IX

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YoonGi parpadeó hacia JungKook cuando el pasmo se hizo visible en su rostro.

—No quieres decir eso — susurró — No puedes decir eso. No sabes en lo que te vas a meter.

—Así que, dime, YoonGi.

—Si seguimos juntos, el vínculo entre nosotros solo se hará más fuerte.

—¿Es eso tan malo, bebé?

—No lo entiendes, JungKook, no vamos a ser capaces de estar separados. La intensidad de lo que hay entre nosotros empeorará.

—Todavía no veo el lado negativo, YoonGi.

—Mi fuerza, lo que me hace de la realeza, es que soy el corazón y el alma de la manada. Tú serás la fuerza.

—¿Seré capaz de cambiar?

—No exactamente —Eludió YoonGi.

—Entonces, ¿qué?

—Puesto que soy esencialmente un gato común, no uno de las razas más fuertes, como mi compañero te convertirás en lo que no tengo. — JungKook desorbitó sus ojos cuando YoonGi comenzó a deambular por encima de su cuerpo.

—Crecerás más, serás más fuerte. Serás lo suficientemente fuerte como para derribar a un león adulto. Serás mi protector.

—Supongo que eso explica por qué de repente mis pantalones se sienten tan apretados. —se rio JungKook entre dientes.

—Tu sentido del olfato, del gusto, del oído, todo ello aumentará. Serás capaz de correr más rápido, saltar más alto, cosas que nunca has podido hacer antes.

—Hay algo que no me estás diciendo, YoonGi, porque no veo el inconveniente. — El hombrecito trató de resistirse cuando JungKook le agarró la barbilla y le levantó la cara, pero el asesino no lo iba a dejar pasar — Dímelo.

—Una vez al mes con la luna llena, entro en celo.

—¿En celo?

—Voy a necesitar montones y montones de sexo y adivina qué, chico grande, ya que eres mi compañero, solo lo necesito contigo. Y como soy tu pareja, también estarás obsesionado con follarme durante ese tiempo. —La sonrisa del asesino fue lenta y sensual y el corazón le latió más rápido a YoonGi.

— No lo estás entendiendo, JungKook. Cuando digo que necesito una gran cantidad de sexo, no estoy bromeando. Follaremos hasta perder el conocimiento.

—Con la luna llena, ¿no? —preguntó acercándose más a YoonGi.

—Sí —dijo éste cuando se echó hacia atrás, no estaba seguro de a donde iba el hombre con su pregunta, pero tenía la clara sensación de que estaba a punto de averiguarlo.

—¿Quieres empezar a practicar ahora?

—¡JungKook! —Exclamó YoonGi cuando éste lo empujó hacia atrás sobre la cama y cubrió su cuerpo. El chico puso sus manos delante de su cuerpo, gimiendo cuando conectó con el pecho desnudo del hombre.

—No puedes.

—¿Por qué no?

—Porque si hacemos esto, sólo se fortalecerá el vínculo entre nosotros.

—Bien.

YoonGi abrió la boca para decir algo, pero sólo consiguió llenarse con la lengua del hombre. Al instante sintió el calor que lo ruborizaba y gimió cuando su cuerpo comenzó a aclimatarse a su compañero. JungKook no entendía lo poderoso que su olor y su tacto eran, él sí. El asesino no entendía el deseo constante que sentía por él, por su tacto, o la simple sensación de la respiración de JungKook soplando a través de su piel.

El Maullido del GatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora