VI

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JungKook, se había asustado como la mierda. Había visto al hombre cambiar a gato, no un gato grande, como se ve en uno de los canales de naturaleza, sino a un gato común. JungKook pensaba que, si iba a ver algo extraño, al menos, podría ser un tigre o un león, tal vez incluso una pantera. Pero no, tenía que ver un cambio de hombre a gato común. Y era un hombre al que se había follado. Infiernos, había bebido la sangre del hombre, aunque fuera por accidente.

¿Estaba condenado ahora a convertirse en una especie de cambia formas? ¿Se convertiría en un gato común? ¿Le aullaría a la luna o bebería sangre? ¿Tendría pulgas? Estaba demasiado cansado y excitado, todo al mismo tiempo para tratar de resolver esto por su cuenta. Necesitaba respuestas, y sabía por dónde empezar.

Alguien lo había enviado en esta misión. Le darían las respuestas que quería, o sería mucho peor para ellos de lo que había sido para YoonGi. Paró un taxi y se subió. Le dio la dirección de la calle a la que quería ir y entonces se echó hacia atrás para mirar las luces de la ciudad, mientras pasaban. Se sentía mal por dejar a YoonGi como lo hizo, pero la situación era demasiado rara.

JungKook, había visto un montón de cosas en su vida, algunas buenas, otras no tanto. Nunca había visto a nadie cambiar a otra criatura. Sentía que había estado viendo una película de Hollywood. No tenía miedo de YoonGi, no exactamente, más bien estaba aturdido por lo que vio. Además, el chico era un gato común. Se echó a reír y sacudió la cabeza ligeramente. Se había asustado de un maldito gato común. Tal vez fue el tema del cambio lo que realmente lo había flipando porque YoonGi, era una de las almas más cándidas que jamás había conocido. No le haría daño a nadie, incluso en su forma peluda.

«Debo estar perdiendo la cabeza», pensó JungKook, cuando el remordimiento y la culpa lo abrumaron.

Se pasó la mano por la cara antes de mirar por la ventanilla. No importaba lo que hacía, o cómo se asustó por lo que era, no podía dejar de pensar en YoonGi. Le preocupaba que alguien estuviera tratando de matarlo. Le angustiaba que el hombre se estuviera sintiendo miserable en este momento porque había sido abandonado. Le inquietaba que tuviera frío. Demonios, incluso se preocupaba por esa maldita gata gorda de YoonGi. 

Tal vez dejar al hombre y a su gata en un motel por horas sin protección, no había sido lo más inteligente. Solo que no sabía cómo hacer frente a la situación, eso hizo que se sintiera fuera de control. JungKook odiaba no tener el control. Después de sus años pasados en el sistema de acogida, con otras personas tomando todas sus decisiones, incluso donde podía vivir y cuando podía hacerlo, tenía muchas dificultades para ceder el control de su propia vida. Y los sentimientos que habían comenzado a crecer dentro de él por YoonGi lo ponían fuera de control. JungKook nunca había estado tan fascinado por un hombre o una mujer, en su vida. Aún estaba tratando de comprender lo que le ocurría, cuando había sido empujado a algo increíblemente fantástico por lo irreal.

No estaba seguro de poder volver. Demonios, no estaba seguro de querer volver. Si eso quería decir que no habría un YoonGi y que...

«¡Bueno, mierda!» pensó JungKook para sí mismo, al darse cuenta de que regresaría, aunque YoonGi no fuera una opción.

JungKook metió la mano en su bolsillo y sacó su móvil, abriéndolo de un tirón. Pulsó marcación rápida, llamando a una de las pocas las personas de su confianza.

—¡Hola!

— Soy yo.

—Hola, ¿qué puedo hacer por ti? — Dejó caer la cabeza hacia atrás contra el respaldo. No quería hacer esto. Odiaba pedir ayuda. Sabía que NamJoon lo ayudaría, pero que la ayuda tendría un precio, el derecho a fanfarronear.

El Maullido del GatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora