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Jungkook siempre se caracterizó por ser un hombre inteligente y frio para los negocios, lo que significaba que no perdía la cabeza por cualquier problema que se presentara, su astucia para resolver cualquier cosa en los negocios fue algo que lo hizo llegar hasta donde ahora se encontraba. Hacerse socio de Kim era algo sumamente difícil de conseguir, pero lo había logrado, el proyecto en el que estaban trabajando generaría jugosos ingresos a ambas empresas, pero nunca se imaginó que varios de los millones invertidos en el proyecto fueran desviados a una cuenta que nada tenía que ver con ellos, haciéndolos quedar mal con las empresas extranjeras.

Quién sea que haya hecho esos movimientos fue lo suficientemente astuto para no dejar ninguna huella y eso es lo que más lo tenía  molesto.

Eso y que llevaba días sin poder hablar con su adorado Jimin. Estaba realmente agotado, física y mentalmente, tratando de solucionar esos asuntos y terminar rápidamente porque su cuerpo necesitaba el calor del menor, porque no podía pasar más días sin probar sus besos y escuchar su hermosa risa.

Lo extrañaba demasiado.

Ese día se había escapado de la junta que tenían con unos inversionistas para arreglar algunos asuntos, necesitaba escuchar aunque sea su dulce voz.

Por eso ahora, afuera de la sala de juntas, en el pasillo solitario, el hombre de treinta y cinco años de edad, con ojeras y de traje pulcro a su medida, caminaba de un lado a otro con el teléfono pegado a su oreja, totalmente fastidiado, esperando a que un chico mucho menor que él, pero que lo tenía completamente enamorado contestara su llamada.

—Vamos Jimin-ha, responde...

Pero nada, el chico no respondió.

—Señor Jeon, ya estamos todos, la junta está por comenzar...

—En un momento estoy dentro...— la chica asintió y lo dejó solo de nuevo. — el número que usted marcó está ocupado o fuera de servicio deje su men... maldita sea. —Jungkook colgó, mirando de mala manera al teléfono como si tuviera la culpa de todo. Vio su reloj y pensó que Jimin aún seguía en clases, por esa razón apagó su teléfono.

Ya le marcaría más tarde.

Con ese pensamiento se metió por fin a la sala de juntas y trató de concentrarse lo más que pudo en el trabajo. Aunque él sabía que desde hace mucho del hombre que solo tenía negocios en la cabeza ya no quedaba nada, porque ahora un tierno pelirosa se la vivía ahí.

 Su bonito y hermoso Jimin.

Jungkook estaba completamente seguro de que estaba tomando las decisiones correctas para poder darle todo lo que su niño merecía.

Mientras tanto, del otro lado del mundo, Jimin estaba tirado en su cama debatiéndose entre si lo que estaba haciendo estaba bien o mal. Tenía muy claro que Jungkook tenía una imagen que cuidar y la prensa tomaría cualquier cosa para arruinar esa imagen, él no podía permitir eso.

Encendió el teléfono y se encontró con unas llamadas perdidas de Jungkook, entonces sintió un feo nudo en la garganta, lo había extrañado tanto y por culpa de aquel imbécil no había respondido a sus llamadas.

Como si sus pensamientos lo estuvieran invocando, justo en ese momento Jungkook le estaba llamando de nuevo.

—Hola...—respondió a los pocos segundos.

Maldición, nene, te estuve llamando desde hace un rato, ¿está todo bien?

—Te extraño mucho...— le dijo, soltándose a llorar, porque hasta ahora sabía cuan enamorado estaba del mayor. Sin darse cuenta había caído en su propio juego. Jamás se había sentido así por nadie, al igual que Jungkook, era la primera vez que sentía amor verdadero por alguien.

Daddy give me more (Kookmin) ♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora