INTERROGATORIO (CAP 30)

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Crowley caminaba de un lado a otro por toda la librería, ya pasaron 24 horas sin saber de Aziraphale.¿Cuánto tiempo tardaba en dar su respuesta? ¡Lo sabía desde el principio! ¡No debió dejar ir a Aziraphale con esos emplumados! 
Ahora tendría que rescatarlo como siempre, no era los mismo que pisar una iglesia, aquella vez era él, un demonio contra unos simples nazis.

Esto era diferente, era él contra todo el cielo, tendría la oportunidad de demostrar su palabra pero ¿Porque de esta forma? De todas las formas posibles era está.

Primero tendría que ir con las únicas personas que sabían de su naturaleza, tal vez tenga una poca de surte y tener al anticristo de su lado. Subió a su Bentley, arranco el motor por todo Londres directo a Tenfilt.

Llegó en la tarde noche, la primera vez que estuvo ahí se pérdido. Contra su naturaleza pidió ayuda para encontrar donde vivía la chica del libro, recordaba fracmentos de una pequeña casa y un patio, no le sirvió tanto como decir que la chica tenía grandes lentes y un acento claramente estadounidense.

Tocó la puerta dos veces... ¿Desdé cuándo hacia calor en Londres?

— Ah, eres tú demonio...  — la puerta de abrió — Olvidé tu nombre.

— Crowley.

— ¿Dónde está tu novio? El ángel rubio

— Ahhh — piensa que somos novios, mi novio ¿Cómo no se da cuenta Aziraphale?

— ¿Y bien?

— No es mi novio — Eso dolió —Por eso estoy aquí, él no está. Quería saber si puedes localizarlo.

— Nunca lo he intentado con ángeles, ni demonios. Solo con humanos.

— Te pagaré bien, el dinero no es problema.

—  Bien... Se lo debo. Él me ayudó cuando me atropellas te.

— Tu que te atraviesas en mi preciado Bentley. — le reprochó

— ¿Quienes que te ayude? Si es así comportarte.

— ... Bien ¿Cómo iniciamos? — trato de entrar a la casa de la bruja.

— ¡Espera! — grito Anathema — ¡Estás en llamas! — tiro de su brazo para arrojarlo lejos de la puerta.

— No es el momento para coquetear, estoy....

— No, tus pies. Están en vueltos en fuego.

Miro a sus pies.

— ¡Mierda! — Perfecto, sus botas de piel de serpiente estaban arruinados — ¿Qué carajo?

Anathema le arrojó a sus pies un balde lleno de agua. No se apagó

— ¿Qué hago? El agua no sirve.

Crowley trato de remediarlo con un milagro.

— Espera ya se que es — la voz de un pre adolescente se escuchó a sus espaldas — Es eso — Señaló a una pequeña herradura arriba de la puerta.

Los dos adultos miraron.

—  ¡Mierda! Es un amuleto, ¡Quitalo! — Crowley seguía, y sin lograrlo apagar sus pies

— Espera, traeré una escalera.

— ¡Apúrate! — Exigió Crowley.

— ¡No me grites! — Anathema le advirtió.

— ¡Pero estoy en llamas!

— Sal de la casa — Adam lo guío de la mano como si fuera un niño. — ¿Vez? Aquí afuera las llamas se apagaron.

A TU LADO YO ESTARÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora