar que todos estaban locos. JiMin y HoSeok estaban sentados en el sofá frente a YoonGi y JungKook. NamJoon seguía sentado en la encimera de la cocina. Los vasos colocados en la mesa de madera sin posavasos. YoonGi solo sabía que iban a quedar marcas. NamJoon ni siquiera limpió los platos después de comer, los dejó en la encimera. Todo estaba fuera de lugar. Eso le hacía rechinar los dientes. YoonGi gruñó bajo en su garganta y se puso en pie, dejó a Precious en la silla. Atravesó la sala y recogió la pila de vasos de la mesa de café. El silencio llenó la sala mientras recogía cada vaso y hacía una torre con ellos. Una vez que lo hubo hecho, recogió el resto de los platos y se los llevó a la cocina.

Empezó a aclararlos, y colocarlos en el lavavajillas, sus movimientos fuertes y enérgicos. Era mejor que gritar. Su madre le había enseñado a no gritar nunca con ira. Aunque eso empeoraba la situación. YoonGi tenía que esperar hasta calmarse antes de hablar con nadie.

YoonGi, ¿estás bien? — Éste asintió al oír las palabras de JungKook, apretando los labios para no decir nada. Terminó de enjuagar el último plato y lo colocó en el lavavajillas antes de agregar el jabón y, cerrar la puerta. Con un movimiento de su muñeca el lavavajillas volvió a la vida. Dio un pequeño suspiro de alivio al tener eso hecho, cogió un paño limpio y un poco de jabón. Todavía tenía que limpiar la cocina de la suciedad que tenía por la preparación del almuerzo. YoonGi negó, no comprendía por qué la gente no limpiaba mientras cocinaba. Hacer eso era lo que tenía sentido, menos trabajo y menos lío.

— YoonGi, amor, ¿qué pasa? — El hombre se estremeció, sintiendo el aliento de su pareja de golpe en la parte de atrás de su cuello. Brazos fuertes llegaron a su alrededor y tiraron de él hacia atrás contra un pecho sólido. YoonGi combatió el abrazo por un momento antes de inclinarse de nuevo en el cuerpo de JungKook. —Dime, amor.

—Es muy complicado. — YoonGi oró por no haber sonado como un quejica. No soportaba el desorden. Eso destruía todo su mundo. Si las cosas estaban organizadas, podía pensar, hacerles frente, enfrentar la situación. El desorden lo hacía sentir... confuso.

—Te sientes agobiado, ¿no? — YoonGi asintió.

—¿Sabes qué, amor, podemos pedir la cena y así no ensuciaremos esto? Y mientras tanto puedes darte una ducha y ponerte ropa limpia. Apuesto a que te hará sentir mejor, ¿eh?

—Oh, sí, por favor — se quejó YoonGi ante el pensamiento de tomar una ducha. Estaba seguro de que estaba sucio. Su ropa también lo estaba. Su cuerpo limpio y ropa limpia lo haría sentir mucho mejor. Sería incluso mejor si JungKook pudiera reunirse con él. Se volvió para mirar hacia atrás a su pareja — ¿Necesitas una ducha también?

—Sí. — JungKook sonrió — Supongo que sí. La respiración de YoonGi se quedó atrapada en su garganta. Rápidamente dobló el paño y lo puso sobre el mostrador antes meterse en los brazos de JungKook.

—Supongo que podría limpiar la cocina después.

—O podrías poner a NamJoon a hacerlo. Es su lío. El joven hombre se echó a reír.

El Maullido del GatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora