Resignación

341 32 3
                                    

Ya han pasado dos semanas desde que terminé definitivamente con Santiago. Si me preguntan como la he pasado, no obtendrán una buena respuesta. Aún no puedo dormir por las noches, la palidez de mi rostro y las ojeras no se pueden ocultar ni con tres capas de maquillaje, bajé tres kilos de la tristeza porque cada que me acuerdo de Santiago se me quita el hambre, lloro al menos dos veces al día: una vez en la mañana y otra en la noche, al único lugar al que voy es al estudio de danza y cuando regreso lo único que hago es meterme entre las cobijas de mi cama y ver series de amor, mi Spotify reproduce las mismas canciones que me recuerdan a Santiago una y otra vez, lo stalkeo al menos 20 veces al día y no paro de respirar el aroma de Santiago que queda en el suéter que dejé en su casa, no sabía cuánto más duraría su aroma. Pareciera que me auto castigo haciendo todo eso, pero por alguna razón no lo puedo evitar.
Mi mamá lleva todos los días dándome consejos de amor, insistiendo que vaya a terapia, pero ni siquiera me siento lista para sanar, masoquista si lo quieren ver así, pero dos semanas era muy poco tiempo a comparación de todos los sentimientos que tengo hacia Santiago.
No nos hemos eliminado de ninguna red social, por lo menos en whats app aún me salía su foto de perfil, tardé al menos dos días después de la ruptura en quitar todas las fotos e historias con él de mi feed, y cuando lo hice, él también lo hizo.
En tanto a Mariano, tampoco habían hablado. Mariano lo buscó la semana pasada por teléfono, pero nunca le contestó, después fue a su casa pero nadie le abrió. También se veía deprimido, digo, una amistad de toda la vida duele igual o más que una ruptura amorosa.
Mel e Ingrid han estado muy ocupadas con sus inscripciones a la universidad, ambas se quedaron en las universidades que querían. Ingrid entró a administración de empresas y Mel a su preciada carrera de diseño de moda. Que bueno que a pesar del mal momento por el que estaba pasando, también había cosas buenas por las cuales alegrarme, pero nada contrarrestaba por completo mi dolor.
Ingrid dijo que hoy pasaría a verme, ya le había contado a las chicas todo lo que pasó, pero por llamada, así que no fue suficiente el apoyo emocional.
Después de unas horas llegó con un bote de helado de oreo, una bolsa grande de Takis y un litro de soda de uva. Realmente Ingrid era mi mejor amiga. Al mirarla le doy el abrazo que más necesitaba en estos momentos.
- Lai, te ves... mal, muy mal, terriblemente mal.- Dice al separarse de mi.
- Cómo quieres que me vea si me siento pésimo.- Le digo mientras ambas subimos a mi habitación.
- ¿Hace cuánto que no te bañas?
- ¿Cuándo fue el último día que fui a danza? Ah, hace como tres días.
- ¿Cómo puedes estar viviendo así?
- Créeme, yo tampoco sé.
- No importa, te he visto haciendo del baño y vomitando, que te vea sin bañar es lo mínimo.- Hace que ría.
- Te prometo que cuando te vayas me bañaré.
- O ambas vamos a tu jacuzzi, nos ponemos una mascarilla y prendemos la televisión.- Su propuesta sonaba bien, pero no sé si tenía ganas de hacer todo el proceso de encenderlo, calentar el agua, hacer las burbujas y demás. Me quedé pensando por unos minutos.- Laila, vamos, de alguna forma tienes que salir de tu cuarto.- Toma mi mano con fuerza para que me pare de la cama.
Bajamos al jacuzzi junto con toda la comida que había traído. Tal vez sí me vendría bien un baño relajante, precisamente, para relajarme.
En cuanto puse un pie en el agua el peor recuerdo que me pudo haber llegado apareció en mi mente: Santiago y yo en el jacuzzi intentando tener sexo por primera vez.
- ¿Ahora qué pasa?- Pregunta Ingrid al verme tan cohibida por la situación.
- Aquí Santiago y yo estuvimos.- Trato de contener el aliento. Ingrid rueda los ojos y ríe.
- ¿Hay algo que no te recuerde a él?
- No.- Se me sale una lágrima, no podía dejar de pensar en Santiago en ningún momento.
- Ya Lai, ya verás que pronto lo vas a superar.- Me abraza entre risas y lágrimas.
Ya más calmada terminé por meter todo mi cuerpo al agua, los recuerdos no cesaban pero prefería no hacérselo saber a Ingrid.
- ¿Cómo metiste a Santiago aquí?- Pregunta curiosa.
- ¿Quieres que de verdad llore?
- No, solo pregunto.
- Pues así, la silla está al nivel del borde de la tina. No fue muy difícil.
- ¿Y qué, cogieron?
- Ya te había contado, íbamos a coger pero allá abajo no le funcionó.
- Pero después si pudieron ¿No?
- Estábamos a punto de, pero llegó una enfermera y nos interrumpió.
- ¿Entonces nunca cogieron?
-  No.
- Mierda. Yo no sé qué haría si no pudiera follar con Mateo.
- Ni me lo digas. Increíblemente la ultima vez que lo hice fue con Mariano.
- Ahora que ya no están juntos, no te haría mal una cogidota con él.- Hace que ría fuertemente.
- Ganas no me faltan, pero eso complicaría las cosas horriblemente.
- Es que es Mariano, hasta yo me lo quiero coger.
- Sí, ya me lo has dicho miles de veces.
- Perdón.- Ambas reímos.- ¿Entonces se acabó lo de Mariano y Mel?
- Supongo, aunque nunca fueron nada en concreto. Mel no reaccionó del todo mal cuando le conté lo de la argentina.
- ¿Qué te dijo?
- Que ella estaba forzando mucho porque las cosas entre ellos funcionaran, que sabía que eso pasaría en algún momento.
- Pobre de Mel, ya encontrará a alguien.- nos quedamos en silencio unos minutos.- Oye.
- ¿Qué?
- ¿Qué harías si Santiago llega y te dice: perdóname por todo, Violeta es una hija de puta y me mintió?
- Como si eso fuera a pasar, más la parte en la que Violeta es una hija de puta.- Ingrid ríe.- No lo sé, dirás qué soy exagerada, pero me dolió, me duele que Santiago no vea todo lo que he hecho por él, y más que dijera que no lo amaba. No sé, es lo que siento y no puedo evitar sentirlo.
- Pues sí, si es como tú te sientes... ni hablar.- Nos quedamos un momento en silencio viendo la película que habíamos elegido.- ¿Sabes qué te mereces?- Habla Ingrid después de un rato.
- ¿Qué?
- Ponerte ebria hasta vomitar. Trae una botella de tequila.- Hace que ría anonadada por lo que me acababa de proponer.
- Gran idea, pero mañana tengo ensayo. No quiero que nada lo afecte, de por si no me ha ido muy bien que digamos.
- Anda, exageré con lo de vomitar. No te hará daño si tomas algunos shots.- Me le quedo mirando pensando.
- Okay, pero tú ve por la botella.
- Eso haré.
A continuación Ingrid salió de la tina escurriendo de agua pero decidida a ir por la botella. Después de unos minutos llegó con dos caballitos en las manos y limones cortados por la mitad con sal encima. Sabía que yo solo tomaba los shots de tequila de esa manera.
Fue fácil empezar con dos shots directos, para cuando terminé el segundo comencé a ver el mundo diferente pero aún con la mente consciente, nada fuera de lo normal. Dos shots era muy poco como para comenzar a sentirse borracha, pero tomando en cuenta que lo único que había comido en el día eran frituras, no esperaba menos.
Ya eran cerca de las 8 de la noche y nuestros pies y manos se estaban arrugando de tanta agua, así que optamos por salir. Aprovechando el calor de verano y que el cielo se veía despejado decidimos quedarnos en los camastros del patio escuchando música. El efecto de lo tragos ya se había bajado pero las ganas de querer un poco más para que el efecto no se fuera nos ganaron.
- Otro shot y ya.- Le digo a Ingrid.
- Así me gusta.- Ingrid abre la botella.- Pero directo a la boca.
- Estás demente. Okay, pero solo dos segundos.- Ella sitúa la botella a unos centímetros de mis labios. Me deja el chorro de alcohol por mas de 5 segundos haciendo que el líquido también se derramara en mi pecho.- ¿Qué te pasa? Te dije solo dos segundos.- Le reclamo haciendo muecas por el fuerte sabor.-Ahora por tramposa vas tú 10 segundos.
- No, yo no te lo dejé tanto tiempo. A lo más fueron 5 segundos.
- Pues entonces 5 segundos de shot.- Para vengarme ahora yo dejé la botella más tiempo del acordado.
- Eso no es justo, dijimos 5 segundos.- Dice ella entre muecas.
Repetimos el ciclo al menos unas dos veces más, haciendo trampa con los segundos acordados. Paramos cuando el tequila ya estaba a la mitad, ya que era mucho alcohol para solo dos personas.
- Del uno al diez qué tan borracha estás.- Me pregunta Ingrid.
- Un siete punto... seis.
- Yo un 7.4. Me iré antes de que se me suba al ocho. No quiero que mis padres me vuelvan a castigar.
- Está bien, subamos a cambiarnos.
Entre risas Ingrid y yo subimos a mi habitación como pudimos. Le presté un calzoncillo mío para que se pudiera cambiar. Ese nivel de confianza teníamos.
- Prometo que te lo regreso limpio.
- Nunca me lo vas a regresar.
- Tienes razón.- Ambas reímos.
Ya con nuestra ropa puesta bajamos a la entrada para esperar a que llegara el Uber de Ingrid.
- Eres mi mejor amiga.- Dice ella dándome un abrazo.
- Somos las mejores amigas.- La intensidad de los sentimientos estaban comenzando a emerger.
- No quiero verte triste. Eres una mujer empoderada que no puede permitir estar así por un hombre.
- Exacto, ningún hombre me puede hacer sentir mal.- Le digo aún abrazadas.
- Ya llegó el Uber.- Dice mientras el auto se estaciona frente a nosotras.- Nos vemos la siguiente semana. ¿Si?
- Sí que sí.
Después de despedirla regresé a mi habitación. Me eché en la cama mirando hacia el techo. Ya estaba en el punto en el que los focos se distorsionaban y el techo daba vueltas. Volteé a ver el buró e Ingrid había dejado la botella de tequila junto a la lámpara de noche. ¿Un trago más? Claro que sí.
Solo tenía que irse Ingrid para regresar a mi tristeza, y más aún con los sentimientos intensificados por los efectos del alcohol. Tomé mi celular para volver a torturarme como todas las noches desde que terminé con Santiago. Ya hasta tenía un álbum de fotos de nosotros dos que se llamaba: "Momentos felices con Santiago", claro que lo tenía en "álbumes ocultos" para que nadie viera lo loca que me estoy volviendo por no tenerlo junto a mí.
El primer video que vi fue uno donde él está acostado en su cama y yo encima de él grabando cómo era que le ponía una mascarilla de carbón activado en el rostro con una sonrisa de oreja a oreja, luego pasé a las fotos que nos tomamos cuando tuvimos nuestra primera cita formal, luego el screenshot de una historia de su Instagram donde yo salía desprevenida comiendo un taco de carne asada embarrada de guacamole en la barbilla con un texto que decía: la dulce princesa siendo una chica elegante; más y más fotos juntos, unas sonriendo, otras besándonos y otras más probando filtros de Instagram. Hasta que llegué a un video donde estábamos en el sillón de su sala abrazados.
- Qué preciosa estás.- Me dice él aún sin darse cuenta que lo estaba grabando.- Me encantas.- Deja unos besitos en mi cabeza.
- Te amo.- Le digo yo.
- Te amo más.- En ese momento se da cuenta de que lo estoy grabando y ríe.- Me grabaste siendo el más cursi, pero que guapo me veo eh, luego me pasas el video.- Guiña un ojo y en ese momento detengo la grabación.
Era claro que después de torturame viendo lo felices que éramos iba a llorar. Y ese último trago fue la peor decisión que pude haber tomado. Con el alcohol actuando con la mayor fuerza en mi sistema me armé de valor, de ese valor que no tienes cuando estás sobria. Abrí la aplicación de contactos, escribí la palabra Santiago y presioné el botón de llamar.
Primera llamada, no me contestó, pero mi estado etílico no iba a darse por vencido. Segunda llamada tampoco me contestó, tercera, cuarta, quinta... hasta la sexta llamada se escuchó como contestó acompañado de una respiración, pero acto seguido colgó el teléfono. Me estaba humillando de la peor manera posible, pero estaba muy borracha como para darme cuenta. Llorando porque era claro que Santiago me estaba ignorando completamente decidí volver a marcar.
- ¿Qué quieres?- Contesta él fríamente. Una punzada en el corazón retumbó hasta mis entrañas.
- Santiago, hay que hablar. Por favor.- Digo sollozando.
- ¿Estás borracha?
-Eso no importa, hay que hablar por favor.
- No tengo nada de qué hablar contigo.
- Por favor amor, no podemos terminar todo así, sin más.
- No me digas amor Laila. Tu y yo ya no somos nada. Si quieres hablar conmigo mínimo háblame sobria.
- Santiago, no me hagas esto, no le creas a Violeta.- Hablo berreando.
- Ya te dije mil veces que no te creo, déjame en paz ya.
- Santiago por favor, escúchame.- Suena el sonido de cómo cuelga la llamada.
Con mi respiración a mil por hora y mi mente sin límites ahora abro whats app, entro a la conversación de Santiago enviándole mil mensajes con la esperanza de que en una de esas me contestara.
No me busques más, no quiero tener nada que ver contigo. Adiós.- 10:13 p.m
Acto seguido su foto de perfil ahora sí me dejó de aparecer, rápidamente entré a Instagram, Facebook, twitter y todas las redes sociales en las que lo tenía. En todas y en cada una de ellas me había bloqueado.
Desecha, humillada, sin dignidad y con la autoestima hasta el piso me solté a llorar de la peor manera posible. Había arruinado lo último que quedaba entre Santiago y yo. Era una estúpida al haber decidido hacer algo tan humillante como lo que acababa de hacer, al haber creído que Santiago me escucharía con la esperanza de que todo se solucionaría. Sin embargo queda claro que todo fue en vano, y que nada iba a cambiar la postura de Santiago. En verdad todo ha terminado.
————————————————————————
Al siguiente día desperté con un fuerte dolor de cabeza. En seguida recordé todo lo que había hecho anoche. Me sentí tan avergonzada de mi misma que eliminé la conversación con Santiago, eliminé el historial de llamadas y borré su número de mis contactos.
Las palabras de Ingrid alentándome a no dejarme vencer se cruzaron en mis pensamientos. Necesitaba que pasara algo así para darme cuenta que en verdad a Santiago no le interesaba en lo más mínimo solucionar las cosas. Y ahora yo estaba muy resentida por el rebajamiento que había tenido ayer que hasta empezaba a sentir cierto odio hacia Santiago.
Fue como si me hubieran puesto un caparazón, que no permitiría dejar entrar ni salir más sentimientos.
Con ese hueco en el estómago que se siente al estar decaída, tomé fuerzas para hacer mi día. Como siempre fui a danza, regresé y me volví a meter en mi cuarto para no volver a salir hasta que llegara mi mamá.
La resaca hizo que volviera exhausta de danza, me tomé una aspirina para combatir de una vez el dolor de cabeza. Moría de sueño pero el malestar hacía que al cerrar los ojos el dolor se intensificara.
De pronto el timbre sonó una y otra vez, como si quien estuviera detrás de la puerta tuviera la urgencia de que le abrieran. Dejé que Nana se encargara de ver quién era, la verdad que tenía cero ganas de bajar a ver.
- Lai, alguien te busca.- Anuncia ella al entrar a mi cuarto.
- ¿A mi? Qué raro. ¿Quién es?
- Una chica, viene vestida con uniforme de enfermera.- Era claro de quién se trataba.
Bajé al vestíbulo para ver desde la cámara del interfón si de verdad era ella. Sorprendentemente sí era.
No tenía idea de qué hacía aquí o qué era lo que quería, venía sola pues no se veía la camioneta de Santiago alrededor.
Me armé de valor y salí a abrir la puerta.
- ¿Qué quieres? ¿Qué haces aquí?- Le digo a Violeta de la forma más grosera que pude. A lo que fuera que viniera, era mi oportunidad para desquitarme de todo lo que me había hecho.
- Deja a Santiago en paz. No lo busques, no le hables. Él ya no quiere saber nada de ti.
- ¿Y tú qué mierda tienes en la cabeza como para venir hasta mi casa a decirme eso?
- Vengo porque por tu culpa una vez más Santiago está mal, y si no lo dejas de buscar él va a seguir así.
- ¿Por mi culpa? Tu fuiste la hija de puta que inventó todo.
- Yo solo le dije lo que escuché, y le agregué algunas cosas para que Santiago en verdad te odiara.
- Es que no puedo creer lo loca que estás.Ya acepta que Santiago te gusta y que estás haciendo todo esto para joderme.
- Claro que lo acepto. Y mira lo bien que me está saliendo. Ahora hasta lastima me das.
- ¿Yo te doy lástima? ¿Me dices eso a mi cuando tú tuviste que inventar todo eso para ver si después de que Santiago y yo termináramos lograrías que se fijara en ti?
- Lo de ustedes es reciente, luego se le va a pasar. Y cuando eso pase yo estaré ahí, para él, como siempre.
- Qué tan poco te puedes querer como para tener que llegar a esos extremos. Pero en fin, a mi ya me vale un carajo Santiago o lo que tú hagas con él. Es más, te aseguro que nunca más lo voy a buscar. Porque hagas lo que hagas Santiago me ama a mi, y dudo que me supere pronto, así que puedes estar tranquila e ir a mendigar su amor. Y ya vete de mi casa, no te quiero ni ver, me das asco.- Le azoto la puerta en la cara sin permitir que emitiera una sola palabra.
————————————————————————
Gracias por leer 💜
El siguiente capítulo lo narra Santiago 👀👀

Amarte sin condicionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora