No pierdas por error a quien te quiere.

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[Santiago]
Qué difícil es odiar y amar a la misma persona, qué difícil es querer hacer todo porque esté a tu lado pero a la vez querer hacer todo porque desaparezca.
Los ataques de ansiedad habían regresado, pero ya habían cambiado de causa, ahora eran por Laila.
La única que sabía de todo lo que estaba pasando en mi vida es Violeta. La verdad no estaba preparado para contarle a mi familia lo que había pasado, no quería escuchar el sermón que seguramente me darían al saber que ella y yo habíamos terminado. Mi familia quería tanto a Laila que incluso mi mamá llegó a decirme que sería un sueño que me casara con ella. Aún no estoy listo para decirle nada a nadie, ni siquiera tengo a quien. Mariano era la única persona a la que le contaba mi vida, claro, que no fuera Laila, pero me sentía tan traicionado que pensar en él me causaba un enojo indescriptible. Se siente mal ver como alguien en el que has confiado toda la vida, te traiciona, y más con la persona que menos te lo esperas.
Después de mi accidente me acostumbré a la soledad, luego llegó Laila a mi vida una vez más y esa soledad dejó de existir.
Es por eso que últimamente la soledad inundaba cada rincón de mi ser, no tenía con quien estar, con quién hablar ni con quién salir. Tampoco es como si tuviera muchas ganas.
Laila ha acabado con mi estabilidad emocional, tanto, que ahora estaba acabando con la poca estabilidad física que tenía. Mis ganas de ir a rehabilitación y querer mejorar han desaparecido, por alguna razón me sentía cansado la mayor parte del día y eso repercutía aún más en mi estado mental.
Amo a Laila, la amo con todo lo que soy. Pero daría todo por superarla y cambiar de página, pues aunque solo tres semanas son las que tenemos de haber cortado, para mi ha sido una eternidad, una eternidad a la que no le veo fin.
Hay veces en las que el pensamiento de perdonarla se cruza por mi mente, sin embargo mi decepción es más grande, mucho más grande. Y eso hace que no lo pueda hacer.
- Santiago, hay que salir ¿quieres?- Me dice Violeta parada en la puerta de mi habitación.
- ¿A dónde?
- No lo sé, si no quisiste ir a terapia en toda la semana al menos vamos, no sé, al cine, al parque, a la plaza.- Yo emito un sonido quejumbroso al escuchar su propuesta.
- No quiero, prefiero quedarme aquí.
- Anda, de alguna manera debes distraerte.- Se acerca a mi cama y jala mi brazo para que me levante.- Anda, vamos. ¿Si?- Insiste.
- Bueno... vamos.- La realidad era que no quería salir de mi habitación, tampoco quería hablar con nadie, ni ver a nadie ni convivir con nadie. Pero tal vez salir me haría bien.
Pronto salí de mi cama, Vi revisó el catéter y que todo estuviera en orden para poder estar fuera de casa un rato.
Una vez en la camioneta emprendimos el camino hacia un pequeño centro comercial que tenía varios lugares de comida. No tenía hambre, llevaba días en los que pensar en comida me hacía querer vomitar.
A Vi se le antojaba ir a McDonald's desde hace un buen tiempo. Me quedé esperando a que pidiera la comida en una mesa que estaba cerca de los juegos para niños ya que era la única en la que se veía que podía meter mi silla.
Mal día para venir, porque al parecer estaban celebrando un cumpleaños, por lo que había más gente de lo normal. Un grupo de niños como de unos  10 años aproximadamente jugaban a las atrapadas de un lado a otro gritando. Me aturdían un poco, pero no había otro lugar a dónde moverme, hasta que vi una mesa igual de ancha del otro lado. Le hice señas a Vi de que me iba a cambiar de mesa a lo que ella asintió con la cabeza y de nuevo volteó su vista al mostrador.
De pronto sentí un empujón por atrás haciendo que mis  piernas quedaran fuera del reposapiés de la silla, acto seguido, escuché un fuerte golpe en el piso. Era un niño de los que estaban jugando a las atrapadas y uno de ellos había chocado con mi silla. Lo miré aún en el piso y tenía raspaduras en ambas rodillas.
- Te ayudo.- Como pude estiré mi brazo para que él se sujetara de ahí y pudiera levantarse. Miró mi mano con problemas funcionales por unos segundos pero después se sujetó de ella.
- Perdón, no me di cuenta.- Dice él agitado de la caída.
- No te preocupes, el que se cayó fuiste tú. ¿Estás bien?- Le digo al ver que sus rodillas se habían raspado.
- Sí, eso creo.- Dice él tocando sus heridas. Recordé que Vi siempre llevaba un poco de alcohol, algodón y curitas en la bolsa por si algo me llegara a pasar, ya que para mí, tener heridas en las zonas donde no tengo sensibilidad es muy peligroso. Uno nunca sabe.
- Siéntate ahí.- Le señalo la silla más cercana a nosotros.- Tengo un curita que te puede ayudar.- Me hizo caso. Con esfuerzos saqué la bolsa de primeros auxilios que Vi siempre guardaba en un compartimento de la parte posterior de la silla.- ¿Me ayudas a abrirla?- Le digo al ver que no iba a poder con el cierre.
- Sí.- Contesta él con timidez. Abre la bolsa donde estaban los paquetes de catéteres y demás cosas.
- Creo que el alcohol y los curitas están hasta abajo.
- Ya los encontré.
- Toma los que quieras.- Acto seguido toma un algodón con alcohol para después colocarse los curitas.
- Gracias.- Dice él, se veía un poco avergonzado, seguramente era porque estoy en silla de ruedas y para cualquier persona es difícil interactuar con alguien como yo. Pero a estas alturas ya no me importaba, ya lo he normalizado, así que solo hago como si nada pasara.- ¿Te puedo preguntar algo?
- Claro amiguito.
- ¿Por qué no puedes mover tus dedos... ni tus piernas?
- Tuve un accidente hace más de un año.-Contesto amablemente.
- Yo quisiera que me pasara algo así, para poder estar sentado todo el tiempo y así nunca cansarme.- Sus palabras me sorprenden.
- No digas eso, si no pudieras mover tus piernas como yo, no podrías jugar a las atrapadas.
- Hmm, tienes razón. Pero igual me gustaría ir en una silla como la tuya todo el tiempo.
- Listo Santiago.- Llega Vi a la mesa con la charola de comida interrumpiendo la conversación con el niño.
- Bueno, iré a seguir jugando. Gracias por los curitas.- Dice el niño.- Hasta luego.
- Bye.- Digo yo.
- ¿Qué pasó con ese niño? ¿Por qué estás todo desacomodado de tu silla?- Pregunta Vi mientras deja la comida en la mesa.
- Nada, se tropezó y luego le di unos curitas.
- Agh, por qué no se fijó.- Acomoda mis pies en su lugar.- Los niños siempre son un problema.
- Tranquila, solo fue un accidente. No pasa nada.
- Está bien.- Dice quejumbrosa.- Ya vamos a comer.- Ella le quita todo el papel a mi hamburguesa para que me fuera más fácil tomarla.
- ¿Pediste papas?
- Síp, acá están.- Me pasa la bolsita.- Oye, no pasó tu tarjeta, tuve que pagar en efectivo.
- Que raro, le acabo de poner dinero.
- Pues no sé, la chica lo intentó dos veces y no funcionó.
- Al rato checo en la aplicación del banco para ver por qué no pasó.
- Vale.
- Vi, quítale los pepinillos y la cebolla.- Digo con asco al morder un bocado.
- No seas especial, cómetela así.- Dice ella de broma pero lo termina haciendo.- Lo haré solo porque quiero que comas. Llevas todo este tiempo comiendo súper poquito.
- No lo sé, nunca me da hambre.
- Es por Laila. Pronto la superaras, no vale la pena que estés mal por alguien como ella.
- No es tan fácil. Y no creo superarla pronto.
- Agh.- Rueda los ojos.- Ya verás que sí, no seas pesimista.
- ¿Qué nunca has tenido que superar a alguien?
- Solo una vez, pero creo que en realidad nunca había estado tan enamorada.
- Hasta que...
- No, nada.
- Anda. cuéntame, tú sabes casi todo de mi.
- No, te contaré cuando ya sea un hecho, cuando esté segura de que va a pasar.
Violeta me dejó intrigado, es cierto que nunca me había hablado sobre un chico o alguien que le gustara, solo me hablaba de su familia y sus amigas. Antes de trabajar conmigo vivía con su madre y su hermana en un departamento, pero su hermana se mudó fuera de la ciudad y se quedó sola con su madre ya que estaba enferma del corazón y necesitaba cuidarla 24/7. Por eso decidió estudiar enfermería, para poder tener los conocimientos necesarios y cuidar de ella lo mejor posible, sin embargo su mamá murió después de dos años de estar enferma, por lo que su hermana regresó a vivir con ella. Ahora viven juntas en el mismo departamento, no se llevan bien pero tampoco se llevan mal.
La última vez que vi a Laila y dijo que Violeta por fin me confesaría su amor me dejó totalmente desconcertado, quería pensar que solo lo decía para hacerme creer que en verdad ella había inventado todo. Pero es que Violeta nunca me había insinuado algo, toda nuestra relación era de amigos, nunca me ha dicho o hecho algo que me hiciera pensar lo contrario. Incluso la vez que tuvo el percance de la graduación (que también Laila mencionó) se estuvo disculpando conmigo por una semana entera. Yo sabía que a Laila no le caía bien Violeta desde el inicio, pero es que ella es así, supongo porque puede llegar a ser tímida con la gente o un poco seria y por eso Laila confundió su personalidad con que ella la odiaba.
Solo pude comer media hamburguesa, porque después me comenzaron a dar las náuseas que siempre me daban desde que corté con Laila. Violeta se enojaba cada que hacía eso, o sea todos los días, por alguna razón me dejaba de hablar por unas horas y después me volvía a hablar como si nada.
Salimos de Mc Donald's y regresamos a casa. No faltaba mucho para que mis papás regresaran del trabajo. Rod ya había vuelto de su clase de karate y estaba cenando cereal en el comedor al cuidado de Sandra.
- ¡Santiago!- Corre hacia mi al verme entrar.- ¿A donde fueron?
- Si te digo te vas a enojar.
- ¿Al parque?
- No, algo mejor.
- Ya sé, a Mc Donald's.
- ¿Por qué no me llevaron?- Dice quejándose.
- Porque no estabas, pero te prometo que la siguiente semana te llevo.
- Más te vale.- Le doy cariñitos en el cabello para animarlo.- ¿Ahorita juegas conmigo?
- ¿Qué quieres jugar?
- Ayúdame a terminar de armar mi lego.- Para ser sincero estaba muy cansado, salir me agotaba demasiado, más porque no había salido en todo este tiempo. Pero pasar un tiempo con Rod, me haría muy bien.
Entré a mi habitación, había dejado mi celular porque ya hasta me ardían los ojos de pasar tanto tiempo en él. Vi un mensaje en el que Charly me invitó con todos ellos a tomar. Con ellos me refiero a el grupo de amigos incluyendo a Mariano. Por mi parte no les había contado nada sobre mi ruptura, ni sobre la pelea con Mariano, pero supongo que Mariano tampoco porque si no, no me hubieran dicho nada. Preferí no contestar y hacer como si no hubiera visto el mensaje.
Rod entró a mi cuarto con su caja de legos del castillo de Disney, llevaba como tres meses haciéndolo, pero era la hora en la que no terminaba. No lo había pensado, pero no era como que le pudiera ayudar mucho a armarlo, pero eso no le importaba a Rod, él solo quería que pasara tiempo con él.
- Pásame el instructivo.- Le digo al ver que seguramente no lo había leído y a la puerta le había puesto las piezas que no eran.- Tienes que leer el instructivo antes de armar la pieza, por eso no acabas de armarlo.
- Es que me da flojera. Léelo tú y yo lo hago.
- Está bien.- Digo yo.
Mi trabajo se convirtió en ir indicando como se debía armar. Me daba ternura verlo confundido con las piezas.
Rod es lo que más quiero en el mundo. Recuerdo que mis papás llevaban dos años intentando tener otro hijo, fueron a tratamientos e hicieron de todo porque naciera pero nada funcionaba, hasta que un día, después de darse por vencidos mi mamá se embarazó de él. Dicen que cuando no fuerzas las cosas, es cuando mejor salen. Rod es la única persona a la que siento, que a pesar de todo, lo voy a seguir protegiendo. Pase lo que pase.
- Mira, estos son tú y Lai.- Me dice Rod con unos muñecos de Mini y Micky mouse que venían con él castillo. Llevaba las tres semanas fingiendo que seguíamos juntos, pero si le decía a Rod que ya no éramos novios envidentemente le diría a mis papás, por lo que opté por hacer un risita y ya.- ¿Cuándo va a venir para que nos ayude a hacer el castillo?
- No lo sé Rod, luego le pregunto.- Laila fue quien comenzó a hacer el castillo con él, no podía parar de pensar en los buenos momentos con ella, pero cada que recordaba su traición, deseaba con todo el alma olvidarlos y nunca volverlos a recordar.
A Rod le dio sueño después de un rato, por lo que guardamos todo. Mis padres llegaron justo cuando ya estaba listo para ir a la cama.
- Qué tal cariño.- Entra mi mamá a mi habitación.
- Hola ma.
- ¿Cómo estás?
- Bien.- Digo a secas.
- Me hablaron del centro de rehabilitación. Me dijeron que has faltado mucho estos días. ¿Pasa algo?
- No, solo me ha dado flojera ir. Pero no pasa nada.
- Debes ir, ya sabes que no me gusta que faltes.
- Sí, yo creo que mañana si voy. Solo quería tomar un descanso, llevo más de un año yendo todas las semanas.- Digo para convencerla. Ella se queda pensando.
- Más te vale.- Dice ella quitándose los tacones.- Me iré a dormir, estoy muy cansada. Tu papá llamó y dijo que se quedaría en la oficina un rato más pero si va a llegar.
- Bueno, espero no se tarde mucho.
- Descansa.- Se acerca a mi dejando un cariñito en mi mano.
En cuanto salió y apagó la luz traté de quedarme dormido. Pero por más que lo intentaba mi mente seguía despierta, pasaron las horas y ya eran las 12 de la noche. Escuché a mi papá llegar y entrar a mi habitación para ver cómo estaba, pero yo me hice el dormido para evitar cualquier inquietud en él. Traté de dormir una vez más, hasta que dieron la una de la mañana. El insomnio es de lo peor.
Cuando era niño y me pasaba esto, mi mamá me llevaba un vaso de leche caliente. Pero ahora era diferente y no tenía quién lo hiciera por mi. No quería despertar a nadie así que opté por hacerlo yo mismo.
Quité de mis piernas las almohadas que Vi ponía para evitar los espasmos nocturnos, con ayuda de la barra de la cama que habían adaptado para mi, me senté para así cambiarme a la silla. Me tardé al menos unos 10 minutos en lograrlo, más porque lo hacía lento para hacer el menor ruido posible.
Ya en la silla salí de mi habitación y me dirigí a la cocina. Tomé un par de galletas que Rod había dejado en la mesa, con agilidad saqué la leche del refrigerador y la serví en un vaso. Era muy complicado hacer todo esto, pero como pude lo logré. Calentar la leche en el microondas iba a ser imposible para mi, por lo que decidí beberla fría.
Tomé mi celular para entretenerme un rato en lo que me acababa la leche. Recordé lo que me había dicho Vi sobre la tarjeta, así que abrí la aplicación del banco. Todo parecía estar en orden, nada fuera de lo normal, eran pagos y gastos que yo había hecho, seguí bajando hasta llegar a un cargo de Uber de alguien que claramente no había sido yo. Le di click para ver más a detalle el cargo, la fecha era de hace apenas unos días. Después entré a la aplicación de Uber para ver si había sido desde mi cuenta. Me sorprendí cuando vi que era del nombre completo de Violeta y la dirección de Laila.
Alguna vez le presté mi cuenta de Uber a ella para cuando no tuviera cómo regresar a la casa. Aún no quería suponer nada, pero esto me estaba poniendo a pensar muchas cosas. ¿Como por qué fue a casa de Laila sin decirme?
Lo mejor era volver a la cama y esperar hasta mañana para preguntar. Pero al dar la vuelta mi silla chocó con la silla del comedor generando un gran ruido. Justo lo que no quería. Me aseguré de no despertar a nadie hasta que escuché una puerta abrirse. Violeta bajó las escaleras hasta llegar a mi.
- ¿Qué haces? ¿Por qué estás despierto? Si necesitabas algo me lo hubieras pedido.
- ¿Por qué hay un cargo de Uber tuyo a casa de Laila?- Pregunto dejando de contener la intriga. Ella se queda atónita.
- Santiago yo...
- ¿A qué fuiste?
- Muy bien, si quieres saber a qué fui te lo diré. Fui a decirle que te dejara en paz, que ya no te estuviera buscando porque eso solo te ponía muy mal.
- Violeta, eso a ti no te incumbe. Tu no eres nadie para hacer ese tipo de cosas.- Ella se queda callada.- ¿Por qué lo hiciste?
- Porque no me gusta verte así, por eso lo hice.
- Entonces lo que decía ella es real.- Las palabras de Laila vuelven a mi mente.- Tu sientes algo por mi. ¿O por qué otra razón lo hubieras hecho?- Sus ojos se tornan vidriosos.
- Sí Santiago, sí siento algo por ti. Todo este tiempo lo he sentido.- Ahora comienza a llorar, me quedo desconcertado ante su confesión.
- ¿Entonces es cierto que inventaste lo del engaño?- Hablo con la desesperación de saber la verdad. Se vuelve a quedar en silencio sin parar su llanto.- Si no hablas creeré que es verdad.
- Perdóname Santiago, yo solo quería que de alguna u otra forma te fijaras en mí. Perdóname, de verdad perdóname. No lo hice con mala intención.- Termina de confesar.
- Puta madre Violeta. Carajo.
- No te enojes conmigo. Lo hice porque te quiero.
- ¿Lo hiciste porque me quieres? ¿Esa es tu forma de demostrar tu amor?
- Entiéndeme por favor. Yo te quiero y ya no quería que nadie se interfiera entre nosotros.
- Por Dios Violeta, estás mal. ¿Cómo crees que mintiendo de esa forma me iba a fijar en ti?
- Es porque aún la amas, pero ya verás que yo valgo mucho más la pena que ella. Al final es cierto que Laila no te dijo todo lo que hizo con Mariano.
- Eso es algo aparte. Me mentiste y encima hiciste que pensara que Laila no me amaba.
- No Santiago, yo sé que Laila no es buena para ti. Por favor perdóname.
- Si Laila no es buena para mi ese es mi problema. Tu nunca te debiste haber metido en mi vida personal, solo eres mi enfermera y en algún punto te consideré mi amiga pero hasta ahí.
- Santiago yo te amo, por favor perdóname, no me di cuenta de mi error.
- Con un perdón no solucionas las cosas.- Me hierve la sangre del enojo.- No puedo creer que por un momento fuiste la única persona en la que podía confiar.
- Aún puedes confiar en mi. Solo tienes que entenderme.
- No Violeta, esas no son formas.- Hago una pausa pues ella no paraba de llorar.- No te quiero volver a ver. Ya no quiero que trabajes aquí.
- No me hagas esto, por favor.
- Y tu no debiste haberme engañado. Hoy ya es muy tarde, pero mañana quiero que dejes la casa y te vayas.
- Tu no me puedes correr, yo te he ayudado a mejorar. ¿Acaso eso no cuenta?
- Agradezco todo lo que me has ayudado, pero eso no contrarresta lo que hiciste. Ya me voy a dormir. Mañana hablaré con mis papás para que sepan por qué te vas.
Regresé a mi habitación furioso por lo que acababa de descubrir. Escuché el llanto de Violeta por un rato más pero luego la oí subir las escaleras.
Ahora me encontraba tan confundido, con miles de sentimientos encontrados, miles de sentimientos que descifrar y ordenar.
Aunque me alegraba saber que Laila no me engañó aún sentía la espina de saber lo que hizo con Mariano. Y no podía hacer como si nada hubiera pasado.
El insomnio se intensificó hasta las 7 de la mañana, ya se escuchaba movimiento en la casa, seguramente era Violeta, o eso quería pensar.
Al haber movido las almohadas en la madrugada, mis espasmos estaban incontrolables, sabía que hoy tendría problemas sin la ayuda de Violeta, pero sin duda ella no podía pasar un día más en la casa.
Pronto oí el sonido de la puerta principal cerrarse. Ella se había ido.
Me senté reposando mi espalda en la cabecera de la cama para tener más control en mis piernas. En cualquier momento mis padres se despertarían y se darían cuenta de todo.
Decidí pasarme a la silla una vez más, aún combatiendo los malditos espasmos. Salí de mi habitación, las llaves del loft estaban en la mesa del comedor junto con un pequeño papel que tenía escrito un mensaje: "Espero puedas perdonarme." Lo tomé y lo guardé debajo de mi pierna.
Me quedé en la sala unos minutos hasta que entró Sandra para iniciar su trabajo.
- Buenos días Santiago ¿Por qué despierto tan temprano?- Dice ella con voz queda para no despertar a los demás.
- Buenos días. No podía dormir.
- ¿Quieres que te ayude en algo?
- No gracias, todo bien.
- Bueno, voy a levantar a Rod para que se prepare para la escuela.
- Síp.- Ella subió hasta el cuarto de Rod encontrándose a mi papá en las escaleras.
- Buenos días señor.- Escucho como Sandra lo saluda.
- Buenos días Sandra.- Le responde él.- Santiago ¿Qué haces despierto?- Dice al verme.
- Nada, solo quise despertarme temprano.- Miento.
- Que raro. Te ves muy mal. ¿Te sientes bien?
- Sí, estoy bien. Perdón por querer madrugar un día.- Hago que ría.
- Yo quisiera dormir más tiempo, hay mucho trabajo en la oficina, tengo que llegar a las 8 si quiero que los contratistas aprueben el proyecto.- Habla poniendo café en la cafetera.- En fin, me voy a bañar. Cuida mi café.
- Yo lo cuido.
- Buenos días amor.- Ahora baja mi mamá ya vestida para ir al gimnasio dejándole un beso en los labios a mi papá mientras él vuelve a su habitación.- ¿Qué haces despierto?
- Eres la tercer persona que me lo pregunta. Solo quise despertar temprano.
- Que raro.- Dice lo mismo que papá.- ¿Y Violeta?
- No sé, seguramente en su cuarto.- Vuelvo a mentir.
- Violeta nunca se despierta tarde.
- Déjala, seguro está cansada.
- Está bien. Regresaré para llevarte a rehabilitación, quiero estar segura de que hoy vayas.
- Okay.- Hablo quejumbroso.
- No quiero llegar tarde a la clase de pilates. Regreso en dos horas. Te quiero.
- También te quiero.- Sale de la casa.
Antes de que mi padre regresara para desayunar decidí volver a la cama. Ahora sí tenía sueño, me quedé dormido como media hora pero Rod, como todas las mañanas fue a verme interrumpiendo lo poco que había logrado dormir.
- ¿Ya estás listo para ir a la escuela?- Le digo medio despierto al verlo entrar.
- No quiero ir. ¿Me puedo quedar contigo?
- Por mi sí, pero no creo que mis papás te dejen.
- Ademas tengo mucho sueño todavía.
- Te puedes ir durmiendo en el camino.
- No puedo, mi papá se la pasa hablando por teléfono y no me deja dormir.- Ambos reímos.
- Entonces duérmete en la clase que menos te guste.
- ¿En matemáticas?
- En matemáticas no, porque si no mamá me pondrá a explicarte lo temas que no entiendes.
- Bueno, en español.
- ¡Rod, ya vámonos!- Le grita papá.
- Ya me voy, nos vemos al rato. No vayas a Mc Donald's sin mi eh.
- No, no voy a Mc Donald's sin ti.
Cuando se fueron todos, logré dormir un rato más. Pero la angustia hizo que despertara. No dejaba de pensar en lo que hizo Violeta, me importaba como persona, es cierto que me ha ayudado mucho, pero que se fuera tampoco generaba gran tristeza en mí. Después de todo solo era mi enfermera.
Desde que bloqueé a Laila no sabía nada de ella, claro que tenía ganas de saber como estaba, lo que hacía o lo que no hacía, tenía ganas de besarla y nunca soltarla. Moria por decirle cuánto la amaba pero también cuánto quería olvidarla, porque aunque mi enojo hacia ella solo había disminuido un poco, no era suficiente como para perdonarla.
- Ya regresé cariño.- Dice mi madre entrando justo cuando estaba a unos segundos de llorar por Laila. - ¿Qué tienes?- Preocupada se acerca a mi y se sienta en la orilla de la cama.
- Violeta ya no va a trabajar aquí.- Por fin me decido a contarle todo. Necesitaba desahogarme y sabía que ella iba a ser la única persona que me entendería.
Terminé por contarle todo, absolutamente todo.
- Ahora no sé qué hacer. Amo a Laila mamá, en verdad la amo.- Digo sollozando. Ella me abraza. - Pero por más que intento, no puedo perdonarla.
- Corazón. ¿Por qué no me habías contado?
- No estaba listo para decírtelo.
- Entiendo. Ya sabía que algo estaba mal, pero mejor preferí esperar a que tú me lo dijeras.
- ¿Qué debería hacer?
- ¿Quieres que te diga la verdad?- Asiento con la cabeza.- No seas tonto Santiago. Laila te ha demostrado de tantas formas que te ama, que no puedes dejar que lo que hizo con Mariano haga que pienses lo contrario. Dime qué persona te iría a ver al hospital, después de una presentación tan importante solo para ver cómo estás. Y te diré algo que nunca te he dicho, pero una vez me encontré a Lai en el centro comercial, le dije que ella te había hecho mucho bien cuando te fue a ver, y desde ese día no paró de ir todas las tardes a verte. Yo creo que eso no lo hubiera hecho si no te amara. No puedes culpar a Mariano por querer a Laila, así como tú te enamoraste ella, él también lo hizo, pero ella dejó todo con él para estar contigo. Porque como dices que te dijo ella: ella no tenía ninguna responsabilidad de serte fiel. Aunque no defiendo que no te hayan contado, ustedes son muy jóvenes para entenderlo, pero somos humanos, y los humanos nos equivocamos.
Y te diré algo más que alguna vez me dijo tu abuela cuando tenía tu edad: el amor verdadero es paciente, perdona, acepta, ayuda, cree, entiende y nunca se rinde. No pierdas por error a quien te quiere. Ahora creo que al final es tu decisión si la quieres ir a buscar, lo que tú sientas es lo más importante, si crees que no la puedes perdonar, es mejor que no lo hagas, porque una relación con rencores es lo peor que puedes tener , pero si crees que sí, me parece que también le debes una disculpa al no haberle creído.
Sus palabras se cruzan en mi como un gran golpe haciendo que todo el dolor y rencor que cargaba cambiara de lugar.
- Llévame a verla.- Digo decidido.- Llévame a verla.- Repito.- Soy un estúpido al no darme cuenta, no la valoré lo suficiente, le dije cosas hirientes, pensé lo peor de ella y todo porque no me supe poner en su lugar. Por favor, llévame a su casa.
- ¿Ahora? ¿Ya?
- Sí, ya. Vamos.
Aún en pijama, salimos de la casa directo a ver a Laila. Estaba ansioso por verla, por pedirle perdón, por besarla y por volver a estar como antes. No podía esperar un segundo más.
Mi madre manejó lo más rápido que pudo haciendo que llegáramos en unos cuantos minutos.
Bajé de la camioneta y le dije a Olivia que esperara ahí. Toqué el timbre impacientemente, una vez, otra vez y una vez más. Hasta que por fin abrieron la puerta.
Allí estaba ella, tan bella como siempre.
Pero su reacción no era la que esperaba.
- Santiago. ¿Qué haces aquí?

Amarte sin condicionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora