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Los días se habían hecho eternos para Jungkook. Ir a America ni siquiera había arreglado la mitad de sus problemas en la empresa, tardaría años en recuperar los millones perdidos, afortunadamente no había quedado en quiebra, aunque si con muchas deudas.

El hombre no se había tomado ni un solo respiro en toda esa semana, a pesar de eso, caminaba como si nada, alado de su socio Kim y sus guardaespaldas.

Jungkook era demasiado atractivo, su aura dominante atraía la vista de cualquiera, vestía un traje gris pulcro y a su medida, sus ojos intimidaban a quien sea que atravesara mirada con él.

Aun así,  la apariencia era una cosa y lo que pasaba dentro de él otra.

Porque Jungkook aún se sentía extraño, sentía algo en su pecho que no lo dejaba tranquilo desde la última vez que habló con Jimin. Porque lo conocía tan bien que sabía que algo pasaba, aun así prefirió ignorar ese sentimiento, tal vez solo eran simples alucinaciones de su parte, por el estrés, por la lejanía o por alguna otra razón. 

Pero ahora que estaba de vuelta a su hogar que era Jimin, tenía la esperanza de que ese feo sentimiento desapareciera.

Ahora estaría con Jimin y no lo dejaría ir nunca.

—Señor Kim, si me permite, tengo que pasar a comprar algo antes del vuelo.

—Claro, Jungkook. — respondió, deteniéndose para esperarlo, el señor Kim observó su reloj un momento mientras esperaba al menor. Alzó la vista y vio al chico comprando una caja de chocolates en una tienda. A pesar de su aura oscura, el señor Kim le había tomado cariño a su socio, admiraba que a su edad haya logrado mucho, esperaba que su hijo fuera así.

Su media sonrisa desapareció cuando Jungkook volvió ya con una caja de chocolates en una mano y su portafolio en la otra.

—Continuemos. — Jungkook moría por subirse al avión y llegar a Corea.

—Sí que sabes mantener a tu esposa enamorada. — el señor Kim no pudo evitar decir. — A mi esposa no le gustan los chocolates, pero cuando llegue la invitaré a cenar.

—No es para Suni, ella y yo nos vamos a divorciar. — soltó sin rodeos, haciendo que Kim se sorprendiera.

—Vaya, bueno, no me sorprende tanto. — respondió cuando digirió la noticia. — Tu matrimonio fue tan repentino que todos le daban muy pocas esperanzas. ¿Y quién es la afortunada?

Jungkook dudó un poco, pero al final lo dijo.

—El afortunado soy yo. — dijo con una gran sonrisa. — Se trata de Park Jimin.

El vuelo fue demasiado largo, fueron más de diez horas de vuelo. Jungkook agradeció que el señor Kim no preguntara nada más, ya luego se enteraría del escándalo cuando su divorcio se hiciera público. Durmió en casi todo el viaje y apenas había comido, aun así su corazón latía como si fuera un vil adolescente, ansioso por ver a Jimin.  

Cuando aterrizaron, se despidió amablemente de su socio, quedando que más tarde se pondrían en contacto con el abogado que estuvo encargado de investigar las transacciones hechas del dinero perdido. Esperaba que haya encontrado al responsable del desfalco de ambas empresas.

Su asistente había enviado su auto horas antes, así que no habría problema para transportarse. ¿Debería avisarle a Jimin? Era buena hora, podrían quizá ir a cenar. Pero entonces recordó haberle prometido que en cuanto volviera, hablaría con Suni. Así que subió a su auto y no dudó en conducir a su casa.

Por extraño que pareciera, cuando llegó,  el automóvil de Suni estaba estacionado afuera de la casa. Por un momento pensó que no la encontraría como siempre solía pasar, pero por suerte ahí estaba.

Daddy give me more (Kookmin) ♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora